Se acabó la demagogia de la paella. La que se puso en práctica en las pasadas elecciones a cuenta del contrato de integración para los inmigrantes. Con aquello de si consistiría en comer paella y echar la siesta o en vestirse de faralaes. Pues ni un chiste ni el otro. La realidad europea se encarga de desvelar cada día la auténtica base social del contrato de integración.
Ni paella ni siesta ni faralaes. Consiste en la increíble historia contada por Enrique Serbeto el sábado sobre ese concejal del ayuntamiento de Amsterdam obligado a cambiar de asiento en un vuelo entre Turquía y Holanda. Porque la pasajera de al lado, una musulmana, lo había exigido al haberle rozado ligeramente el concejal cuando pasó a su lado para tomar asiento.
O en esa otra historia aún más incomprensible para la igualdad europea del juez parisino que acaba de anular un matrimonio entre musulmanes porque él había alegado que ella no era virgen. Ambos casos demuestran que el contrato de integración, el respeto a los principios europeos, concierne a los nacionales tanto como a los inmigrantes. A la compañía aérea holandesa KLM y al juez francés en este caso. Que se trata de un debate sobre la igualdad más que sobre la inmigración.
Ni una historia ni la otra serían sostenibles en la ofensiva por la igualdad de género protagonizada por el PSOE en España. Ni lo son los asuntos más apremiantes de la inmigración, los que realmente están acabando con la demagogia de la paella por la vía de los hechos. Es decir, por el desbordamiento de las cifras de llegadas ilegales.
Las nuevas medidas del Gobierno de Berlusconi también fueron recibidas por el Gobierno español con la demagogia de la paella. Con la agitación de la xenofobia, para ser más exactos. El primer día. El segundo, lo que al Gobierno español le preocupa es que la nueva ley italiana sobre la conversión en delito de la inmigración irregular desvíe toda esa inmigración a España.
Y expulsarlos, cómo expulsarlos. Ni siquiera a Zapatero le queda un solo recurso para la demagogia. La paella ha sido sustituida por la palabra expulsión, su nueva política de inmigración.
Edurne Uriarte
www.abc.es
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