Que Chávez le hacía ojitos a ETA y que amparaba a los etarras en Venezuela era cosa vieja, pero que un juez se atreviese desde España a quejarse es cosa con la que no contaba Zapatero. A la hora de escribir esta crónica el presidente español aún no ha hecho nada tras las acusaciones del magistrado Eloy Velasco desde la Audiencia Nacional, excepto decir a Moratinos que llame a Caracas para preguntar si es verdad la acusación. ¿Qué esperan? ¿Que se les ponga Chávez y reconozca que trabaja con los terroristas? «Sí, verás, José Luis, es que tenía necesidad de matar a los presidentes de Colombia, que me estorban a las FARC».
Es de vergüenza que España no haya llamado a consultas a su embajador. Entretanto, eso sí, el gorila rojo ha salido a insultarnos llamándonos colonialistas y a gritar que queremos poner a los americanos libres «cadenas al cuello», que no hay cosa que más le guste en el mundo. Verdaderamente la situación diplomática de nuestro país mueve al sonrojo. Somos los líderes europeos de la revolución bolivariana, los adalides de Chávez, Evo Morales, Correa y los Castro, y además intentamos eliminar el embargo de armas de la Unión Europea a China, instaurado desde los horribles sucesos de Tiananmen.
Nuestra servidumbre llega al extremo de hacer pagar a los ciudadanos de Leganés el uso del polideportivo de la localidad para albergar un mitin del dirigente de Bolivia a los inmigrantes bolivianos en España. ¿Cabe duda de lo fluidas que son las relaciones? Si sumamos a todo esto los insultos a Israel y la entrega de privilegios españoles a Gibraltar, verdaderamente no hay memoria de peor ministro de Asuntos Exteriores que Miguel Ángel Moratinos.
No es de extrañar que en la manifestación convocada en Miami en memoria de Orlando Zapata la oposición cubana lanzase gritos contra España y argumentase que si algún día los Castro tienen necesidad de refugio será nuestro país su escondrijo. A eso hemos llegado. A cueva de asesinos.
Cristina L. Schlichting
www.larazon.es
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