«ETA hace saber que hace ya algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas». Ese «ofensivas» es impagable. Si hace meses renunciaron a las acciones armadas ofensivas, ¿qué fueron entonces los disparos que costaron la vida al gendarme francés que intentaba detenerles tras un robo de vehículos? ¿Una «acción armada defensiva»? Seguramente. Cuanto ETA viene haciendo no es más que «defender con las armas en la mano al pueblo vasco frente a la estrategia salvaje de su negación y aniquilamiento», según el mismo comunicado. Es decir, que los cientos de muertos, los miles de heridos, las incontables extorsiones, chantajes y amenazas son «acciones armadas defensivas», que sigue reservándose. Como el derecho a seguir cobrando el «impuesto revolucionario», a amenazar a quien les dé la gana y a pegar dos tiros al gendarme francés, al guardia civil español o al policía portugués que intente detenerlos en pleno delito. Para ellos, es «legítima defensa», «lucha por la liberación». ¿Saben ustedes cuántas veces se cita en el comunicado la palabra «lucha»? Pues nada menos que nueve. Si esto es «un paso adelante», como dicen algunos, no sé lo que sería uno atrás. ¿Volar, tal vez, el Camp Nou o el Santiago Bernabéu en un Madrid-Barça? Aunque no quiero dar ideas a esos bestias.
Con ese papelucho impresentable, que la BBC, mostrando una vez más su decadencia, ha dado como noticia cuando es sólo un timo casi tan viejo con el de la estampita, quieren los batasunos y demás filoetarras, que no asesinan, pero tampoco condenan los asesinatos, por compartir sus últimos objetivos, obtener la franquicia para presentarse a las próximas elecciones municipales vascas. Les urge disponer de nuevo de fondos públicos para respaldar la «lucha» citada nueve veces en un comunicado que ni siquiera se digna mencionar la «tregua verificable internacionalmente» que imploraban esos lacayos a los «señores de las pistolas», por no hablar ya de entregar éstas, que es lo mínimo que puede pedirse en estos casos, pues con las pistolas sobre la mesa no se negocia, se conmina.
Uno no sabe a quién despreciar más, a los pistoleros que no renuncian a seguir asesinando con el pretexto de defender a su pueblo o a quienes pretenden seguir apoyándoles desde las instituciones democráticas, para hacer una mofa de éstas. A fin de cuentas, los terroristas dan la cara, mientras sus comparsas dan sólo el trasero en los ayuntamientos vascos y la voz, en las ruedas de prensa.
Aunque el mayor de los desprecios se lo ganan a pulso aquellos que fuera del País Vasco dan crédito a unos y a otros, demostrando ser más idiotas, más cobardes y taimados que ambos.
José María Carrascal
www.abc.es
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