sexta-feira, 25 de setembro de 2009

Jerusalem durante la guerra de 1948

El barrio judío de Jerusalem (1948).
Como ya comenté, Jerusalem padeció lo indecible durante la Guerra de la Independencia. Jordania, con su invasión y violencias sin cuento, se convirtió en la primera nación en atacar la Ciudad Santa durante la Era Moderna.

En el momento hubo informes de la ONU que alertaban del daño que se había ocasionado a los Lugares Santos judíos y cristianos. La mayor parte de los estragos los habían causado las fuerzas árabes, pero la ONU se abstuvo de asignar responsabilidades.

Unos años después de que terminara la guerra, el coronel Abdula al Tal, que había sido comandante de la Legión Árabe, escribió algo que resulta bien instructivo:
Yo sabía que el barrio judío estaba densamente poblado de judíos. En consecuencia, me embarqué en el bombardeo de la zona, creando acoso y destrucción.
Dos semanas después de iniciada la contienda, el barrio judío cayó, y la población sobreviviente fue expulsada –si bien hubo también varias detenciones– y las sinagogas, destruidas: de las 27 existentes en aquel momento, 22 fueron quemadas por el populacho árabe y cinco por el ejército jordano. Asimismo, 31 yeshivot y otros centros de estudios religiosos fueron arruinados. Se destrozaron objetos religiosos, se dinamitaron escuelas, se profanaron cementerios: 38.000 de las 50.000 lápidas del camposanto judío del Monte de los Olivos fueron removidas para construir con ellas caminos y letrinas. Toda esta zona fue utilizada para criar gallinas y alojar caballos. En general, la destrucción fue tan completa, que fuentes periodísticas de la época comparaban Jerusalem con Stalingrado o Berlín durante la II Guerra Mundial.

Cuando, veinte años después, soldados israelíes liberaron la parte vieja y la zona oriental de la ciudad, hallaron basura hasta el techo en la sinagoga Yohanán ben Zakay, fundada en 1267 por Nahmánides; la Hurva, construida en 1705, estaba completamente quemada; la famosa yeshivá Porat Yosef había sido volada. Los judíos protestaron ante la ONU, pero ésta ya por entonces seguía la línea de no atender demasiado a las inquietudes hebreas; en cambio, bien que urgió en 1964 a Israel a no celebrar la fiesta de Janucá en el monte Scopus para no herir la sensibilidad jordana...

Jordania creó un muro de concreto y con alambradas para impedir el acceso de los judíos a la Ciudad Vieja, con lo que el Muro de los Lamentos quedó fuera de acceso para los israelitas... y para los israelíes: es decir, que los israelíes de confesión cristiana o islámica también tenían vedada la entrada (a los cristianos sí se les dejaba en Navidad) ; y los extranjeros debían presentar certificados de bautismo. Entre los lugares importantes de la historia judía que quedaron vedados a los judíos se contaba también la Tumba de los Patriarcas, en Hebrón.

Mientras estuvo en manos árabes, Jerusalem no fue objeto de privilegio alguno. Salvo un proyecto de restauración del Domo de la Roca, en general las autoridades jordanas mostraron muy poco interés por la ciudad, y más bien promovieron a Ammán, la capital del reino, como centro político-administrativo. Hasta tal punto fue así, que instituciones oficiales árabes importantes, como el Alto Comité, fueron clausuradas o trasladadas a Ammán. Los jerosolimitanos tenían que viajar hasta la capital para solventar cuestiones como firmar un crédito bancario o contratar una línea de teléfono. Por otro lado, la radio jordana retransmitía los sermones religiosos de la mezquita de Ammán, no los de la de Al Aqsa. La residencia de la Familia Real y la sede de la primera universidad jordana se radicaron igualmente en Ammán, no en Jerusalem.

A resultas de todo ello, Jerusalem se estancó, y miles de árabes la abandonaron. La Ciudad Santa se convirtió en una localidad provinciana de segundo nivel.

Entre 1948 y 1967, ningún líder árabe –excepción hecha del rey Husein– visitó Jerusalem. Por cierto, en el documento fundacional de la OLP, de 1964, no se hace mención de Jerusalem.

Todo esto cambió a raíz de la conquista israelí de la ciudad, en la Guerra de los Seis Días. Fue entonces que se reactivó el reclamo panarabista e islámico. Hasta hoy.

Julián Schvindlerman

Pinche aquí para escuchar la versión radiofónica de este artículo.

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