segunda-feira, 3 de agosto de 2009

Concomitancias

Observen estos fenómenos sociales, políticos e ideológicos, tan extendidos en nuestra sociedad:

*Fracaso escolar
*Expansión de la droga y el alcohol, fundamentalmente entre la juventud
*Divorcio masivo
*Aborto masivo
*Aumento de la delincuencia
*Extensión de la pederastia
*Telebasura y trivialización del sexo
*Violencia doméstica
*Homosexualismo militante
*Feminismo
*Ecologismo radical
*Corrupción de los políticos
*Separatismo o simpatías o pasividad ante él
*Terrorismo o colaboración con él o pasividad ante él
* “Muerte de Montesquieu”, es decir, liquidación de la independencia judicial
*Ignorancia de España mezclada con aversión o indiferencia hacia su historia y unidad
*Simpatía, pasividad o indiferencia por el islamismo y su penetración social
*Aversión a Israel y simpatía por el terrorismo musulmán
*Aversión a la democracia useña
*Simpatía más o menos explícita por el régimen de Castro y por el mito de Che Guevara
*Simpatía por el Frente Popular español durante la guerra civil
*Aversión a la Iglesia y, en general, al cristianismo
*Simpatía, en general, por las dictaduras y totalitarismos de izquierda
*Odio más o menos visceral al franquismo

Podríamos alargarnos con algunas tendencias más, pero creo que es suficiente: se trata de hechos concomitantes. Concomitancia, explica la RAE, es la “acción y efecto de acompañar una cosa a otra, u obrar juntamente con ella”. Tales tendencias coinciden hoy en muchísimas personas, si bien no en todas del mismo modo o con la misma intensidad. Conforman lo que se ha dado en llamar, vagamente, “ideología progre”, aunque ella suela echar sobre los contrarios la culpa de algunos efectos de sus modos de pensar, como la pederastia o la violencia doméstica. Esta ideología se identifica mayormente con las izquierdas, pero está muy extendida también en la derecha, y tópicos del feminismo o del ecologismo se han hecho casi universales. Hay aspectos, como el odio a Israel y el apoyo al terrorismo islámico, compartidos por la izquierda y la extrema derecha. La antaño extendidísima complacencia con el TNV (terrorismo nacionalista vasco) ha decaído mucho, pero, paradójicamente, la colaboración de los políticos con él ha llegado a extremos nunca antes vistos.

Estas ideologías vienen en gran parte del marxismo o siguen su método, aunque sin la coherencia de aquella doctrina: como trozos del Muro de Berlín llevados a todas partes y que intentan reconstruirse sobre el viejo modelo, con variadas formas y demagogias. Pues, aunque sorprenda, la caída del Muro nunca suscitó la menor reflexión crítica o autocrítica un poco seria en los marxistas, y menos en los españoles, cuya capacidad teorizadora siempre tendió a cero. Lo mismo entre la vasta tierra intermedia de los compañeros de viaje, simpatizantes o respetuosos del marxismo. Todos ellos, desconcertados, han perdido, como digo, la antigua coherencia doctrinal y analítica, pero han aumentado su componente histérico y obran juntos en la tarea de destruir los elementos de la civilización occidental, de modo especialmente virulento en España.

Pío Moa

En Época (31/7/2009)

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