Una de las consecuencias trágicas de las guerras es que quienes luego escriben la historia son los vencedores, y a menudo lo hacen de manera deshonesta y tendenciosa. Un ejemplo de ello lo encontramos en la Guerra de 1861, erróneamente llamada "guerra civil". |
Las guerras civiles tienen lugar cuando los contendientes pugnan por el Gobierno central. Pues bien, en 1861 Jefferson Davis no deseaba tomar Washington DC más de lo que George Washington deseaba tomar Londres en 1776. Así que ninguna de las dos fueron guerras civiles, sino guerras de independencia.
El otro día, Kevin Sieff publicó una nota en el Washington Post donde se hablaba de las críticas que ha suscitado en Virginia un manual de Historia que hace referencia a la presencia de soldados negros en las filas confederadas. "La práctica totalidad de los académicos considera que ese tipo de relato representa una distorsión de la historia", escribía ahí Sieff. Por su parte, la historiadora Carol Sheriff ha declarado: "Resulta desconcertante que se esté enseñando historia a la generación presente sobre bases infundadas, y no en función de lo aceptado por la Academia".
Bien, sometamos a examen lo que acepta la Academia.
En abril de 1861, y luego de que 70 hombres de color se alistaran para hacer lo que fuera menester por el estado de Virginia, un periódico de Petersburg pedía tres hurras para aquéllos, "los negros libres y patriotas de Lynchburg". Por su parte, el ex esclavo Frederick Douglass dejó anotado:
Hay muchos hombres de color en el Ejército Confederado; y se desempeñan no sólo como cocineros, sirvientes o peones, también hay entre ellos auténticos soldados, con mosquetones al hombro y balas en los bolsillos, dispuestos a matar (...) y a hacer todo lo que un soldado pueden hacer por destruir el Gobierno federal.
En 1919, el distinguido historiador negro Charles H. Wesley (1891-1987) publicó, en el Journal of Negro History, el artículo "El empleo de negros como soldados en el Ejército Confederado", donde daba cuenta del alistamiento de los 70 de Lynchburg y del desfile, por las calles de Augusta (Georgia) de "dieciséis compañías de hombres libres de color (1.600 efectivos) (...) camino de los campos de batalla de Virginia". Además, citaba la obra de Horace Greeley Conflicto americano (1866), de la que procede este pasaje:
Durante más de dos años, los negros fueron exhaustivamente empleados en operaciones bélicas de la Confederación. Se habían incorporado a filas y pasado la instrucción en calidad de soldados rebeldes, y habían desfilado junto a soldados blancos en un momento en que no se hubiera tolerado nada parecido en los ejércitos de la Unión.
Lo que sigue es, nuevamente, de Wesley:
Al inicio de las hostilidades, en Charleston un observador llamó la atención sobre el millar de negros que, lejos de decantarse por la insurrección, sonreían de oreja a oreja ante la perspectiva de matar yanquis.
Hay que ser muy estúpido para creer que los negros luchaban por preservar la esclavitud. Lo que no suele decirse en las clases de Historia es que el hecho de que los americanos piensen en sí mismos como ciudadanos de los Estados Unidos es algo relativamente reciente. Durante la mayor parte de nuestra historia hemos pensado como ciudadanos de nuestros respectivos estados: Virginia, Nueva York, etcétera. Turno, de nuevo, para Wesley:
Para la mayoría de los negros, al igual que para todo el Sur, los ejércitos invasores de la Unión parecían estar atacando sin el menor escrúpulo a unos estados independientes y aplastando todo lo que consideraban digno de estima.
En ésa como en todas nuestras guerras, antes y después de la abolición de la esclavitud, hubo negros que tomaron las armas con la esperanza de recibir en el futuro un trato mejor.
El negar el papel de los esclavos y los hombres libres que lucharon con la Confederación en aquella guerra de independencia forma parte de la agenda de quienes pretenden encubrir los actos inconstitucionales que cometió Abraham Lincoln a fin de evitar la secesión del Sur.
¿Tenían derecho los Estados a escindirse de la Unión? En la Convención Constitucional de 1787, James Madison rechazó una propuesta que permitiría al Gobierno federal suprimir una rebelión secesionista. Y lo hizo con estas palabras:
Una Unión de Estados que contemplara tal posibilidad estaría abonando el terreno para su propia destrucción. El uso de la fuerza contra un Estado parecería más una declaración de guerra que la imposición de un castigo, y muy probablemente sería considerado por la parte atacada como el signo de la disolución de todos los acuerdos previos a los que pudiera estar vinculada.
© Creators Syndicate Inc.
Walter Williams
http://historia.libertaddigital.com
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