Durante los años 80, la mayoría de los “expertos” en política internacional y analistas de inteligencia estadounidenses no lograron percibir los cambios que ocurrían en el Bloque Soviético como retos serios para los regímenes de esos países. ¿Podría estar repitiéndose la historia nuestras narices, esta vez en Cuba? |
Después de vivir 50 años bajo la dictadura más represiva en la historia del hemisferio occidental, el pueblo cubano está perdiendo el miedo y comenzando a quitarse de encima la bota comunista. Paradójicamente, esto sucede mientras se esparce una nube oscura de populismo autoritario por las Américas, financiada por los petrodólares de Hugo Chávez, fundamentada sobre la infraestructura de inteligencia y seguridad de Castro, e impulsada por años de incompetencia y egoísmo de las élites políticas. El cambio democrático en Cuba, no importa cuanto tiempo ha sido considerado imposible, podría cambiar la situación en dirección positiva y marcar el comienzo de un renacimiento de libertad en el continente.
Un sonido poco común se escuchó en tres ciudades cubanas a principios de mayo del presente año: se golpeaban cacerolas y sartenes para protestar por las condiciones políticas y económicas en la isla. La protesta fue tan inusual como la manera en la cual se organizó: un incipiente movimiento de jóvenes blogueros utilizó su limitado acceso a Internet –el gobierno cubano restringe severamente el acceso a computadoras y a la red global– para correr la voz e instar a la población a realizar la protesta.
Unas semanas antes, el 29 de marzo de 2009, en el Festival de Arte de La Habana, algunos de estos mismos blogueros, junto con jóvenes artistas, subieron al escenario y proclamaron un "podio abierto" instando a los centenares de espectadores y participantes a expresarse libremente. Muchos lo hicieron, burlándose abierta y valientemente de la censura gubernamental.
Estos sucesos son inusuales porque cualquier tipo de protesta antigubernamental en Cuba solía toparse con furiosas agresiones físicas por parte de la policía y "brigadas de respuesta rápida", compuestas por sicarios locales armados con barras de hierro y otros instrumentos contundentes. Sin embargo, las brigadas de respuesta rápida se enfrentan ahora la no cooperación, pasiva pero consistente, de parte de los ciudadanos.
Días atrás, en un concierto auspiciado por el Gobierno, muchos jóvenes habían protestado contra el arresto de Gorki Águila, líder de una banda de música rock de estilo punk conocida por la letra obscena de sus canciones y sus duras críticas al régimen castrista. La gerontocracia de los Castro está intentando mantener el control total sobre una nación cuya población tiene, en promedio, menos de la mitad de su edad.
En el pueblo de Placetas, en la parte central de Cuba, vive Jorge Luis García Pérez "Antúnez", un cubano de raza negra que cumplió 17 años en prisión por reclamar el glasnost y la perestroika en la isla. Antúnez ha sido llamado "el diamante negro" por sus compañeros del presidio a causa de su resistencia implacable frente a la dictadura y en reconocimiento al color de su piel. Ha organizado marchas, ayunos, vigilias y reuniones en una cruzada para impulsar un movimiento cívico no violento a favor del cambio en la Isla y recientemente protagonizó una huelga de hambre para atraer la atención internacional sobre la tragedia de los cubanos.
Antúnez tiene razones para sentirse esperanzado. El mismo régimen castrista ha reconocido que –a pesar de la coerción oficial– no puede extinguir lo que llama "indisciplina laboral" o sea, la no cooperación rampante de los trabajadores con el aparato de mando y control del régimen. Es más, después de una campaña realizada con gran dedicación por activistas por toda la isla, más de millón y medio de cubanos con edad legal para votar se negaron a cooperar con la farsa electoral unipartidista y de candidatos únicos para cada escaño, organizada por el Gobierno en febrero de 2008 con el fin de "legitimar" el traspaso del poder presidencial del Castro mayor a su sucesor, cuatro años menor. Nunca antes habían osado los cubanos desafiar la orden –que se hace cumplir rígidamente– de votar. Por primera vez en medio siglo, esta campaña innovadora, realizada mediante ayunos, protestas públicas, talleres, la colocación de material en internet, distribución de boletos y programas radiales por onda corta, logró galvanizar el rechazo ciudadano de la farsa electoral.
Después de la ola represiva del 18 de marzo de 2003 que resultó en el encarcelamiento de 75 activistas y líderes cívicos, el movimiento de resistencia ha desarrollado maneras innovadoras de expandir su lucha por la libertad, incluyendo la fundación de grupos como el Movimiento Feminista por los Derechos Civiles "Rosa Parks", boletines independientes y hasta la creación de comités ciudadanos en contra de abusos policíacos. El movimiento crece al compás del descontento popular que, cada vez más abierto, lo alimenta.
Varios congresistas estadounidenses y gobiernos extranjeros están presionando a la administración del presidente Obama para acelerar intentos de acercamiento diplomáticos con Cuba, sin considerar la acción –o inacción– de esa dictadura. El resultado de tan equívoca propuesta sería socavar el creciente movimiento disidente en la Isla y de postergar el día en que la democracia y la libertad puedan regresar a esa sufrida nación.
Blogueros desafiantes, bandas de rock underground, estudiantes instando a la reforma universitaria, prisioneros políticos que continúan retando al régimen detrás las rejas, una campaña de no cooperación que movilizó una cantidad sin precedentes de cubanos en la Isla son solo algunos de los componentes de un persistente movimiento de resistencia cívica que ha florecido internamente en Cuba, presentando un reto constante al antes poderoso régimen totalitario que ha mantenido el poder por la fuerza y el miedo. Desarmados pero perseverantes, los integrantes de la resistencia no violenta cubana han demostrado repetidamente su habilidad de frenar un estado leviatán que no ha mostrado escrúpulos al lidiar con opositores políticos. Este movimiento cívico emergente representa una alternativa positiva para el futuro de Cuba.
La frustración con el Gobierno actual en Cuba no se limita a jóvenes y anónimos. En marzo de este año, algunos de los oficiales más poderosos del gobierno, incluyendo el vicepresidente del Consejo de Ministros (Gabinete) a cargo de la economía Carlos Lage, el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque y otros oficiales de alto rango fueron removidos de manera sumaria de sus cargos. Su futuro se está debatiendo a los niveles más altos, incluyendo el Politburó, el organismo de toma de decisiones del Partido Comunista, al cual fueron igualmente obligados a renunciar. Su crimen: haber sido grabados secretamente mientras se burlaban de la incompetencia de Raúl y Fidel Castro (y en el caso de Fidel, su incontinencia) y de la edad avanzada de la cúpula gobernante, sus propios colegas en las posiciones más altas de gobierno. Además, se escucharon abiertamente expresando que esperaban el día en que una generación más joven pudiera mandar. El significado político del descenso y la detención quienes fueron los más confiables líderes de más alto rango de la próxima generación de mandatarios de la Isla no puede ser subestimado.
Un diálogo con el gobierno castrista que ignore la creciente disidencia y la desesperación a todos niveles de Cuba sería tan contraproducente como haber ignorado a Lech Walesa en la década de los 80 en Polonia y haberse dirigido solamente al general Jaruzelski. En lugar de esto, los EEUU deben atraer la atención internacional sobre la valiente resistencia cívica cubana e insistir en que esas naciones que se relacionan con Castro no den la espalda a estos luchadores no violentos por la libertad. Durante esta década, demasiadas embajadas europeas (especialmente de la "Europa antigua") han cesado, incluso, de invitar a los disidentes a funciones diplomáticas bajo presiones del régimen castrista. Afortunadamente, los estados de Europa del Este continúan haciéndolo, pues recuerdan lo que es vivir bajo una dictadura comunista y cuan importante es para los disidentes saber que tienen amigos afuera que los conocen por sus nombres.
Se solía decir que "los generales están siempre preparados para luchar en la última guerra" porque no podían darse cuenta de los cambios ocurridos en el lapso de tiempo desde la guerra anterior. Lo mismo se puede decir hoy en referencia a diplomáticos y políticos que instan a favor de mayor trato comercial y diplomático con la Cuba de Castro. Están preparados para hablar con un Gobierno que no representa el futuro de Cuba, ni siquiera su presente.
Pero quizás los congresistas estadounidenses y oficiales extranjeros que claman a favor del diálogo y una política de mayor interacción no puedan ser culpados enteramente. A fin de cuentas, ¿cuándo fue la última vez que los principales medios de Estados Unidos, o internacionales, informaron sobre los eventos descritos en este artículo?
© AIPE
Otto J. Reich y Orlando Gutiérrez
Reich ocupó altos cargos en la Casa Blanca y el Departamento de Estado durante 12 años y Gutiérrez es secretario nacional del Directorio Democrático Cubano.
Nenhum comentário:
Postar um comentário