sexta-feira, 13 de novembro de 2009

ZP, Franco y el Muro de Berlín


Cuando oí al Presidente del Gobierno Español comparar la caída del muro de Berlín con la muerte de Franco, pensé que este Señor, lo digo con todo el respeto, no había pensado lo que decía, no se ha preguntado nunca que ha representado el comunismo para la humanidad. Si la filosofía se ha caracterizado siempre por hacer preguntas para entender lo que pasa, es evidente que la principal característica de nuestro tiempo es la contraria: la de no hacerse interrogantes para no tener que pensar. Sin embargo, uno de los grandes retos que tiene ante sí el hombre moderno es, precisamente, hacerse preguntas y buscar la respuesta adecuada. Estoy de acuerdo con Rouco Varela, cuado dice que “Conocer es siempre un acontecimiento”. Pienso que Rodríguez Zapatero no conoce. Es conveniente se hagan algunas preguntas que tienen mucho que ver con el atasco mental en que vive buena parte de la sociedad.

Por ejemplo podemos preguntarnos si el poder político tiene la facultad de limitar e incluso negar los derechos fundamentales de la persona humana como pretende hacer con el aborto y con la objeción de conciencia. Otros pueden ser el derecho a la vida, a la libertad religiosa, de pensamiento, de conciencia, de expresión y de enseñanza.

La respuesta es obvia: el poder político no tiene ni puede tener esa facultad por la sencilla razón de que tales derechos son anteriores a la constitución misma del propio poder. En consecuencia, el Estado no es el dueño de la sociedad ni mucho menos de la persona. Del mismo modo, ese poder que trata de apoderarse de la sociedad, tampoco puede disponer sin límite moral y jurídico de instituciones tan básicas como el matrimonio y la familia. Pues bien, eso es lo que está pasando en casi todos los ámbitos políticos, sociales, culturales y hasta jurídicos de nuestro país. De ahí la urgente necesidad de hacerse preguntas y, sobre todo, de responderlas antes de que caigamos en la dictadura del relativismo, dictadura tantas veces denunciada por Benedicto XVI.

José Morales Martín

www.diarioya.es

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