La más reciente perversión del régimen cubano muestra una brevísima conversación -en un cuarto de hospital, y obtenida con cámara oculta-, entre la madre del fallecido preso político Orlando Zapata Tamayo y los médicos que le atendían.
En el vídeo, Reina Tamayo Danger, como no podía ser de otro modo, agradece a los médicos -no al gobierno- que intentan salvar la vida de su hijo. Y, en una esquina de la consulta, la cámara oculta, instalada por la policía política, cumple a cabalidad su tarea. El gobierno de Cuba es manifiestamente videoadicto. Ya se sabe que artistas, escritores, políticos y gente común forman parte de una de las más grandes filmotecas ilegales del mundo, de una especie de feria de las intimidades que el castrismo utiliza según le convenga.
Por si fuera poco, el régimen salpica el reportaje televisivo con varias llamadas telefónicas interceptadas por la policía. Todas fragmentarias, fuera de contexto, y lógicamente manipuladas para surtir su "efecto", sin que los implicados contasen con el derecho constitucional a la defensa, a la réplica.
Los "objetivos cubanos" del método más amado de la telebasura mundial (la cámara oculta), son básicamente dos. En primer lugar, recordar a los habitantes de la Isla que el Estado policial sigue en pie y el Gran Hermano les vigila. Dichas imágenes buscan intimidar al cautivo telespectador cubano (todos creen que tienen el teléfono pinchado y que les vigilan, aunque sea técnicamente imposible). La segunda causa es de tipo higiénica: el régimen intenta un lavado de cara ante una comunidad internacional que ha actuado tarde, pero de forma crítica, frente al escandaloso caso de Zapata.
Al menos en Europa, el método castrista resulta contraproducente y revelador de la esencia totalitaria del régimen. El reportaje de la televisión cubana se veía en España el mismo día en que un tribunal de Alemania declaraba "anticonstitucional y nula" la ley de almacenamiento de datos de telecomunicaciones para la persecución de delitos y la prevención de actos terroristas. Es improbable que el régimen de La Habana logre convencer a Europa con información obtenida de forma descaradamente ilegal.
Esto, además del gol en puerta propia que representa querer mostrar a Zapata como un vulgar criminal que merece la muerte. Es decir: como supuestamente era un reo común, todo vale para el gobierno cubano, incluyendo las marcas de tortura que Reina Tamayo observó en la espalda de Zapata, cuando le entregaron el cadáver.
¿Hasta qué punto ha calado el hecho isla adentro? ¿Por qué la televisión oficial se ha visto obligada a dedicar diez minutos al tema?
En Cuba, el control de la información sigue ejecutándose con severidad, pero cada vez con mayores hendijas. La insuficiente internet llega a algunos gatekeeper, y estos vuelcan lo que leen a Radio Patio, que es pródiga e indetenible. Los teléfonos móviles, aunque escasos, suponen un reto para el gobierno, porque desde ellos se puede incluso llegar a Twitter. Y todo esto, marcado por la histórica cobertura que ha brindado la acosada emisora norteamericana que emite hacia Cuba (Radio Martí), que con tres móviles en manos de ciudadanos anónimos describió en directo el funeral de Zapata Tamayo por las calles del pueblo de Banes.
Michel D. Suárez, periodista y escritor cubano - Madrid
www.abc.es
Vídeo en:
http://www.abc.es/20100302/internacional-iberoamerica/telebasura-castrista-201003021904.html
Fidel Castro: «Cuba nunca ha asesinado a ningún adversario»
El líder cubano Fidel Castro también salió hoy al paso de las críticas internacionales y de la oposición por las supuestas torturas y la muerte del prisionero de conciencia Orlando Zapata
Tamayo, fallecido la semana pasada al cabo de una huelga de hambre de 85 días. "En nuestro país jamás se torturó a nadie, jamás se ordenó el asesinato de un adversario, jamás se mintió al pueblo", aseguró el ex presidente Castro, primer secretario del gobernante Partido Comunista, en un nuevo artículo de sus "Reflexiones", emitido por medios oficiales.
También defendió al mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ante quienes le acusan de ignorar en su reciente visita a La Habana el caso de Zapata. "Algunos envidiosos de su prestigio y de su gloria, y peor aún, los que están al servicio del imperio (EE.UU.), lo criticaron por visitar Cuba. Utilizaron para ello las viles calumnias que desde hace medio siglo se usan contra Cuba", escribió Castro.
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