La homosexualidad había llegado a ser despenalizada [en Rusia] durante el breve periodo de gobierno democrático en 1917, por parte de los demócratas constitucionalistas, pero los bolcheviques volvieron a condenarla (...). |
(...)
A nadie se le pasaba por la cabeza defender las relaciones homosexuales, ni en la época de Stalin ni en la de Lenin. (...) Desde la revolución hasta 1934, la homosexualidad fue considerada una enfermedad, de modo que los códigos penales de 1922 y 1926 no recogían tal práctica como punible (...). Pero desde 1934 se sumó la consideración sanitaria a la penal, a resultas de la urgencia que le fue transmitida por los órganos de seguridad a Stalin.
(...) un hecho (...) incitó a Stalin a tomar cartas en el asunto. Fue el informe que le remitió Yagoda el 19 de diciembre de 1933 acerca de una red de homosexuales –entonces denominados pederastas (...)– de Moscú y Leningrado:
En el proceso de liquidar recientemente un contubernio de pederastas con sede en Moscú y Leningrado, el OGPU [la policía secreta] ha descubierto la existencia de salones y tugurios en los que se han celebrado orgías (...) los pederastas han pervertido a jóvenes perfectamente sanos, a hombres del Ejército Rojo, de la Marina, a estudiantes. No disponemos de una ley que nos permita enjuiciar criminalmente a los pederastas (...) Yo consideraría esencial en esta cuestión la aprobación de una ley adecuada, que dé a la pederastia la categoría de crimen. De ese modo se procederá a una exhaustiva limpieza de la sociedad... (V. Donald Rayfield, Stalin y los verdugos, Taurus, Madrid, 2003, p. 299).
El comisario de Justicia, Krylenko, anunció que la homosexualidad era un vicio burgués y que una "sociedad sana" no tenía sitio para "tales personas". La homosexualidad pasó a ser definitivamente contrarrevolucionaria, de modo que, a partir de marzo de 1934, el artículo 121 del código penal soviético recogía las penas a imponer por prácticas de este tipo: cinco años si la relación había sido consentida y hasta ocho si se trataba de un menor. Unos 50.000 homosexuales masculinos fueron enviados al Gulag por su condición sexual desde los años treinta hasta los ochenta.
Sólo en los casos en los que se consideraba que la patología era lo suficientemente intensa como para anular la libertad del individuo podía esperarse el internamiento en un centro. En general, la homosexualidad era considerada un vicio o una disfunción psiquiátrica, y eso en el mejor de los casos (la mayor parte de las veces se la definía como una patología psiquiátrica). El homosexual padecía de "infantilismo psíquico y desarreglo hormonal", cuando no se le consideraba sencillamente un vicioso irrecuperable hundido en el fango del sexo compulsivo.
Manifestación de la "decadencia burguesa", la homosexualidad fue definida en 1952 en la Enciclopedia Soviética como "perversa":
El origen de la homosexualidad está conectado a las circunstancias sociales cotidianas; para la gran mayoría de las personas que se dedican a la homosexualidad, tales perversiones se interrumpen en cuanto (...) se encuentran en un ambiente social favorable (...) En la sociedad soviética, con sus costumbres sanas, la homosexualidad es vista como una perversión sexual y es considerada vergonzosa y criminal. La legislación penal soviética considera la homosexualidad punible, con excepción de aquellos casos en los que sea manifestación de un profundo desorden psíquico...
En el mundo soviético (...) se primaba el ambientalismo. Todo podía arreglarse si se modificaban las condiciones. La homosexualidad –como la delincuencia, la injusticia, la religión– dependía de factores ambientales, por lo que, situado el individuo en un medio favorable, (...) desaparecería inmediatamente. Esta era la doctrina oficial, aunque no está claro si el Gulag podía ser considerado [un medio] lo suficientemente "favorable" (...) para corregir la desviación sodomítica.
No eran sólo los bolcheviques rusos. La izquierda en general no dudaba en utilizar la homosexualidad como medio para atacar a sus oponentes. En Alemania lo había hecho con el partido nacional-socialista, algunos de cuyos líderes eran notorios homosexuales (...) El Münchner Post, diario del SPD, había publicado una serie de artículos, bajo el genérico título de "Nacional Socialismo y Homosexualidad", entre los que incluían trabajos como "Hermandad de Mariquitas en la Casa Parda" (en referencia a la sede del Partido Nazi en Múnich). El 14 de abril de 1931 acusaba a la cúpula de las SA de ser homosexual; y nueve días más tarde, a Röhm, de pagar prostitutos. La también socialista Rheinische Zeitung advertía a los padres de que tuvieran cuidado con poner a sus hijos en manos de los homosexuales de la Hitlerjugend.
No se trataba sólo de Reich; en realidad, toda la Escuela de Frankfurt era partidaria de la teoría psicosexual para explicar el fascismo: Adorno, Horkheimer, Erich Fromm... Las ideas de Reich serán igualmente asumidas más tarde por el eminente Lacan y por Sartre. Para H. Oosterhuis, "los teóricos socialistas [marxistas] como Wilhelm Reich tendían a ver la homosexualidad sociológica y psicológicamente como una aberración de la derecha, nacionalista y, sobre todo, fascista. (...) contra la supuesta inmoralidad de los nazis, los antifascistas evocaban su propia racionalidad y pureza".
El que los marxistas alemanes y soviéticos profesasen tal creencia no era una novedad. En las raíces mismas del marxismo estaba la consideración de que la homosexualidad era una aberración de la burguesía degenerada; Lenin diría algo semejante años después.. Para Engels (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado), la homosexualidad resultaba "abominable" y "despreciable". Además, era una "monstruosidad moral". Para Marx, la alteración de las relaciones humanas fuera de la pareja monógama era una aberración, (...) "la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano".
Existía la conciencia de que, bajo las condiciones que procuraría el socialismo, la homosexualidad desaparecería. En Alemania, August Bebel, autor de la obra más leída por los militantes socialistas del SPD, La mujer bajo el socialismo, aseguraba que "el crimen contra natura" era patrimonio de las clases altas y burguesas, en su degeneración. (...) [Y] Marx describía a los autores que despuntaban por su promoción del amor libre como "estúpidos maricones".
NOTA: Este texto está tomado del libro de FERNANDO PAZ EL FRACASO DE UNA UTOPÍA. HISTORIA DE LOS CRÍMENES COMUNISTAS, que acaba de publicar la editorial Áltera.
Fernando Paz
http://historia.libertaddigital.com
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