El juez Santiago Pedraz quiere que Obama le entregue a tres militares norteamericanos para juzgarlos por supuesto asesinato del cámara de Telecinco José Couso. Pide su busca y captura e ingreso en prisión para su extradición a Madrid. Y dicen nuestras televisiones socialistas que ahora con este presidente progresista en la Casa Blanca quizás pueda lograrse. Es decir, que Washington extradite a España a tres militares compatriotas para ser juzgado por la muerte de un reportero español que se hallaba en zona de combate. Cuanto más sectarios, más paletos y ridículos son algunos. Washington, que no ha repatriado a un periodista que fue voluntario a Irak, sino a muchos miles de soldados que fueron a cumplir con su deber, podría estar aburrido del caso. Jamás hará lo que le pide Pedraz. Con todo el respeto a la familia que tiene todo el derecho a enfocar su luto como quiera y buscar consuelo en lo que consideren justicia. Y comprensión para su reacción de sentirse «pletóricos» y «entusiasmados» por la decisión del juez. Seamos claros. El caso Couso ha sido una manipulación de los sentimientos de la familia para la agitación del izquierdismo radical.
Esta columna no me va a granjear amigos. Y sé que muchos seguirán manteniendo que los soldados norteamericanos, en un blindado en pleno combate urbano y atacados por los iraquíes, sólo pensaban en cómo matar a un periodista español de izquierdas. Que lo piensen unos adolescentes «antiimperialistas» es lógico. Que lo piense el juez es un disparate. Couso fue a una guerra en la que, como en todas, cualquiera puede morir. Como murieron Julio Anguita y Julio Fuentes. Ni en el caso de los dos citados o los periodistas muertos en los Balcanes se buscó otro culpable que la guerra. ¿Por qué? Porque las balas no eran norteamericanas. Dejémonos de majaderías.
Hermann Tertsch
www.abc.es
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