El Departamento de Estado de Estados Unidos ha incluido un año más a Venezuela en la lista negra de países que no cooperan plenamente en los esfuerzos de lucha antiterrorista de Washington. Los legisladores norteamericanos alegaron que Caracas ha establecido alianzas con Estados como Irán, y ha apoyado a organizaciones terroristas como las FARC y Hezbolá. Cada vez es más evidente que narcos, guerrilleros, etarras y huidos de las justicia se sienten en este país a sus anchas, felices y contentos de que un gobierno les deje vivir y actuar sin limitaciones.
Por lo tanto, no es de extrañar que el gobierno de Colombia vaya a presentar videos, documentos y fotografías ante la OEA que demuestran lo que ya se sabía: que altos jefes de las FARC y del ELN campan a su aire en territorio venezolano. Lo que significa que Caracas ha ignorado desde hace al menos seis años las advertencias sobre la presencia de los narcoterroristas. Sin embargo, a Uribe le han llovido críticas por la "inoportunidad" de estas nuevas acusaciones contra Chávez, precisamente cuando está a punto de ceder su cargo a Juan Manuel Santos, que había tendido una mano a Chávez para tratar de normalizar las relaciones entre los países vecinos.
El comandante, por supuesto, ya ha amenazado con romper relaciones diplomáticas con Colombia, al tiempo que ha anunciado que no asistirá a la próxima toma de posesión de Santos –al que dice pensaba acudir– y ha vuelto a hablar de un supuesto complot para asesinarlo. Además, ungrupo de periodistas colombianos fue detenido en Venezuela y posteriormente deportado mientras llevaban a cabo un trabajo informativo sobre la supuesta presencia de un jefe guerrillero del ELN en territorio venezolano.
Los que critican la denuncia de la administración uribista dicen que la esperanza de diálogo entre Venezuela y Colombia ha sufrido un duro revés y lamentan que se está tratando de reactivar "viejas" acusaciones. Pero lo cierto es que a día de hoy Venezuela es un paraíso para los narcoterroristas de las FARC y demás, así que no sacar a la luz pruebas irrefutables de ello sería negar lo innegable.
Las guerrillas colombianas le han servido en su momento a Chávez para luchar contra el "imperialismo norteamericano", hasta que se fue dando cuenta en vez de sumar le restaba puntos, y se fue desmarcando (Chávez sabe que los narcoterroristas no tienen popularidad ni siquiera en Venezuela). Llegó a pedir que se reconocieran a las FARC y el ELN como fuerzas insurgentes de Colombia y no como grupos terroristas, y meses más tarde pedía liberar sin condiciones a sus secuestrados. Una ambigüedad de Chávez tiene que ver en parte con el ordenador sustraído a Raúl Reyes, con pruebas que ya en 2008 relacionaban a las FARC con el mandatario venezolano.
Mientras Chávez actúa de víctima y exhuma los restos del Libertador Simón Bolívar, Venezuela no sólo acoge con beneplácito a terroristas sino se que ha convertido en el centro de distribución de la cocaína producida en Colombia y en el mayor puerto de embarque de ese producto con destino a los mercados de Estados Unidos y Europa. Esta es la realidad de un país que se está cargando, si no se lo ha cargado ya.
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