Una vez más la Comunidad Judía, creyente o no, y todos sus amigos, celebramos la llegada de la «cabeza del año» o año nuevo judío. Se conmemora la fecha en la que, según la tradición, Dios creó al primer hombre que habitó el mundo, o sea hace 5.771 años. Este año, el año nuevo comenzará con el encendido de velas sobre las ocho y veinte de la tarde y su primer día, el equivalente a nuestros primero de enero, será el 8 de septiembre. Mientras suene el shofáro cuerno de carnero, comenzará la meditación, el examen de las conciencias y el arrepentimiento por las faltas cometidas.
Los actos, eminentemente religiosos, terminarán con el Yom Kippur o día del perdón en el que, según la tradición, Dios juzga a los hombres colocando a cada uno en el lugar que le corresponde. A quienes en alguna ocasión hemos vivido esas festividades sabemos la emotividad que encierran, algo parecido, para que lo entiendan los no judíos, a la celebración de la Navidad cristiana. «Que el Señor te inscriba en el libro de la vida para que pases un buen año», es costumbre felicitarse mutuamente.
Y un buen año es el que puede deparar a israelíes y palestinos si prosperan las conversaciones de paz iniciadas en Washington, auspiciadas por los Estados Unidos, conversaciones que retoman la estela de aquellas de Oslo y Taba y que fracasaron por la falta de grandeza política de Arafat. Hamás, espoleado por el iraní Mahmud Ahmadineyad, ya ha amenazado con torpedear esa esperanza que se abre en este nuevo año judío que coincidirá, más o menos, con el fin del Ramadán. ¡Habrá que orar para que Elohim inscriba en el libro de la vida el nuevo año 5.771 que va a comenzar!
José Trías Sagnier
www.abc.es
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