¿Por qué se habla siempre de las matanzas de Sabra y Chatila y nunca de las perpetradas por los libaneses chiitas de Amal en los campos de refugiados palestinos de Taal el Zatar y Borj el Barajneh? ¿Acaso estas últimas no les interesan a las izquierdas bobas, judeófobas y anti-cristianas? |
Si los palestinos y los musulmanes no hablan de esto porque no les sale a cuenta, entonces lo haré yo, para que se conozca de una vez por todas la verdad.
En su Septiembre Negro de 1970, Hussein de Jordania mató a 30.000 palestinos. Pues bien, hasta 12.000 llegaron a matar, de manera terriblemente cruel, los chiitas de Amal en 1987 en Borj el Barajneh, en lo que se denominó la Guerra de los Campos.
Las milicias de Nabih Berri sitiaron el lugar durante seis meses, y no permitieron que los sitiados recibieran alimentos ni medicinas. Todas las noches, comandos chiitas entraban en el campo y degollaban a 100 o 200 personas. La situación llegó a ser tal, que un jeque sunní residente en el campo emitió una fetua por la que autorizaba el consumo de carne humana. La gente –hombres, mujeres, viejos y niños– moría asesinada, o de hambre, o por falta de cuidados médicos.
Los musulmanes, tanto chiitas como sunnitas, han guardado un silencio cómplice durante todos estos años. El mismo velo de silencio cae sobre lo sucedido a finales de los 70 en Taal el Zatar, otro campo de refugiados palestino en territorio libanés, cuando 8.000 palestinos perdieron la vida a manos, de nuevo, de la gente de Amal. Aún faltaban cinco años para que de dicha milicia surgiera, en 1982, la tristemente célebre Hizbolá.
La historia usual, los medios de comunicación no recogen estos hechos. No conviene. Pero ya es hora de que se sepan estas verdades, que tantos pretenden ocultar al mundo. Aquí hablamos de musulmanes víctimas de musulmanes, no de Israel ni del Líbano, que les recibió haciendo gala de un hondo sentido humanitario; sin embargo, muchos palestinos dieron en provocar a sus anfitriones, en sumarse a la tarea de desmembración del País del Cedro a instancias de Siria, que piensa que el Líbano le pertenece.
El mundo solo ve lo que quiere ver, siempre la misma cara de la moneda. Pues bien, conviene recordar que estamos inmersos en una guerra que ha desatado el fundamentalismo bárbaro contra todo Occidente. Ante el avance islámico, irracional e imperialista, difundir la verdad es una obligación. Juzguen ustedes si no.
Dori Lustron
http://historia.libertaddigital.com
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