El régimen de Pol-Pot eliminó en Camboya a más del 20% de la población en un brutal genocidio en nombre del comunismo. Ahora en Roma descansarán las reliquias de los mártires, entre ellas las de su obispo, en una basílica en la que están otros mártires del siglo XX.
Una Basílica romana, concretamente la de San Bartolomé, mantiene viva una verdadera memoria histórica: la de los mártires del siglo XX. Allí, la Comunidad de San Egidio que tiene encomendado el templo desde 1993, tiene un "memorial permanente" de recuerdo de los cristianos que han dado su vida y que han vertido su sangre durante el pasado siglo en todos los continentes.
Según informa Religión en Libertad, el pasado 16 de septiembre Olivier Schmitthaeusler, obispo auxiliar de Phnom Penh, en Camboya, presidió en San Bartolomé una ceremonia en recuerdo del prelado camboyano mártir Joseph Chlmar Salas y que fue asesinado en septiembre de 1977 durante el genocidio que protagonizaron los jemeres rojos. Allí también se homenajeó a los miles de cristianos camboyanos asesinados en nombre del comunismo.
Igualmente, el obispo Schmitthaeusler hizo entrega a la Comunidad de San Egidio de un fragmento de la cama de madera sobre la que, durante su deportación, el obispo asesinado celebraba de manera clandestina la Liturgia. A partir de este momento, este fragmento estará colocado en el altar en el que están guardados los recuerdos de mártires de Asia y Oceanía. En este Memorial de los Nuevos Mártires existente en Roma se recogen las memorias y las reliquias de un gran número de mártires y testigos del siglo XX.
Durante los años en los que gobernó Pol Pot y sus jemeres rojos se asesinó a unos 2 millones de personas de todas las maneras imaginables, es decir algo más del 20 por ciento de la población. "Basta un millón de buenos revolucionarios para el país que nosotros construimos" decía Pol Pot, del resto se podía prescindir.
Los comunistas camboyanos empezaron vaciando las ciudades y se puso a toda la población a cultivar la tierra en condiciones infrahumanas, sometida a privaciones, torturas y continuas ejecuciones por parte de los guardias rojos. Es, por ejemplo, lo que se hizo con el obispo camboyano asesinado.
La brutal violencia de los Jemeres Rojos iba dirigida contra toda la sociedad. Todo el que llevaba gafas fue ejecutado porque los líderes comunistas daban por hecho que era un intelectual y un cosmopolita. Parecida suerte corrieron los católicos, muchas veces ejecutados mediante crucifixión en la selva siamesa tal y como se ve en la foto.
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