segunda-feira, 31 de maio de 2010

No caigamos en la trampa de Hamas

El triste episodio del buque Mavi Marmara vuelve a traer a la primera plana de la actualidad el asunto de Gaza, muy olvidado por los medios de comunicación desde hace año y medio, pero no por ello inexistente. Esta vez lo que ha hecho estallar la chispa ha sido un convoy de ayuda humanitaria que se dirigía desde Turquía al puerto de Gaza y que, poco antes de llegar a su destino, ha sido interceptado por la Armada israelí que pretendía, sin portar armas, hacer un registro del cargamento. Al final, la refriega entre los tripulantes y los militares se ha saldado con una decena de víctimas mortales.

La prensa adicta a la causa palestina y los terminales mediáticos con los que cuenta Hamas en Oriente Próximo han desplazado el centro del debate a una supuesta carnicería gratuita a la que se han entregado con delectación las tropas israelíes. Haciendo esto han ocultado arteramente la naturaleza y las intenciones del convoy, así como la verdadera ayuda humanitaria que sí que entra en la franja de Gaza todas las semanas desde Egipto y el territorio israelí. No existe bloqueo alguno sobre la franja más allá del impuesto sobre el tráfico de armas, extremo perfectamente comprensible habida cuenta del uso que los terroristas de Hamas –dueños y señores de Gaza– le dan a las mismas.

Que en Gaza se puede comprar casi cualquier alimento dan fe estas fotografías tomadas recientemente y los sucesivos cargamentos que transitan por los puestos de control israelíes, un millón de toneladas en el último año y medio. Estamos, por lo tanto, ante una grandísima falacia ­–la del bloqueo israelí– que no se sostiene bajo ningún punto de vista, ya sea éste propalestino, proisraelí o neutro. En Gaza no hay hambre y la asistencia médica está muy extendida. Como prueba de ambas afirmaciones no hay más que tomar los 73 años de esperanza de vida que tienen sus habitantes.

Entonces, ¿por qué la flotilla? ¿Por qué un enfrentamiento armado y un rosario de muertos que a nadie, a excepción de los que viven de este conflicto, interesa lo más mínimo? La razón es simple. El islamismo y su entusiasta partícipe la izquierda radical de Occidente necesitan nuevas pruebas de sangre que apuntalen sus prejuicios antijudíos y su deseo expreso de que Israel desaparezca del mapa. A bordo del Mavi Marmara el papel de los primeros lo ejerció la banda islamista turca "Insani Yardim Vafki", y de los segundos la ONG española "Cultura, Paz y Solidaridad", uno de cuyos miembros transmitió vía internet la "resistencia" que los terroristas iban a oponer al asalto israelí.

Todo indica que ha sido un enfrentamiento buscado a propósito en el que los "pacifistas" iban armados y poseían un plan bien delimitado de cómo provocar primero y explotar después la tragedia. Nada nuevo. Conociendo los antecedentes de casos sangrantes de manipulación como el del niño Mohammed Al Durah, el del Cruce de Netzarim o el del nunca demostrado genocidio de Jenin, lo único que cabe concluir es que este del Mavi Marmara es un muestra más –tan sangrienta como de costumbre– de cuáles son las intenciones y los métodos de Hamas y sus aliados. Sería un error caer en una trampa tan bien tejida, dispuesta más para consumo extranjero que propio y en la que, más que Israel, el que debe una explicación es Turquía, un Estado presuntamente laico y candidato a entrar en la Unión Europea.

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Subastan la cámara fotográfica más antigua del mundo por 732.000 euros


El primer daguerrotipo comercial del mundo, el precedente de las modernas cámaras de fotografía, se vendió hoy en subasta en Viena al estratosférico precio de 732.000 euros y se convirtió así en la cámara más cara del mundo y de la historia.

"Esta es la primera cámara comercialmente producida. Fue creada en 1839 siguiendo el diseño de Louis Daguerre por su cuñado Alphonse Giroux", explicó Martin Reinhart, responsable de subastas de la galería fotográfica vienesa Westlicht.

En concreto esta cámara de madera de cajón deslizante fue fabricada en París en septiembre de 1839 por el cuñado de Louis Daguerre, quien fue el inventor del primer proceso fotográfico comercial. El aparato cuenta precisamente con un sello con su firma para verificar su autenticidad.
"Esta cámara supone el punto de partida de la fotografía comercial. La fotografía abandonó así su condición experimental", agregó Reinhart sobre el aparato vendido. Este daguerrotipo ha sido descubierto de forma reciente y se encuentra en unas condiciones de conservación muy buenas, lo que lo hace aún más valioso porque quedan muy pocos modelos originales, alrededor de una decena, y todos se encuentran en museos públicos.

Hasta ahora el aparato, que pesa unos cinco kilos, estuvo en manos de una familia alemana durante generaciones, y nunca antes se había documentado su existencia. Su actual dueño lo recibió como regalo de su padre en la década de 1970. Tal es su grado de conservación que el lote incluye incluso unas instrucciones originales en alemán de 1839.

El peritaje para autentificar el aparato corrió a cargo de Michel Auer, un conocido experto suizo en cámaras históricas. "La lente era muy lenta y requería de alrededor de media hora para poder hacer una foto", explicó Reinhart, quien aseguró que la maquinaria está en perfectas condiciones y se podría seguir utilizando.

El precio de salida de la subasta fue de 200.000 euros y la cifra alcanzada ha superado ampliamente el anterior récord pagado por una cámara, que también lo ostenta Westlicht, al vender en 2007 por 576.000 euros un daguerrotipo fabricado por la firma parisiense Susse Fréres, también en 1839. El anónimo comprador de ese aparato lo cedió para su exposición a la galería, que lo tiene dentro de su gran catálogo de cámaras históricas.

Los derechos del invento

Giroux y los hermanos Susse fueron los únicos que se hicieron con los derechos para fabricar el invento de Daguerre, y la cámara hoy subastada es unos días anterior a la de sus competidores. La Academia de Ciencias de París publicó el 19 de agosto de 1839 el descubrimiento del daguerrotipo y apenas dos semanas después comenzó a producirse el invento de forma comercial.

Tras obtener Daguerre la patente por su invento en 1839, el Gobierno francés se la compró y la hizo pública anunciándola como "un regalo para la humanidad". En cualquier caso, hacer una fotografía con un daguerrotipo no es un proceso fácil; además del gran tiempo de exposición, su extrema sensibilidad a la luz y su fragilidad lo hace difícil de manejar, por no hablar de su complejo proceso químico.

El gran tiempo de exposición hace que muchos de los daguerrotipos tomados en ciudad presenten urbes que parecen deshabitadas, ya que al moverse los viandantes no aparecían en la imagen. Y para los retratos se exigía a los fotografiados que no hicieran el más mínimo movimiento durante al menos 15 minutos. En el mundo de la fotografía se tardó aún medio siglo en inventar un modelo más sencillo para registrar la realidad, y lo hizo posible George Eastman en 1888, al inventar el rollo fotográfico, un paso adelante respecto a los caros cristales necesarios en los daguerrotipos.

EFE - Viena

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Evo Morales y su democracia

Al margen de la hilaridad que provocan sus insólitas teorías, no debemos perder de vista que Evo Morales está ejecutando al pie de la letra el plan de acción de su mentor Hugo Chávez para destruir la democracia desde dentro.

El paralelo entre la trayectoria en el poder del boliviano y la del venezolano se torna cada vez más notorio, y si Morales ha avanzado ligeramente menos que Chávez en el camino a la autocracia es porque empezó unos años más tarde. Sin embargo, recorre exactamente el mismo camino. Así, quien pudo servir de puente para zanjar las profundas divisiones étnicas, geográficas, socioeconómica de su país se ha dedicado a exacerbarlas y llevarlas al extremo.

La violación de principios y de instituciones esenciales para el funcionamiento de la democracia se inició en el momento mismo en que Morales hizo sesionar a la Asamblea Constituyente en un cuartel militar, al que se impidió el acceso a los constituyentes que no concordaban con la línea ideológica fijada de antemano por el gobierno. Las violaciones han proseguido de manera sistemática.

La noche misma del 6 de diciembre de 2009, en que festejó su reelección, Morales anunció que se postularía nuevamente como candidato presidencial en 2015, a pesar de que la nueva Constitución, aprobada a su arbitrio, prohíbe que se elija a una misma persona para el desempeño del cargo de presidente por más de dos períodos consecutivos. Además, sus partidarios en la legislatura han destituido a magistrados de la Corte Suprema cuya única falta había sido no haberse doblegado ante los deseos y presiones del gobierno. Este año, esos mismos legisladores han dado a Morales la potestad –que ya disfruta Chávez– de nombrar a los jueces de todas las cortes del país, lo cual impide al Poder Judicial cumplir con su función primordial en una auténtica democracia: actuar como mecanismo de control de los posibles excesos de los otros dos poderes, el Ejecutivo y el Legislativo.

Por otro lado, en Bolivia se persigue a líderes de la oposición, y se formulan cargos falsos contra ellos. De ese modo se les impide participar en elecciones, se los despoja de sus victorias electorales o se les fuerza a exiliarse. Esta típica receta chavista ha sido puesta sistemáticamente en ejecución por Morales y sus seguidores incondicionales.

Al gobernador del departamento de Santa Cruz, Rubén Costas, lo han acusado de peculado. Esto suena como una lucha contra la corrupción, pero el caso es que formularon esa acusación simplemente porque incluyó en su presupuesto los recursos necesarios para realizar un referéndum sobre la autonomía del departamento, a lo que Morales se opone.

La persecución política no está de ninguna manera reservada a la élite tradicional. Así, se sigue juicio por falsos cargos de irregularidades a René Joaquino, alcalde de Potosí, que es de origen humilde e indígena por los cuatro costados. ¿Su pecado? Haber competido con Morales por la presidencia del país en las elecciones de diciembre pasado y volver a ganar las municipales de Potosí, derrotando a la maquinaria del gobierno.

De las diez ciudades más importantes del país, siete están en manos de opositores, entre ellas Potosí, como acabamos de ver, y la capital, La Paz, donde triunfó el candidato del Movimiento Sin Miedo, aliado de Morales hasta principios de este año. Al presidente le preocupan estas derrotas en zonas clave.

En las elecciones del 4 de abril, el partido de Morales ganó dos tercios de las gobernaciones (6 en total, contra 3 ganadas por la oposición: las de los departamentos de Santa Cruz, Tarija y Beni); su partido obtuvo también una amplia mayoría de alcaldías. Pero el presidente, en lugar de festejar sus triunfos, denunció un "fraude" electoral en su contra.

La reacción de Morales refleja su alarma ante el significativo retroceso electoral que han sufrido él y su partido en sólo cuatro meses. A pesar de sus recientes victorias regionales, el Movimiento Al Socialismo acaba de perder un 14 por ciento del respaldo popular. En diciembre de 2009 el MAS obtuvo el 64% de los votos en las presidenciales, mientras que en abril de este año alcanzó sólo el 50% en las elecciones departamentales y locales. El MAS ha padecido retrocesos del 12% en Potosí, del 20 en Oruro y del 30 en La Paz, mientras que en los tres departamentos donde logró progresar las mejoras fueron del 3 o el 5%. Esto explica que Morales intente usar todo el poder del que dispone para destituir, con acusaciones de fraude electoral, a quienes legítimamente le vencieron.

La instauración de un régimen chavista en Bolivia ha servido para empeorar las condiciones, de por sí ya difíciles, que enfrenta la población del segundo país más pobre de América. Es hora de considerar con seriedad el poder desestabilizador del presidente boliviano.


© AIPE


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¿Inversionistas y trabajadores superfluos en el paraíso castrista?

Raúl Castro.
Dos noticias recientes relacionadas con Cuba han recibido algo de atención en la prensa internacional. No se trata esta vez de la muy llevada, traída y comentada posible muerte de Fidel Castro, sino de otros asuntos que, bajo la presidencia de Raúl Castro, el general-hermano-presidente, impactan en lo que algunos insisten en identificar como la última etapa del castrismo.

Una de esas noticias fue la visita de una delegación de la Cámara del Comercio de Madrid a La Habana para pedir "seguridad jurídica". Como explicó Salvador Santos, presidente de la CCM a la agencia EFE, esos empresarios demandaron que se cumplan los contratos suscritos entre compañías madrileñas y compañías cubanas, que el régimen castrista abone los pagos que debe a los españoles y que deje de retener fondos en las cuentas bancarias de los inversionistas españoles, cosa que viene haciendo desde el año pasado debido a la falta de liquidez y a la crisis económica que padece la isla.

Se trata, es claro, de asuntos del mayor interés para los hombres de negocios españoles, pero seguro que los cubanos encuentran mucho más interesante, y preocupante, la segunda noticia, relacionada ésta con unas declaraciones de Raúl Castro ante el Congreso de la Juventud Comunista. "Cientos de miles de trabajos no son necesarios, y algunos analistas calculan en un millón el número de trabajadores superfluos", dijo el general. Es decir, que uno de cada cuatro trabajadores cubanos puede quedarse sin sustento... al tiempo que el régimen persigue y encarcela a quien osa buscarse la vida por su cuenta, en violación de los decretos económicos oficiales.

Raúl Castro culpó al "enemigo del norte" y arremetió contra la prensa extranjera por su "guerra mediática" contra la revolución; pero los cubanos saben que no son los norteamericanos ni los periodistas los que requisan sus productos: una gallina, un poco de arroz, unas libras de carne de cerdo, cuando viajan en un ómnibus interprovincial.

Todos en la isla reconocen la eficiencia del régimen a la hora de movilizar a las masas para los consabidos mítines de condena del imperialismo: temprano por la mañana del día señalado, los cubanos tienen que presentarse en sus sitios de trabajo para recoger consignas y pancartas y ser transportados al lugar de la concentración. Algo parecido han de hacer los estudiantes, desde los más chicos hasta los universitarios, así como las amas de casa.

Reinaldo Arenas, cuya vida se llevo al cine con la cinta Antes que anochezca, lo expresó nítidamente al llegar al exilio, años antes de suicidarse:
Debemos ir a la Plaza de la Revolución para aprobar y aplaudir aquellas leyes que nos condenan a trabajos forzados. Todo el mundo tiene que fingir porque todos dependemos del Estado: el Estado nos puede llevar a la cárcel, mandarnos a la universidad o conseguirnos un acenso en el trabajo.
Los cubanos con edad suficiente recuerdan que hubo un día en que la revolución proclamó el empleo para todos; aquellos que no estaban dispuestos a trabajar en el puesto que se les asignaba eran recogidos en camiones militares, acusados de "vagancia" y transportados sin ningún miramiento a las provincias a cortar caña de azúcar.

Por cierto, la industria del azúcar, motor de desarrollo y progreso de la isla por más de doscientos años, ya no existe. Después del fracaso de su grandiosa Zafra de los Diez Millones (1970), Fidel, que quería romper todos los récords de producción y había empeñado su "palabra de cubano" en el éxito de la campaña, dedicó su famosa energía a otros proyectos. El de la Zafra de los Diez Millones ha sido uno de los escasos fracasos del castrismo reconocidos por Fidel; éste, al aceptar su responsabilidad, explicó que la escasez de muchos productos de primera necesidad se debía al cierre de numerosas fábricas, cuyos obreros fueron liberados para que pudieran dedicarse a cortar caña.

Durante el primer año de la revolución: 1959, Cuba, entonces la azucarera del mundo, produjo, con sus seis millones de habitantes, seis millones de toneladas de azúcar. Este año puede que la cosecha no haya alcanzado el millón de toneladas. Hoy, la población cubana es de 12 millones de personas. Hoy, Cuba se mueve en unos niveles de producción similares a los que mostraba hace más de cien años, cuando el gobierno de Madrid insistía en que gastaría el último hombre y la última peseta en la defensa de su colonia antillana. El récord azucarero de los Castro es doble: la más pequeña producción de azúcar en un siglo, la peor zafra per cápita de la historia del país.

En años recientes La Habana se ha visto obligada a importar azúcar de Brasil y de Colombia. Mientras la industria azucarera cubana ha desaparecido, Brasil y otros países han aumentado su producción del oro blanco, un elemento importante en la producción de etanol, no lo olvidemos. ¡Qué final tan triste para una industria con una carga simbólica tal en la isla, que el pueblo cubano solía decir: "Sin azúcar no hay país"!

A Fidel y a Raúl no les falta imaginación. En lugar de tomar medidas para evitar el colapso de la primera industria nacional, han optado por explotar una alternativa. Como no pueden culpar al desde hace medio siglo inexistente sector privado, han anunciado que los ingenios serán convertidos en museos y sus trabajadores, adiestrados para que puedan desempeñar otros empleos; ¿ese millón de empleos superfluos de que hablaba Raúl?

Caña de azúcar.
Antes de llegar al poder, Fidel denunció "la existencia miserable" de los campesinos cubanos, la situación de los temporeros una vez se acababa la temporada del azúcar; hoy, ni siquiera ese empleo de unos meses existe, y la economía marxista no ha hecho otra cosa que empeorar la situación. A diferencia de lo que ocurría en los días pre-revolucionarios, los trabajadores no pueden sembrar y vender productos sin permiso del gobierno. Si tratan de vender gallinas o cerdos directamente al consumidor, el gobierno les confisca los animales y ellos acaban en la cárcel por perpetrar "delitos económicos". Un ganadero que sacrifica su propio ganado sin obtener el muy difícil de obtener permiso del gobierno, comete un delito grave que le puede costar varios años de cárcel.

El absurdo de la economía castrista se hizo evidente en 1967, cuando Fidel Castro, luego de confiscar bancos, fabricas, granjas y otras fuentes generadoras de riqueza, proclamó una "ofensiva revolucionaria" para confiscar igualmente puestos de fruta, peluquerías, barberías y demás restos de la burguesía isleña.

Han tenido que pasar varias décadas para que el régimen castrista comience a restaurar el derecho de las personas a comerciar con libertad. En la década de los noventa se empezaron a emitir licencias para poder ser cuentapropista (autoempleo), lo que permitió a algunos cubanos ser dueños de restaurantes en casa –los famosos paladares, que no pueden tener más de doce asientos–, o ganarse un dinero haciendo flores de papel o con otras actividades modestas. No fue sino hasta este año que Raúl dio otro tímido paso: ahora los cubanos pueden tener sus propias barberías y peluquerías; aunque los insumos necesarios para dotar esos establecimientos no pueden encontrarse en la isla... Por eso se ven obligados a obtenerlos en el mercado negro, o bien los roban en las empresas estatales.

Por varios años el régimen ha exportado a miles de trabajadores, los ha arrendando a firmas extranjeras de todo el mundo. En el dique seco cubano de Curaçao, los cubanos trabajan, bajo la observante mirada de guardias, por 15 dólares mensuales, pero los hermanos Castro reciben varios miles de dólares al año por cada uno de ellos...

Tres obreros cubanos lograron escapar de Curaçao y llegar a Florida, donde llevaron sus respectivos casos a los tribunales, que les dieron la razón; pero no recibieron el dinero que demandaban porque el gobierno de Curaçao compró la empresa con el fin de impedir el cumplimiento de la decisión de la justicia norteamericana.

Hay casos similares al de esos tres obreros que implican a doctores cubanos que trabajan en Venezuela y Portugal: en este último país, los médicos cubanos ganan 500 euros mensuales, cuando el suelo de los galenos locales es de 2.500 euros. La Habana también provee de trabajadores cubanos a compañías de cruceros que operan en el Caribe.

La cuestión ha llegado a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con sede en Ginebra. "Es hora de que la OIT tome cartas en el asunto", comentó Jack Otero, ex vicepresidente de AFL-CIO, la central sindical norteamericana. Otero ha denunciado prácticas como el uso de mano de obra infantil, "en violación de los acuerdos laborales de los que la República de Cuba es signataria".

Los verdaderamente superfluos en la Cuba de hoy no son los trabajadores, sino los Castro.

Mientras la Cámara del Comercio de Madrid pide al régimen que permita a los inversionistas españoles retirar sus dineros de los bancos cubanos, los trabajadores de la isla encaran una situación que sin lugar a dudas es mucho más dramática y perentoria que la de los empresarios madrileños que fueron allá a invertir sus dineros para aprovecharse de la falta de libertad sindical y de la obediencia de los trabajadores al Estado patrón y sus socios extranjeros.


FRANK CALZÓN, director ejecutivo del Centro para una Cuba Libre.


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domingo, 30 de maio de 2010

Nuevas rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, «don Fulano de Tal»

Gustavo Adolfo Bécquer, fotografiado por M. de Hebert.


Los biógrafos de Gustavo Adolfo Bécquer coinciden en señalar que el poeta sevillano vivió sus peores momentos en torno al año 1868. Las revueltas de la revolución de 1868 le obligaron -era censor de novelas gracias a la intermediación de su amigo González Bravo, político y también poeta- a retirarse a Toledo; también en los tumultos desapareció su libro de poemas y descubrió la infidelidad de su mujer, Casta. En torno a esos años, el poeta malvivía gracias a las traducciones que hacía para la editorial Gaspar y Roig.

En varias de esas traducciones -descuidadas por los estudiosos del poeta- ha encontrado Agustín Porras (Antequera, Málaga, 1957) una serie de poemas que él atribuye a Gustavo Adolfo Bécquer. Cuenta Porras -autor de una biografía del poeta sevillano editada en 2006 por Eneida- que desde hace varios años ha ido reuniendo todas las ediciones de Gaspar y Roig que ha podido encontrar en librerías de viejo y, especialmente, a través de internet. Su esperanza era encontrar alguna de esas traducciones de las que se tiene noticia. En esos libros encontró ilustraciones firmadas por VB o VDB, siglas que corresponden a Valeriano Bécquer o Valeriano Domínguez Bécquer, hermano del poeta.

Varios de esos libros llevan una curiosa firma asociada a la traducción: Don F. de T. Las iniciales, dice Porras, le llamaron la atención; «no encontré jamás ningún escritor contemporáneo a nuestro poeta cuyo nombre y apellido coincidiera con ellas». Porras está convencido de que detrás de esas iniciales está Gustavo Adolfo Bécquer y, más importante, que el poeta utilizó las traducciones para escribir sus propios poemas. «Bécquer cambia la estructura de los versos, que están repletos de concordancias con las rimas. También se encuentran muchas de las imágenes de Bécquer; palabras como dintel usada en lugar de umbral, un error que ya tiene en otros textos; o como átomo. En estas traducciones está el universo de Bécquer».

Perdidos en 1868

Son trece los poemas que Porras califica como nuevas rimas. Aparecen en un libro de Eduardo Laboulaye -«un autor francés que entonces era muy popular, aunque ahora apenas se le conozca»-: «Abdallah o El trébol de cuatro hojas (cuento árabe), seguido de Aziz y Aziza (cuento de Las mil y una noches)».

En los tumultos de la revolución de 1868, «La Gloriosa», se habían perdido los poemas escritos por Bécquer. Se los había entregado para su publicación a González Bravo y desaparecieron en el asalto a su despacho. El poeta sevillano, de memoria, trató de reconstruir sus textos en «El libro de los gorriones», cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional. «No se sabe si las traducciones son anteriores o no a esa nueva escritura de sus versos», explica Agustín Porras, aunque por la fecha, añade, es muy probable que fueran paralelos en el tiempo.

Dice el estudioso que a Bécquer, «un romántico que llegó tarde al Romanticismo», se le tiene por un ser taciturno y depresivo, cuando debía de ser, asegura, «un hombre normal; incluso conoció a su mujer en la consulta de un médico de enfermedades venéreas. Don F. de T., el seudónimo bajo el que se esconde el poeta, son las siglas, según Porras, de Don Fulano de Tal. «Era frecuente utilizar esta fórmula para ocultar el nombre; si, por ejemplo, alguien quería poner una denuncia contra un vecino sin que éste supiera su origen. En alguna traducción, el humor de Bécquer iba más allá, y firmaba Don F. de T. y C., que significa Don Fulano de Tal y Cual».

Esboza Porras varias conjeturas para explicar por qué Bécquer no quiso asociar su nombre a las traducciones. «Quizás lo consideraba un trabajo menor y meramente de supervivencia, y por ello se avergonzaba de él. Pero es más verosímil la teoría de que no quisiera publicar su nombre, vinculado a un régimen derribado por los revolucionarios; hay que recordar que el ministro González Bravo había sido su amigo y su valedor». ¿Por qué dominaba Bécquer el francés? «Gustavo Adolfo -explica Porras- quedó huérfano de niño, y fue acogido por su madrina, Manuela Monahay, francesa afincada en Sevilla. El poeta aprendió el idioma y desde muy pequeño leía en francés. De hecho, su fascinación por el Romanticismo proviene en buena parte de sus primeras lecturas».

Porras sigue sus investigaciones sobre Gustavo Adoflo Bécquer porque cree que «probablemente haya escrito bajo otro seudónimo»; tras su etapa en Toledo, añade, dirigió el periódico «La ilustración de Madrid», y antes ya había trabajado también en publicaciones similares. «Quiero ser muy cauteloso con todas estas afirmaciones -añade el estudioso-; yo estoy convencido de su autoría, pero para ello me baso en la intuición y en el conocimiento de su obra. De todos modos, otros expertos secundan estas teorías».

«Espero que estos hallazgos sirvan -prosigue- para que se vuelva a leer a Bécquer, que sigue siendo un gran desconocido, y que tiene una obra extraordinaria. Se conocen sus «Rimas» y sus «Leyendas», pero tiene otros libros, como las «Cartas desde mi celda», que escribió en el monasterio de Veruela, que es una auténtica joya».

Julio Bravo

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sábado, 29 de maio de 2010

Sobre Marx, Freud y Diel

La última parte del artículo. El asunto está aludido de forma muy sumaria, naturalmente, pero podría dar lugar a algún debate:



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****Problemas de la conspiranoia:

Blog: “El 11S, el 11M, el 7J, el atentado de Bali, los atentados de la Amia, de la embajada de Israel, de Carrero Blanco, del Maine, y tantos otros... son la misma cosa. Atentados del auténtico poder para manipular a la opinión pública y establecer determinados cambios sociales en el sentido que les interesa sin que la gente se queje por ello”. ¿Sólo eso? ¿Y qué me dicen de las guerras mundiales, de la guerra fría, de todas las guerras y las prosperidades, etc.? ¿Acaso no proceden también del "auténtico poder"? Todo conspiranoico que se precie no se limita a mirar con atención crítica las versiones de los hechos, sino que va mucho más allá: sabe perfectamente el origen de ellos y a esa sapiencia acomoda los datos, desechando como irrelevantes los que no concuerdan.. El conspiranoico da la impresión de estar muy infiltrado en los círculos del “auténtico poder”, cuyos designios conoce a la perfección. Naturalmente asegura que llega a sus conclusiones mediante el razonamiento sobre los hechos, pero, en círculo vicioso, esos hechos son sistemáticamente interpretados de acuerdo con su supuesto conocimiento de los designios de los “auténticos poderes” –conocimiento que nunca demuestra—. Y que deben de ser realmente auténticos, ya que hacen lo que les da la gana en un sentido o en el contrario. La paranoia consiste precisamente en ese tipo de lógica, y es sabido que su curación resulta muy difícil, aparte de que suelen enfadarse si se duda de sus lucubraciones. Podríamos prestarles más atención si identificasen con precisión esos “auténticos poderes” y nos mostrasen documentos fehacientes salidos de ellos, en los que constasen esos planes y designios de que hablan. Porque cuando descendemos a los datos, da igual: ellos siempre darán su interpretación de ellos o los inventarán, en función, repito, de aquel conocimiento que nunca demostrarán, porque, claro, ya se sabe que son poderes muy opacos, aunque basta con saber que son muy malos, tienen intereses perversos y buscan siempre hacer daño. La discusión se vuelve imposible.


****Difúndanlos, por favor:


**http://www.hispanianostra.org/lista-roja/Valle-de-los-Caidos



****Esta tarde firmo ejemplares de "Nueva historia de España" (u otros libros) en la Feria del Libro de Madrid, caseta 154


Pío Moa


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¿Qué falta para derrotar a ETA?

Las últimas detenciones de dirigentes terroristas confirman la validez de los sombríos análisis que sobre su situación la propia ETA viene plasmando en su documentación interna. «Las caídas y la represión se han convertido en algo insoportable», han escrito los terroristas al confesar un «debilitamiento progresivo» que ha sumido a sus simpatizantes en la «resignación». Como ETA admite, su profunda «crisis operativo-militar» se ve agravada por «debilidades estructurales» que han generado «grietas en el muro de la militancia» y una muy preocupante disminución de su «capacidad movilizadora». A todo ello se suman las crecientes dificultades de la cúpula etarra para controlar a un entorno político asfixiado por la ilegalización de Batasuna, iniciativa que ha alimentado un conflicto de intereses ante los elevados costes que la vinculación con ETA supone para el movimiento terrorista en su conjunto.

De este análisis de situación se desprenden varias conclusiones relevantes para seguir debilitando a la banda. Por un lado, podemos asegurar que ETA contempla la posibilidad de su derrota, confirmándose que una política antiterrorista sustentada en firmes medidas coactivas y que niega la expectativa de diálogo y/o negociación entre el Gobierno y los terroristas resulta enormemente eficaz. Al mismo tiempo, debemos subrayar que las críticas hacia la continuidad de la violencia que han surgido en ETA y Batasuna no han llevado todavía a la organización a interiorizar la necesidad de abandonar el terrorismo. Estas variables nos obligan a aplicar un realismo imprescindible para que los sucesivos éxitos contra ETA finalmente se materialicen en su desaparición.

En primer lugar, resulta absolutamente fundamental que la organización terrorista asuma que jamás ningún gobierno volverá a entablar diálogo o negociación alguna. El eficaz giro de la política antiterrorista adoptado tras la contraproducente negociación autorizada por Zapatero en su primera legislatura ha permitido que en importantes sectores de la banda calara un mensaje como el que Txema Matanzas, miembro de Ekin, expresaba en mayo de 2009: «¿Creemos de verdad que en un plazo de, no sé, 6 o 7 años, podemos ejercer con esta estrategia una presión tal que obligue al Estado español -desconozco si con gobierno PSOE o gobierno PP- a dar marcha atrás y ceder en esos objetivos? (...) Ni de carambola».

Sin embargo, la credibilidad que el ministro del Interior consigue con sus contundentes declaraciones en ese sentido pierde fuerza cuando afloran esperanzas de que Batasuna pueda obtener en algún momento determinados beneficios a través de negociaciones o diálogos cuya importancia se intenta relativizar desde ciertos sectores. Informaciones sobre supuestas vías de contacto entre ETA y el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, facilitan la generación de expectativas entre los terroristas y su utilización para neutralizar el cuestionamiento de la utilidad de la violencia que la eficacia antiterrorista provoca. Asimismo, muy perjudicial resulta la reproducción de un erróneo esquema como el que se traslada desde algunos medios al recurrir a la simplista diferenciación de los integrantes de la banda en una suerte de palomas o posibilistas frente a halcones. Mediante este confuso estereotipo se atribuye a Otegi una hipotética voluntad de poner fin a la violencia que elude un componente decisivo: el líder de Batasuna no contempla un desafío a la cúpula dirigente ni el fin del terrorismo sin contraprestaciones políticas. Por tanto, el reforzamiento de la imagen de Otegi en el que se incurre en ocasiones distorsiona la realidad del movimiento terrorista afectando también negativamente a sus dinámicas internas. Es decir, el impulso a la rehabilitación de Otegi desincentiva la consolidación de voces críticas contra la violencia, estimulando por el contrario la creencia de que la promesa de cese del terrorismo volverá a permitir compensaciones políticas. Esta peligrosa lógica bloquea la tendencia de salida y crítica del terrorismo propiciada por el debilitamiento extremo de ETA.

Esta circunstancia impone sobre políticos y ciudadanos una significativa responsabilidad para la derrota del terrorismo por la que de manera tan abnegada trabajan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Los constantes triunfos policiales que cercenan la capacidad operativa de ETA deben complementarse con actitudes políticas y sociales que impulsen y no frenen la progresiva decadencia de la organización terrorista. La desmoralización del activista se ve aliviada cuando ETA obtiene la recompensa de apoyos internacionales como los que todavía logra su frente propagandístico, pero también cuando desde ámbitos políticos y sociales de nuestro país se acepta como inevitable algún tipo de diálogo con los terroristas.

La fracasada negociación durante la primera legislatura de Zapatero ha convencido a algunas personas de lo inapropiado de este ejercicio, mientras otras siguen considerando que alguna forma de diálogo con ETA y Batasuna será precisa para garantizar el final del terrorismo. En ciertos casos se condiciona dicho diálogo al debilitamiento de la banda, circunscribiéndolo a temas aparentemente sin gran contenido político, como pudiera ser una supuesta reintegración de sus presos y de sus representantes políticos en la vida democrática. Sin embargo, semejante escenario contribuye ya a alimentar expectativas de beneficios que, debe insistirse, aplacan el cuestionamiento de la violencia que sus elevados costes generan.

Por tanto, la política antiterrorista debe desarrollar también una pedagogía que eduque sobre estos errores y sus negativos efectos para el deseado objetivo común de la erradicación del terrorismo. Debe por ello instruirse en contra del infundado y extendido convencimiento sobre la necesidad de mantener «tomas de temperatura» con ETA. La interpretación que de ellas hacen los terroristas es consistente con las esperanzas que permite alumbrar en quienes racionalizan, con toda lógica, que semejantes gestos revelan una disposición a aceptar ulteriores contactos y cesiones. Así es además cuando los servicios de inteligencia e información demuestran tan excelente conocimiento y penetración de la banda que hace redundante, a la vez que perjudicial, el acercamiento a ella a través de cauces que ineludiblemente refuerzan la narrativa terrorista. Es decir, la derrota de ETA es incompatible con la aquiescencia de ésta tras recompensarla con concesiones que demuestren que el terrorismo constituye un eximente en lugar de un agravante; o sea, si se asume que el final de ETA exige contraprestaciones, calificadas por algunos como mínimas que, sin embargo, resultan excesivas, como lo son sin duda distinciones favorables para los terroristas como las que implica en democracia cualquier diálogo con ellos.

El pragmatismo político obliga a consolidar un discurso que rechace cualquier diálogo con ETA, pues la experiencia antiterrorista demuestra que la negativa de expectativas de que llegue a producirse ha sido la condición necesaria que ha forzado las renuncias que ya se han producido. Ese horizonte es el que fuerza a los terroristas a reclamar el final del terrorismo, pues de ese modo su finalización se convierte en el principal incentivo para demandarlo: la desaparición de la violencia representa la única salida para que en algún momento el terrorismo deje de reportarles los elevados costes que les genera y que seguirá generándoles. Esta perspectiva resulta creíble si además se recuerda que la sentencia de Estrasburgo ofrece argumentos con los que defender la irreversible inhabilitación de Batasuna y de sus dirigentes para participar en un sistema político que nunca debe admitir fines y medios antidemocráticos como los suyos.

El final de ETA es posible si los terroristas interiorizan la imposibilidad de rentabilizar su desaparición ni crímenes que jamás deben quedar impunes. O sea, que lo único que obtendrán con ese final será la esperanza de que en el futuro la Justicia quizá considere que pueden llegar a surgir circunstancias atenuantes para el cumplimento íntegro de las condenas que sus delitos merecen.

sexta-feira, 28 de maio de 2010

Vida (un poquito) artificial

La gran noticia científica del año ha resultado tan atractiva como el debate que ha generado: la creación de la primera célula basada en un genoma artificial.

De la mano del gran mago del márketing científico, Craig Venter, la nueva corrió en cuestión de segundos por las redacciones de todo el planeta... a la misma velocidad que empezaban a levantarse las primeras ampollas. "El hombre procede de Dios, pero no es Dios", declaró pocas horas después de conocerse el avance Domenico Mogavero, jurista de la Conferencia Episcopal. Barack Obama encargó al día siguiente un informe específico a la Comisión Presidencial para Asuntos de Bioética. John Horgan arrancaba ayer mismo su crónica para Scientific American con un descreído "Craig Venter es la Lady Gaga de la ciencia"... ¿Demasiado revuelo por un puñado de pares de bases diseñadas por ordenador?

Obviemos la provocación de Horgan, el mismo Horgan que hace una década nos anunció a bombo y platillo que la ciencia tocaba a su fin en un libro que advertía de los límites infranqueables a los que había llegado la investigación: desde entonces, la ciencia se ha entretenido terminando de codificar el genoma humano, realizando una docena de trasplantes experimentales de tejidos complejos, conociendo el genoma neandertal, construyendo un colisionador de hadrones capaz de explorar los límites de la materia, logrando la vacuna contra el virus del papiloma humano... ¡menudo fin es ese! Me quedo con las otras reacciones, las temerosas de Dios (o del hombre), las que vuelven a poner el grito en el cielo y la alarma en los corazones. ¿Tienen motivos para el espanto?

Para empezar, Venter no ha creado vida artificial. Es cierto que su trabajo ha supuesto un paso de gigante en la síntesis de organismos autoorganizados, y que nunca antes se había logrado implantar un genoma fabricado por el hombre en un célula viva para que funcione en ella de manera autónoma. Pero el organismo resultante necesita de vida previa. El ADN del bichito en cuestión tiene que ser integrado en otro bichito nacido, crecido y reproducido de manera natural como Dios manda. Así que, aunque a efectos periodísticos a muchos nos ha venido de perlas el titular, lo que realmente se ha creado es una célula medio artificial, sólo un poquito artificial.

Por otro lado, Venter no ha producido nada que la naturaleza no venga produciendo espontáneamente... y el ser humano provocando durante milenios. Las patatas que hoy comemos, los pollos que alimentamos en las granjas, los geranios que adornan nuestras terrazas, los toros que saltan estos días al coso de Las Ventas... también son un poquito artificiales. Ninguno de ellos estaría entre nosotros si la naturaleza hubiera seguido su curso sin intervención humana alguna.

Desde que el hombre ideó la agricultura, el mundo vegetal y animal no ha dejado de verse forzado a cambiar: hibridación, cruce, selección, injerto...: son todas técnicas artificiales para producir especies inexistentes e imposibles con el devenir libérrimo del orden natural. El colmo parecen los organismos modificados genéticamente, animales y plantas inexistentes que la ciencia fabrica mediante la mezcla artificial de otros animales y plantas.

Todo ello se ha hecho con profusión desde hace siglos o décadas, con el permiso de la Iglesia y de Barack Obama.

El logro de Craig Venter es espectacular, pero no especialmente novedoso desde el punto de vista de la percepción ética. Hay que tener en cuenta que las aplicaciones que se pretenden obtener mediante esta investigación ya son conseguibles por otras vías menos dramáticas. La generación de organismos capaces de desarrollar tareas concretas (limpiar el aceite de un vertido en el mar, generar insulina en el cuerpo de un diabético, reprogramar el crecimiento de un tejido dañado...) ya lleva tiempo con nosotros, y pueden lograrse mediante transgénesis, reprogramación celular o clonación. De manera que el ser humano no está superando una línea roja que no haya superado antes.

Por lo que realmente es fascinante el último logro de Venter es porque nos enfrenta a una nueva dimensión en la definición de qué sea la vida. Una definición que se antoja obsoleta cada vez que se intenta.

Venter nos somete al reto intelectual de explicar por qué la célula que ha salido de su laboratorio es artificial y un grano de arroz BT modificado en los laboratorios de ingenieros agrónomos para combatir una plaga de taladro no lo es. Y con el reto nos propone abrir un debate real sobre el modo en el que nos enfrentamos a los fenómenos vitales complejos.

Nadie tiene la intención de fabricar animalitos por ordenador (ni mucho menos seres humanos). Venter no ha jugado a ser Dios más que el agricultor de Granada que elige sólo los kiwis que le interesan para cruzar con otros y selecciona el aspecto, el color, el sabor y el grado de madurez que tendrán las siguientes generaciones de kiwis de su plantación, y que jamás la naturaleza por sí sola hubiera alcanzado a lograr.

Si Venter es Dios de algo, lo es del marketing. Pero ese es otro tema.


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Jorge Alcalde

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Cómo conocí a Paul Diel

No un conocimiento personal, claro, solo literario. Según conté en otro de estos recuerdos sueltos, "Un hombre de mundo", a finales de diciembre de 1966 salí de París y un profesor francés que iba a pasar unos días en Andalucía nos recogió en su coche a mí y a un par de canadienses.

Fue un viaje entretenido, y, como yo iba casi sin dinero, a veces me pagaron alguna cena o el albergue, aunque en Toledo y algún otro lugar pude sacar algunas pesetas pintando en el pavimento la sirenita de Copenhague. Dentro de España paramos en Pamplona, Toledo y Córdoba. Buscando un restaurante típico y barato, en el que fue barrio judío de Córdoba vimos uno que exponía a la puerta la carta en inglés y francés. Eso no era frecuente todavía, y uno de los canadienses comentó: "Right away I feel suspicious", suponiendo que en el lugar clavarían a los turistas. Los retretes de los baños solían ser de esos cuadrados a ras del suelo con un agujero en el centro, lo que les sorprendía mucho. "Son más sanos", les informé, "se hace fuerza con más naturalidad". Pero no estaban convencidos: "Too fucking healthy. A mí me gusta sentarme, leer el periódico, ver la televisión...".

Pasamos unos días en una Marbella ya muy turística, aunque se parecía poco, salvo en el casco viejo, a la actual. Los canadienses pensaban visitar Marruecos, y por un momento se me ocurrió hacerlo también, pero la realidad de mi precariedad financiera se impuso: en tal circunstancia, uno siempre se apaña mejor en su propio país.

En el albergue juvenil de Marbella, donde nos hospedábamos, había otros franceses, y a veces, en alguna taberna, se formaban discusiones ruidosas sobre cualquier asunto. Un francés alto, corpulento e hirsuto, de cabeza grande y aire bohemio, hablaba con mucha pasión. "¿Qué es el arte?", rugía. Y daba en su idioma rápidas y complicadas explicaciones que yo entendía a medias. Otros le contradecían y se armaba un ameno guirigay, mientras los camareros miraban con desconfianza al grupo.

Los canadienses eran seguidores de Ayn Rand. Yo conocía el nombre de una novela de la colección Reno, creo, Los que vivimos, que me había gustado sin entusiasmarme. Pero Rand tenía también, me dijeron, una teoría filosófica más general.
–¿Y qué dice?
–En resumen, que el individuo es lo que cuenta, y cada uno ha de valerse por sí mismo. Si yo lograse conquistar el mundo, o todo el dinero del mundo, no tendría por qué ceder un ápice ni un dólar en función de un falso interés general.
Lógicamente, no son estas las palabras exactas, pero viene a ser lo que me pareció comprender entonces. Por otra parte, los muchachos resultaron algo inconsecuentes, pues me habían dado alguna ayuda a lo largo del viaje. La filosofía de Ayn Rand no me convenció. Además, yo creía que se trataba de un hombre, pero, me aclararon, era una mujer.
–¡Raro que una mujer diga esas cosas!
–Sí, no te lo esperas, realmente, pero desde luego tiene razón.
Una noche el francés hirsuto y apasionado volvió al albergue, olvidando un libro sobre la mesa de la tasca: Le symbolisme dans la mythologie grecque, editado en la Petite Bibliothèque Payot. Diel era un psicoanalista austríaco que había trabajado sobre todo en Francia y escrito en francés. Guardé el libro, pensando devolvérselo al día siguiente, pero no lo hice, no recuerdo ahora por qué. Quizá se fue del albergue por la mañana temprano y yo desperté tarde, cuando ya se había ido, o cosa por el estilo. Por tanto, me lo quedé y empecé a leerlo.

Yo no tenía ni idea del psicoanálisis, y los rollos que nos había soltado el argentino del local parisino de la Rue de la Pompe, de quien ya hablé, no me habían aclarado ni interesado mayormente. Pero el libro de Diel sí me llamó la atención enseguida. Su ex propietario había escrito a mano en él algunas reflexiones, que no me parece que hilaran mucho con el contenido de la obra. Esta consistía en interpretaciones de diversos mitos griegos y de la naturaleza del mito en general, y aunque exageraría bastante si dijera que la entendí bien, me pareció enormemente sugestiva, uno de esos libros que me reservaba para leer y estudiar con detenimiento... lo que nunca cumplía luego. Por mala suerte, terminé perdiéndolo.

También yo me fui pronto de Marbella. Los canadienses habían marchado antes, y me despedí del amable profesor de Lila. Como dije, yo tenía un gran abrigo de excelente paño, donativo de la Rue de la Pompe con motivo de la Nochebuena, y él me sugirió que, si se lo cedía por poco dinero, le vendría muy bien, arreglándolo para que correspondiese a su estatura, que era como la mía. Vacilé, pero, aparte de su peso sobre la mochila, no lo necesitaba en las tierras más cálidas de la península, y el profesor me había traído en su automóvil cuando yo esperaba pasar una noche arrebujado en la prenda bajo la nieve, en el norte de Francia. De modo que se lo regalé, y con las mismas me puse en la carretera a hacer dedo, camino de Sevilla y de Lisboa.

Freud.
Olvidé en buena medida a Paul Diel, y más tarde leí bastante a Freud, cuya coherencia intelectual me atraía mucho; podría decir de él, entonces, lo mismo que Stefan Zweig: "Fanático de la verdad, pero también consciente de la limitación de toda verdad". "Firme, moralmente imperturbable (...) En él se me ofrecía, por fin, un hombre de ciencia tal cual un joven podía imaginar como modelo". Zweig era demasiado entusiasta o ingenuo, y más tarde Freud sería acusado de inconsecuencias y falsificaciones, injustamente, me parece. Él descubrió un territorio de la psique poco explorado hasta entonces, aunque supongo que lo cartografió mal. Podríamos decir que encontró en el sexo lo que Marx había hallado en el estómago, en "el ávido y funesto vientre" causante de la inquietud humana, como decía Homero: la clave de la actividad del hombre, del sentido de su vida, en definitiva, hasta entonces disimulado o encubierto por la ideología, según Marx, por las convenciones del super-yo neurotizante, según Freud.

Ambas versiones centran la explicación del hombre en el elemento animal, del cual serían, en definitiva, reflejos peculiares y distorsionados los rasgos característicos de lo humano, como la moral, el arte, la ciencia, la religión, etc. Con otras formas y teorías, esa explicación, con su apariencia científica, sigue predominando hoy.

Freud se puso muy de moda por aquellos años, precisamente en combinación con el marxismo, pero recuerdo cómo una chica comunista confesaba: "Cuanto más leía a Freud, más neura me ponía. Dejé de leerle y me siento mucho mejor". Era una experiencia bastante generalizada aunque menos reconocida.

Paul Diel, cuando volví a leerlo, me pareció mucho más real y profundo; su análisis del deseo y sus contradicciones, mucho más amplio y comprensivo. El superyó es concebido como supraconsciente y, lejos de ser un elemento neurotizante y convencional, encargado de reprimir los deseos, resulta lo más específicamente humano, la inspiración misteriosa –religiosa en gran medida– que permite al hombre moverse en la selva de la realidad y de sus deseos sin ser desgarrado por ellos: por la neurosis o nerviosidad, pero también por su contraria, la trivialización, la bajeza de la vida, otra deformación psíquica no vislumbrada por Freud.

La trivialización resulta, en definitiva, la desembocadura de las teorías de Marx y Freud, al identificar la ideología o el superyó como obstáculos a la realización de los deseos elementales del ser humano. Freud creía ese obstáculo necesario para no convertir la vida social en una pelea de todos contra todos, pero, gracias a Marx, esa interpretación conservadora o burguesa podía ser superada revolucionariamente.

No puedo presumir de haber asimilado del todo a Diel, pero creo que proporciona unos elementos muy interesantes para entender la realidad. Algún día lo estudiaré a fondo, posiblemente. Teniendo en cuenta lo desconocido que en general sigue siendo, solo puedo alegrarme del azar que me permitió descubrirlo. La vida está llena de esos azares, no siempre buenos, desde luego.


Pinche aquí para leer el resto de las entregas de RECUERDOS SUELTOS.

Pío Moa

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Despilfarro de civilizaciones

Uno de los capítulos del gasto público en los que el Gobierno debería cortar por lo sano es el de las acciones puramente propagandísticas. En tiempos de restricciones se entiende mal el despilfarro del dinero público en iniciativas como la llamada Alianza de Civilizaciones, que no es más que un empeño personal de Rodríguez Zapatero, pagado a cargo del presupuesto del Ministerio de Asuntos Exteriores. El hecho de que el presidente del Gobierno haya tenido que renunciar a asistir a una cumbre que él mismo había convocado en Brasil, precisamente porque las urgencias de la situación económica le requieren en Madrid, ilustra perfectamente la situación: los españoles tendrán que seguir pagando por algo que hasta su principal promotor considera menos importante que las premuras de la situación del país. Se entiende que si el Gobierno insiste en no desvelar las cifras concretas dedicadas a este capítulo es porque es consciente de que la exhibición de esa información sería mal comprendida. El recuerdo del derroche monumental de la bóveda de Barceló en la sede ginebrina de las Naciones Unidas tiene que ser especialmente amargo para los funcionarios y pensionistas en estos momentos.

En la acción exterior de un país con voluntad de proyección mundial, como debería ser España, a veces es necesario sembrar con decisiones que se toman hoy, confiando en que los frutos se verán en el futuro. La Alianza de Civilizaciones no fue bien enfocada desde el principio, y ni el hecho de que recientemente Estados Unidos haya mostrado su interés -muy discretamente, por cierto- llegará a mejorar sus perspectivas. Es más, si hubiera de ser juzgada por sus resultados tangibles, no cabe duda de que sería una de las más ineficaces de todas las que han salpicado la gestión de Zapatero. El mismo Gobierno que ha tenido que aceptar el aplazamiento de la cumbre euro-mediterránea de Barcelona a causa de las diferencias insalvables entre los países de la región no puede seguir pensando que hay problemas que se resolverán sólo envolviéndolos con un buen lema y la mejor de las intenciones. La Alianza de Civilizaciones no es más que un juguete perfectamente prescindible.

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Editorial de César Vidal - LDTV: Hamás engaña a Occidente



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Los catedráticos en LDTV: la confianza



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quinta-feira, 27 de maio de 2010

El antisemitismo como odio a la excelencia

Lo primero que llama la atención en este libro es su autor, George F. Gilder (Nueva York, 1939), un tipo con un recorrido realmente peculiar al que se conoce sobre todo porque fue el ideólogo vivo más citado por Ronald Reagan durante su Presidencia: su Wealth and Poverty (1981) hizo de la reaganomics la tendencia económica dominante en los Estados Unidos antes del fin del comunismo.

Con la caída del Muro de Berlín, en 1989, Gilder empezó a interesarse por temas tecnológicos con un tono utópico que nunca me ha convencido del todo, y siguió pisando charcos con aquel "Evolution and Me", un artículo en el que tomaba partido por la teoría del diseño inteligente y que puede resumirse en esta frase: "El darwinismo es un impedimento para el avance de la ciencia".

La tesis de The Israel Test queda bien clara en la introducción, que en sí misma es un ensayo autónomo y sirve de resumen a lo que viene más adelante. Gilder no es judío, es más bien lo que se suele conocer como un wasp ("white anglo-saxon protestant"), un protestante blanco anglosajón de pura cepa que, sin embargo, hace la mayor apología del pueblo judío que uno ha tenido ocasión de leer en los últimos tiempos:
Some people admire success; some people envy it. The enviers hate Israel.
Gilder no piensa que el llamado conflicto de Oriente Medio tenga nada que ver con cuestiones territoriales ni religiosas, sino que forma parte de la lucha moral y cultural de nuestro tiempo. La palabra clave es envy, "envidia". El éxito de Israel, un país de apenas 7 millones de habitantes, es lo que provoca en algunos un resentimiento visceral que sirve para alimentar el antisemitismo de toda la vida.

El autor se atreve a razonar de forma impecable cómo el odio a Israel procede de los que no entienden el libre mercado, es decir, establece un vínculo directo entre antisemitismo y antiliberalismo. Dedica páginas memorables a los eunucos mentales incapaces de ver en el free minds, free markets la razón del éxito israelí, que tiene raíces históricas. Porque los judíos han sido siempre emprendedores, comerciantes, banqueros, creadores de riqueza, una minoría dedicada a hacer prosperar las comunidades en que estaban instalados, comunidades que, con frecuencia, los han señalado como chivos expiatorios con el fin de apropiarse de los bienes que su capacidad de emprender e innovar les iba proporcionando: ahí están las persecuciones de la Antigüedad, la Inquisición, la Shoah, los pogromos modernos... Ya que el autor no cita al Lorca de "Poeta en Nueva York", lo haré yo:
Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre (...)
Porque el j'accuse de Gilder se dirige a las élites intelectuales que en nuestros días ocupan las universidades, los medios de comunicación, las Naciones Unidas, las diversas y corrompidas ONG internacionales y todos los pesebres culturales habidos y por haber, es decir, a los llamados intelectuales. Esta casta de clérigos (como los llamó Julien Benda) son tan indigentes intelectualmente que piensan que la economía es un mecanismo de suma cero, y que, por tanto, alguien es pobre porque ha sido desposeído de los supuestos bienes que poseía. Para el tonto ilustrado contemporáneo (para el perfecto idiota occidental, que diría el maestro Montaner), los recursos son escasos y se visualizan en forma de tarta por repartir, de modo que quien toma un trozo más grande lo hará a costa de la porción de un tercero. En este punto, Gilder vuelve a sus orígenes, a su brillante panfleto reaganiano de 1981. Las mentes obtusas de los clérigos culturales no entienden que el capitalismo es un mecanismo de suma positiva en el que el beneficio de uno es el beneficio de todos, porque la creación de riqueza es acumulable... si existe propiedad privada y un Estado de Derecho.

Por este motivo la legión nada famélica de indigentes sumaceristas es incapaz de concebir que el éxito de Israel provenga de la free enterprise, es decir, de su capacidad para innovar y emprender en libertad. Para ellos, si Israel prospera es a costa de sus vecinos, explotándolos. Unos vecinos que, en vez de imitar la democracia y la libertad israelíes, votan a yihadistas en las elecciones; unos vecinos que impiden a sus súbditos mudarse a los asentamientos judíos, que es lo que realmente quieren, como querían mudarse a Occidente los súbditos del comunismo. Los totalitarios rezuman bilis contra Israel porque su modelo liberal funciona, y eso les despierta envidia y resentimiento, que es la nueva forma del odio antisemita.

De hecho, el autor dedica buena parte del libro a analizar los fundamentos de la sociedad en la que vivimos, basada en avances científicos y tecnológicos llevados a cabo por judíos como Albert Einstein, Niels Bohr, Heinrich Hertz, John von Neumann o Richard Feynman. Ellos establecieron la teoría cuántica que ha permitido el digitalismo en que estamos inmersos, ellos desarrollaron la energía nuclear que posibilitó la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y posibilita hoy la producción energía limpia y barata con la que prosperar, ellos desarrollaron la biotecnología que nos permite combatir las enfermedades con más eficacia, ellos inventaron el microchip... El genio judío ha forjado en buena parte la cultura y la economía en que vivimos.

Gilder dedica también un capítulo apasionante al pujante Israel de hoy, que tanto debe a las reformas económicas estructurales del primer gobierno de Netanyahu (1996-1999); reformas que, por cierto, recuerdan mucho a las que puso en marcha el primer gobierno de José María Aznar en España durante el mismo período, y que llevaron a nuestro país a un nivel de excelencia como jamás habíamos conocido: luego vinieron otros gobiernos y malbarataron lo logrado con su ineficacia e incompetencia. En Israel, al contrario que en España, dichas reformas liberalizadoras han tenido continuidad e incluso se han visto reforzadas, de modo que hoy en día es con diferencia el país con un mayor grado de innovación per cápita, por encima de los EEUU:
Israel today concentrates the genius of the Jews (...) Today tiny Israel, with its population of 7.23 million, five and one-half million Jewish, stands behind only the United States in technological contributions. In per-capita innovation, Israel dwarfs all nations.
A pesar de este enorme esfuerzo, Israel es un Estado pequeño –más pequeño que el minúsculo New Jersey– que debe dedicar muchas energías a defenderse de los que quieren acabar con él en un baño de sangre. Este es el test Israel al que se refiere Gilder. ¿Envidia o excelencia? ¿De qué lado caerá la moneda? Israel es la frontera; si cae Israel, cae Occidente, porque caen los fundamentos de nuestro modo de vida: la libertad de mercado y la libertad de pensamiento. No es casualidad que el único autor español citado en el libro sea el Ortega y Gasset de La rebelión de las masas (1930): "a masterpiece", sostiene Gilder.

No estamos ante una lucha de fronteras o de religión: esta es una lucha moral contra el resentimiento y la envidia de los que odian la excelencia.


GEORGE GILDER: THE ISRAEL TEST. Richard Vigilante Books (EEUU), 2009, 296 páginas.

EMILIO QUINTANA, filólogo y escritor.

Viaje y meditaciones de Agapito Maestre

Un libro como el recientemente reeditado Meditaciones de Hispano-América bien podría suscitar un título para esta reseña que incluyera la palabra pensamiento. "Pensar en español", podría haber sido ese título. Pero Agapito Maestre hace una apuesta directa por la literatura: más aún, no sólo afirma que el pensamiento no puede existir sin la literatura, sino que no hay verdadera literatura que no sea, a la vez, vida.

Muestra el autor en estas Meditaciones que la tradición y la cultura hispanoamericanas no han separado jamás filosofía y vida, pensamiento y creación. Así, la crítica es, a su vez, creación, y la filosofía, literatura. De forma significativa, el primer capítulo se titula "Imaginación y pensamiento", mientras que los otros, no menos significativamente, tienen palabras como destino y libertad y expresiones como la angustia conquistada en sus cabeceras, ¿cabe mayor apuesta por esta indisolubilidad pensamiento-vida?

Sin duda, como muestra con claridad Agapito Maestre, los hombres y mujeres que pueblan estas páginas, maestros y ejemplos del pensar y del crear hispano-americanos, escribieron desde su vida y en la vida, formaron parte esencial del debate público, esto es, llevaron su obra, cuajada en su propia ebullición vital, a la arena de lo político, de lo ciudadano: Ortega, María Zambrano, José Gaos, Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonso Reyes, Vasconcelos, Gabriel Zaid, Octavio Paz, Borges, Menéndez Pelayo, Pérez Galdós, y tantos más de éste y del otro lado del Atlántico, se nos aparecen no sólo como filósofos, poetas o críticos, sino, en una palabra, como creadores. Creadores que nunca separaron su vida, con las contradicciones y la angustia que la vida lleva consigo, de su obra, dando así a ésta una vitalidad que abre caminos donde otras formas de pensamiento cierran el paso.

Éste es, para Maestre, el gran legado de la creación y el pensamiento hispanoamericanos: con una identidad propia que se sustenta frente a los modelos francés y anglosajón, el pensamiento en español es siempre vital y creativo, planta cara a todo positivismo cientifista y a todo idealismo separador de ámbitos. Se incardina en lo real y existencial. Por su parte, predicando con el ejemplo, Agapito Maestre hace una apuesta clara por la literatura. Su gusto, mejor dicho, su amor por la palabra queda de manifiesto en su expresión creativa, libre de las jergas ortopédicas del academicismo. De esta forma, el autor se muestra a su vez como heredero de la tradición filosófica y literaria hispano-americana: la vida y la literatura son inseparables y la meditación, la suya en este caso, es pensamiento que se hace al andar, activo y creativo, en constante interacción con la experiencia.

Todo libro vigente es un viaje a la reflexión. Es una saludable provocación del intelecto. Logra activar también los resortes emocionales de manera que éstos, lejos de nublar la percepción, abran caminos hacia el conocimiento. Viaje a los ínferos americanos es, y logra, todo esto: es, al igual que Meditaciones de Hispano-América, un libro vigente en el sentido auténtico del término, porque, desde aquel pasado en el que se fraguó aquello que hemos venido llamando Hispanidad, presenta al lector contemporáneo el panorama complejo y rico de su pervivencia en el presente. Y se trata de un panorama real, no idealizado, pero lo suficientemente poderoso como para espolear la conciencia del lector hispanohablante respecto de su tradición. Una tradición arraigada en una lengua común en la que se han fraguado una cultura y una literatura de tal vigor que sobreviven, siglo a siglo, a los ataques casi crónicos de sus herederos, tan proclives a pasar de la autocrítica a la autodestrucción. Viaje a los ínferos es testigo y prueba de lo hispano como fuerza y presencia, pone en su sitio justo a la Leyenda Negra y, sin caer en las trampas de la Dorada, es una constatación, enraizada en un conocimiento profundo, de la enorme importancia de la cultura hispana.

El viaje de Maestre, que, como sus meditaciones, oscila fluidamente entre lo íntimo y lo reflexivo, lo personal y lo literario, es, en sí, un descubrimiento. Más aún, es el encuentro con paisajes que, incluso sin ser visitados, se nos hacen conocidos, como si algo de nosotros nos hubiera precedido y, cruzando el océano hacia México, Venezuela o Cuba, hubiera echado raíces en esas tierras. Éste es el milagro de la lengua, el poder de la palabra compartida.

La palabra: he aquí donde Maestre se la juega. He aquí donde él entra valientemente desarropado de la falsa protección de los discursos prefijados y academicistas. Sabe y afirma, como el mexicano Alfonso Reyes, como comprendió Octavio Paz, que "sin ensayo, sin literatura, no hay pensamiento": el ensayo, la meditación, la crítica, elevados necesariamente a la categoría de literatura adquieren su dimensión más completa. Agapito Maestre ama demasiado la palabra como para someterla a moldes, y así, el pensamiento de este filósofo se hace creación. En su Viaje a los ínferos, como en sus Meditaciones, muestra que la literatura es no sólo la articulación más completa de la vida, sino, además, la forma más profunda de indagación vital: todo escrito grande es literatura, sea filosofía o relato, o género sin género, como el desgarro hecho palabra de Canetti.

El capítulo que Maestre dedica a Elías Canetti, acertadamente titulado "El poder de la literatura", activa en mí, una vez más, el resorte de la reflexión. Masa y Poder, o la atroz constatación de la supervivencia individual como único triunfo: "El espanto ante la visión de la muerte se disuelve en la satisfacción de no ser uno mismo el muerto". Incluso en los extremos más biológicos y animales, nuestro humano egoísmo no le puede ser desconocido a ningún gran escritor. Pero ¿acaso nuestra naturaleza depredadora no se eleva sobre sí misma con lo que es uno de los más grandes misterios, el amor? Con la irrupción, siempre violentamente hermosa, del amor, la satisfacción de la supervivencia en Canetti se convierte en el dolor más profundo que va ligado a ella: terrible es sobrevivir a quien amamos, y es ahí donde el amor, con todo su misterio, pone belleza en el dolor frente a la fealdad de la satisfacción.

Viaje a los ínferos es literatura. Es, por tanto, pensamiento y emoción, esto es, conocimiento auténtico. Es un viaje personal y literario por países de Hispanoamérica y por la cultura hispana de los dos continentes. En sus páginas, además de los ya mencionados, y entre otros autores asimismo fundamentales, podemos encontrar y, sobre todo, reconocer en el sentido más profundo del término a filósofos y escritores como José Gaos, Ortega y Gasset, María Zambrano (a quien Agapito Maestre siempre rescata de interpretaciones partidistas), Uslar Pietri o Lezama Lima, "personificación de la literatura", revelación del lenguaje como ámbito originario, misterio, sabiduría como sabor (los destellos mágicos de la expresión del cubano habrían seducido a Mallarmé). Nombres que pueblan, asimismo, las páginas de Meditaciones. Todos estos autores están unidos por la lengua común, por la palabra que les hace escritores más allá de los géneros. Trascendiendo la Leyenda Negra y la Dorada, es el mestizaje cultural lo que da entidad y fuerza a lo hispano. Maestre lo muestra con lucidez, una lucidez robusta y característica que le hace encararse intelectualmente con lo negativo sin caer en un pesimismo incapacitante. Sin obviar en ningún momento el error o, incluso, la tragedia, Viaje a los ínferos pone de manifiesto el vigor de una cultura y es, a la vez, un fructífero mestizaje de géneros donde la palabra es pensamiento y creación. Un libro vigente.

Meditaciones de Hispano-América y Viaje a los ínferos americanos son una muestra a la vez creativa y rigurosa de la magnitud de nuestro legado en lengua española. Un legado poderosamente original en el que vida y pensamiento se hacen creación. El legado hispano-americano es precisamente, como Maestre nos enseña de forma ejemplar en los capítulos dedicados a Nietzsche en Hispano-América, aquel que ha sabido hacer suyo al alemán en todo lo que tiene éste de esencial: su apuesta por la vida en la filosofía, tomando con ella, claro está, la tragedia y la angustia, incluso la locura. Y su poesía: a los pensadores hispano-americanos nunca se les escapó que Nietzsche era un poeta. Un poeta humano, demasiado humano y, por tanto, muy por encima de cualquier encasillamiento en el positivismo dogmático. El estructuralismo, la deconstrucción y todas las corrientes críticas que se engloban hoy día con el término postmoderno por lo general han venido presentando a un Nietzsche más a la imagen y semejanza de sus moldes prefijados que al escritor de carne, hueso y espíritu que influyó en Ortega, Zambrano o Gaos. Una comparación sistemática entre los análisis franceses y anglosajones por un lado y los de autores hispanoamericanos por otro queda, naturalmente, fuera de esta reseña. Éste es un motivo más para leer el libro de Maestre: después de leerlo, el lector sabrá bien a qué atenerse.

Desde luego, en lo que a mí respecta, ningún molde positivista o deconstruccionista aplicado a Nietzsche iguala la penetración creadora del cubano Lezama Lima en el diálogo sobre el filósofo alemán entre Fronesis y Cemí dentro de su novela Paradiso. Quizá, como puede desprenderse de ambos libros de Agapito Maestre, todo esté en la forma de mirar. La tradición hispano-americana es mirar siempre desde la vida, más allá de positivismos e idealismos: un mirar viviendo. Así se hace obra y vida. Nuestros grandes escritores, con todas sus diferencias individuales, llevan mucho tiempo dando fe de ello.


AGAPITO MAESTRE: VIAJE A LOS ÍNFEROS AMERICANOS. Tecnos (Madrid), 2003 // MEDITACIONES DE HISPANO-AMÉRICA. Tecnos (Madrid), 2001; Escolar y Mayo (Madrid), 2010.

Beatriz Villacañas

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