Los conspiranoicos empeñados en que los atentados del 11-S fueron realizados por el gobierno useño, para hacerse con el petróleo de Irak u otras razones parecidas, parten por lo común de la idea de que el gobierno useño es un poder oscuro, que manipula a la opinión pública con métodos tortuosos y maquiavélicos y en función de intereses de dominación mundial, generalmente identificados como la masonería o el sionismo. |
Para demostrarlo acuden a ejemplos como la explosión del Maine, que efectivamente sirvió de pretexto para declarar una típica guerra de rapiña imperialista, teñida de racismo y otros intereses poco confesables. Esto es cierto, aunque la explosión del Maine fue con la mayor probabilidad un accidente y no una provocación de bandera falsa. Y encontraremos bastantes más ejemplos de acciones useñas brutales o injustas; y su alianza con Stalin, aunque fuera para destruir el nacionalsocialismo, trajo la esclavitud soviética a media Europa –si bien habría que discutir si había entonces en el continente alguna fuerza capaz de oponerse al Ejército Rojo–.
Pero no puede valorarse la acción mundial de Usa resaltando solo sus errores, maldades o torpezas, sino que estos deben contrastarse con sus aciertos y su línea general. Pues bien, la línea general de la política useña ha sido la defensa de la libertad política y de la democracia. Y ello hasta el punto de que toda Europa, salvo el caso especial español, y este solo indirectamente, le debe la libertad política y en gran medida la prosperidad de que ha disfrutado desde 1945 o, de forma más complicada, desde 1989.
En resumen: los "oscuros" intereses useños han sido, no siempre pero sí en general, bastante claros. Con los fallos y abusos que se quiera, inevitables en toda obra humana, con sus costes y errores, han promovido las democracias y una prosperidad basada en la libre empresa. Y la alternativa sí que ha sido realmente oscura: el socialismo real y, ahora mismo, una islamización que los países europeos han fomentado de modo suicida y contra la que solo ahora empiezan a reaccionar.
Uno comprende mejor a los conspiranoicos cuando constata que en el fondo de su discurso hay un rechazo a la democracia. En lo que coinciden los de izquierda y los de extrema derecha.
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Pío Moa
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