Quienes tendrían que estar más desencantados con el comunicado de ETA, tendrían que ser sus amigos, la izquierda abertzale que le venía pidiendo casi de rodillas una tregua verificable para poder presentarse a las próximas elecciones, y se ha encontrado con un anuncio por la BBC a lo Halloween, con el tradicional «trick or treat», «trato o truco», que invocan los niños norteamericanos en esa fiesta para obtener golosinas. Ni siquiera es un simple alto el fuego. Es un «alto el fuego de las acciones armadas ofensivas», o sea que se reserva el derecho a las acciones armadas defensivas, que pueden ser todas las que a ella le de la gana, pues ETA se considera dueña y señora del territorio vasco y sus habitantes, no la tregua indefinida y verificable que le pedían sus conmilitones, por no hablar ya de la entrega de armas, que es lo mínimo exigible a quienes llevan décadas asesinando, secuestrando, extorsionando y amedrentando a la ciudadanía no sólo vasca sino también española y aún francesa. En resumen, que más que un paso adelante, estamos ante un documento que muestra, primero, lo lejos que se halla ETA de la realidad y, segundo, lo difícil, por no decir imposible, que es hacerla cambiar.
Que se encuentra en un atolladero no cabe la menor duda. En otro caso, ni siquiera hubiera emitido ese comunicado, ya que su forma habitual de hablar es con pistolas y bombas. Pero que ni aún contra las cuerdas es capaz de dejarlas resulta también incuestionable. No es la primera vez que, acosada, anuncia una tregua-trampa para recuperar fuerzas y volver a matar. Pero esperemos que entre las fuerzas democráticas, nadie vuelva a caer en esa trampa, como cayó el gobierno Zapatero cuando, contra la opinión de todos los expertos, inició una negociación a todo trapo con ella, de la que salió, no la paz prometida, sino una docena de muertos.
En cuanto a la izquierda abertzale, tiene ante sí la oportunidad ideal para liberarse y lavar su cara. Sólo tiene que anunciar públicamente que rompe con una banda de asesinos que se arroga la representatividad del pueblo vasco sin tenerla, una vez que ni siquiera acepta lo que ella le pedía, que tampoco era tanto: que en democracia, no cabe otro comportamiento que el respeto a las vidas, bienes e ideas de los demás, ni otros privilegios que los establecidos por las leyes para todos los ciudadanos. ¿Qué espera esa autodenominada izquierda para demostrarnos que nada tiene que ver con esos criminales, secuestradores y extorsionistas?
Mucho me temo, sin embargo, que no lo hará. Y no por miedo, sino por algo mucho más profundo, poderoso y sutil: por una afinidad colectiva con ellos.
José María Carrascal
www.abc.es
Nenhum comentário:
Postar um comentário