El Quijote es una obra traducida. Lo cuenta Cervantes, quien, deambulando por Toledo, tropezó con unos papeles que resultaron ser la versión aljamiada (escrita en caracteres arábigos) de la novela que había extraviado. Ahora se presenta en la Biblioteca Nacional (Española, la de Madrid) una exposición titulada «Memoria de los moriscos». Es una exposición erudita, montada con elegancia y sencillez. Permite contemplar, entre otras joyas, el único Corán antiguo que se conserva traducido al español, de 1606, posterior a otras traducciones que en nuestro país se hicieron del texto sagrado al latín. Por su parte, el catálogo presenta una preciosa antología de textos moriscos. Tienen el sabor de un español popular, preciso, sensual, humorístico y moral a la vez, un español que se escuchó durante mucho tiempo, más que en otras lenguas europeas, en nuestra gran literatura, quizás por eso de las varias religiones que durante siglos vivieron aquí juntas, aunque no siempre bien avenidas. Resulta conmovedora una anotación manuscrita en las guardas de un libro, perteneciente a un morisco y preservado del fanatismo inquisitorial, en la que el autor precisa que «En año de mil y quinientos y trenta y tres y medio el rey don Carlos mandó que se hiziesen los moros de reino de Valançia y de Aragón cristianos o se fuesen de la tierra». Y añade nuestro amigo, como un pariente del morisco Ricote, el vecino de Sancho: «Nosotros no partiremos, antes morremos, que por ese paso vamos». Hoy, como entonces, los fanáticos que nos gobiernan no quieren que sigamos siendo españoles. Por eso nos identificamos aún más que antes con la tragedia de aquellos compatriotas nuestros, musulmanes y expulsados de su tierra: «Hijo, yo no lloro lo pasado, pues a ello no ay retornada, pero lloro lo que tú verás, si ás vida y atiendes en esta tierra y en esta isla de España. Plegue a Su Bondad y por la nobleza de nuestro onrado Alqur’án, que este mi dicho cayga en vacío, y no suene como a mí se me representa. ¿Adónde se fue nuestro pregonar? ¿Qué se hizo el addin de nuestros pasados? Y todo será crudeza y amargura para quien abrá sentido».
José María Marco
www.larazon.es
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