Cayó el Muro de Berlín pero no la cara dura de algunos. Para muestra, dos botones. El pensamiento único volvió a manipular la historia. Así, hemos visto tratar a Juan Pablo II, Ronald Reagan y Margaret Thatcher con ignorancia, desdén o mala fe. Y no por azar, porque se trata de figuras que contaron con respaldo popular, que combatieron a las dictaduras comunistas, y que no se tragaron los camelos de la corrección política. Esto no lo puede perdonar un sujeto como Smiley, en cuyo currículum no brilla su valentía a la hora de defender la libertad.
Entonces ¿qué hace? Pues mentir, equiparando franquismo y comunismo. Pero el comunismo fue y es muchísimo peor que el franquismo, y para colmo Smiley y sus secuaces no pueden presumir de haber abanderado la lucha ¡contra ninguna de esas dos dictaduras! Por otro lado, arrecia otra comparación ilegítima, a cargo de personas mucho más sabias que Smiley, y que incluyen a premios Nobel como Samuelson y Stiglitz. Me refiero a la fantasía centrista que sostiene seriamente que la crisis económica es equivalente a la caída del Muro, al haberse derivado de un extremismo liberal análogo a los rigores del llamado socialismo real.
Lo más prudente y acertado, por tanto, estribaría en hallar un punto medio entre ambos extremos. Se admite que el comunismo estaba mal, a veces casi a regañadientes y no llamándolo por su nombre sino como estalinismo, burocratismo, estatismo, etc., cuando no limitándose sólo a denunciar sus «excesos», quizá la palabra más repugnante porque sugiere que el comunismo tenía un fondo bueno, y sólo ocurrió que sus dirigentes se excedieron.
Vamos, que mataron a cien millones de trabajadores y apenas se pasaron, en un exceso similar al supuesto «fundamentalismo de mercado» en el que habríamos vivido los últimos veinte años, como si no hubiéramos pagado impuestos y soportado controles, regulaciones, multas y prohibiciones a granel. Hay que tener también mucha cara para jugar a esta tramposa equidistancia.
Carlos Rodríguez Braun
www.larazon.es
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