Si usted es de los que se ha olvidado de qué fecha es hoy, es afortunado. Pero debe saber por qué. Su suerte no es producto de la naturaleza, sino de decisiones y acciones humanas.
Es posible que Osama Bin Laden siga vivo, pero desde donde quiera que se esconda ha perdido su capacidad de organizar otro atentado similar en intensidad e implicaciones a los ataques de septiembre de 2001. Gracias a la ofensiva contraterrorista de George W. Bush y sus aliados, Al Qaeda ha perdido buena parte de sus cuadros, la facilidad para entrenarse a resguardo de un gobierno como el talibán y un pellizco de su financiación.
Desgraciadamente el yihadismo está aún lejos de ser derrotado. Lejos de verse abocado al fracaso, el terrorismo islámico sigue creyendo que la Historia les pertenece. Simplemente, no ven a nadie a su alrededor tan motivados, tan pacientes y tan dispuestos a matar y morir como ellos.
Es más, saben que Bush les perseguía a muerte y que les ganó la partida en Irak, pero no encuentran la misma voluntad en su sucesor, Barack Obama, quien, entre otras cosas, ni les quiere prisioneros y reniega de la guerra contra el terror. Aún peor, creen que pueden derrotar a América y a la OTAN en Afganistán. Y de ahí a Pakistán en su camino al califato. ¿Increíble?
En una guerra la victoria se consigue cuando el enemigo se convence de que sus objetivos son inalcanzables y que sólo le espera la derrota. Y el yihadismo no está todavía ahí. En gran parte porque ve las divisiones y las debilidades de Occidente. ¿Cuánto aguantaremos en Afganistán? ¿Cuánto apoyaremos a los países del Golfo? ¿Hasta dónde defenderemos a Israel?
Bin Laden sabe de lo que era capaz Bush pero ya no ve a ningún Bush, Blair o Aznar enfrente. Esto no lo podemos olvidar si queremos olvidarnos del 11-S para siempre.
Rafael Bardají
www.abc.es
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