quarta-feira, 4 de novembro de 2009

En el siglo del cine

Ayala ha sido uno de los intelectuales más preclaros del siglo XX. En la línea de Ortega, Ayala pronto descubrió las complejas maquinarias en que la cultura mutaría a principios del siglo XX. Masas y élites estaban llamadas a entenderse, a relacionarse, a fundirse en un nuevo espacio. El cine, y una nueva forma de entender la literatura, marcaría, de manera indeleble, la creación estética, el imaginario de la gente: «Yo he pensado el cine, mi coetáneo, con amor, con encanto, y hasta con cierto desenfreno. El cine -no el circo- es el espectáculo que primero me sobrecogió... el cine era la nueva cosa estupenda». El cine, el arte del siglo XX, ha sido en la obra de Ayala, narrativa y ensayística, buena parte del argumento de su vida. El cine, como reflejan aún hoy las impecables y actualísimas páginas de «Indagación del cinema» (1929) construye en imágenes lo insólito, lo asombroso, el desenlace de perspectivas inéditas, de tramas insospechadas, de técnicas inverosímiles que pasarán -así fue el siglo XX- a desarrollarse después en la literatura. En pocos autores como Ayala, y no digamos de manera tan temprana, la presencia del cine conforma un elemento vertebral. El cine puede llegar al mismo tiempo a ser un arte de elites (en la línea anhelada por Ortega) y un arte de masas (en la línea de la profunda democratización cultural de usos y costumbres).

El cine es el presente de un siglo que vive en el futuro. El cine se define por la velocidad, el vértigo, la fragmentación y la interioridad, el discurso íntimo y el baño de masas. El cine muestra la realidad sin necesidad de un manual para descodificar los contenidos, se dirige a todos y a cada uno en particular. Para un escritor, que también ha nacido con el cine, el descubrimiento es augural. La unión del arte puro, la imagen, junto al divertimento de las masas. Charlot y Joyce, Greta Garbo y Mann, Buñuel y Ayala. La nueva cosa estupenda no arruinaría la literatura, la enriquecería, y Ayala fue de los pocos que, pronto, supo de ello.

Fernando R. Lafuente
www.abc.es

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