El mes pasado el socialdemócrata Thilo Sarrazin, a la sazón consejero del Bundesbank, hizo unas declaraciones incendiaras sobre Berlín. La ciudad, decía, no se ha recuperado de la masacre y el exilio de sus élites empresariales, financieras e intelectuales en los años 30 y ahora vive un momento particularmente decadente, entre la inmigración no asimilada y la subvención al por mayor, tan querida por los políticos herederos del izquierdismo de los años 60. |
Es de suponer que Sarrazin piensa que, con la enorme deuda financiera que arrastra, la conversión en capital política de Alemania no ha mejorado las cosas. Otro aspecto de la cuestión es la llegada al poder de Angela Merkel y su consolidación como líder nacional y, probablemente, de Europa. Una mujer criada en la Alemania comunista, es decir en la antigua Europa del Este, ha conseguido pulverizar otra vez el Muro y dejar atrás su pesada herencia.
Para entenderla en todas sus dimensiones es recomendable leer este Muro de Berlín, de Frederick Taylor. Taylor es un escritor británico, traductor al inglés de parte de los diarios de Goebbels y autor de un estudio sobre los bombardeos de Dresde. Su interés por Alemania procede de un conocimiento directo. Consciente de lo que el Muro ha significado en la historia de Europa, empieza con un auténtico tour de force, como es comprimir la historia de Alemania, y en particular la de Prusia, en unas pocas páginas. El lector tiene así cabal conocimiento del significado cultural de Berlín, origen, producto y escenificación de la ideología prusiana, con su combinación explosiva de militarismo y nacionalismo.
El libro se remansa con la posguerra, con el reparto de Alemania y Berlín: el capítulo sobre el bloqueo de la ciudad y el heroico puente aéreo desde Occidente es magnífico. Enseguida llegamos a los días de agosto de 1961 en los que se elevó el Muro, consecuencia final del cierre –por parte del régimen comunista– de la frontera entre la República Federal de Alemania y la RDA. La Operación Rosa, que así se llamó aquella intervención, acabó con la sangría de alemanes hacia el Oeste (unos tres millones hasta ese momento) y estabilizó la situación. Muchos en Europa, como recuerda Taylor, respiraron tranquilos. El Muro encerraba a la población de la Alemania comunista, pero también plantaba un límite a la expansión soviética. Kennedy, de cuyo anticomunismo no hay duda alguna, no pidió la demolición del Muro cuando visitó la ciudad.
A partir de ahí empieza otra historia: la de los intentos de salida, muy bien relatados por Taylor. Algunos tuvieron éxito, como el del cabo Conrad Schumann, que saltó por encima de la alambrada y fue inmortalizado en la célebre fotografía. (Mucho más tarde, después de una visita a su tierra, se ahorcó); otros no tanto: pensemos por ejemplo en el joven de veinte años Chris Gueffroy, el último asesinado a tiros en el Muro (febrero de 1989).
La biografía del Muro está contada, por tanto, desde todas las perspectivas: está la estrictamente humana, la que recoge las tensiones en Berlín, la que se centra en la gran cuestión estratégica del enfrentamiento entre los dos bloques…
Los últimos capítulos analizan la caída del Muro, y son un buen recordatorio del acontecimiento, ahora que acabamos de celebrar el 20º aniversario. Taylor relata unos hechos muy complejos con sencillez, sin tomar partido en la polémica de fondo que marca desde entonces la discusión sobre las razones últimas de la caída. ¿Aquello fue consecuencia de un movimiento de emancipación, o más bien de un desplome de la legitimidad de los regímenes comunistas provocado por los imposibles intentos reformistas de Gorbachov?
Esta pregunta centra en buena parte los estudios actuales sobre el fin del comunismo, en particular el volumen colectivo, recopilado por Jeffrey Engel, The Fall of the Berlin Wall. El interés del libro de Taylor, en este contexto, consiste en colocar la lupa en el microclima berlinés y en la Alemania del Este.
Un último capítulo, más ensayístico, reflexiona sobre el significado del Muro y su legado, hasta la actualidad. Para Taylor, la tragedia del Muro va más allá de la separación que impuso. Consistió en lo que llama el secuestro de la esperanza, llevado a cabo por el totalitarismo comunista y que sólo hoy, con la aparición de una generación que ya no conoció aquella realidad –simbolizada por la llegada al poder de Angela Merkel–, tal vez pueda empezar a darse por acabado. Aunque, si se tienen en cuenta las declaraciones de Sarrazin, quizá la historia haya tomado un giro nuevo e impensado.
FREDERICK TAYLOR: EL MURO DE BERLÍN. RBA (Barcelona), 2009, 555 páginas. Traducido por Antoni Puirós.
José María Marco
http://libros.libertaddigital.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário