terça-feira, 13 de julho de 2010

Patriotismo español / "Nueva historia de España" (V): poder y violencia

****Gustavo Bueno ha dicho algo a subrayar en este desierto poblado de figuras de cartón piedra en que se ha convertido la política: el patriotismo español enlaza, de un modo otro, con los cuarenta años del franquismo. Así es. En la república y en la guerra, la palabra España iba proscribiéndose, “nada nos era común a los españoles”, como constataba desalentado El Sol, el grito “¡Viva España!, resultaba sospechoso cuando no punible, mientras proliferaban los vivas a Rusia y otros… Desde la transición retornó aquel siniestro ambiente, y venimos soportando varios decenios de falsificación histórica, de insolencias, provocaciones, injurias, quemas de banderas, etc., por parte de quienes tienen una visión negativa (y falsaria) de nuestra historia, es decir, de los separatistas, la izquierda y la derecha cabestril que “mira al futuro” (un futuro angloparlante, entre otras cosas).

El coro “Yo soy español, español, español…” tiene que haber asombrado mucho a los extranjeros, por su excesiva obviedad. Sin embargo refleja una necesidad casi instintiva de reafirmar lo evidente frente a la basura que ha desfigurado y enrarecido el aire de la convivencia en España. Lo asombroso es que con tanto y tan insistente bombardeo mediático antiespañol, tanto lavado de cerebro desde la escuela, tanto desprecio a España en el ambiente, se haya mantenido, de forma casi clandestina, un patriotismo insospechadamente fuerte, que resurge en relación con un hecho en cierto modo trivial como es el fútbol. Se trata de un patriotismo desde luego muy poco ilustrado, debido a que la inmensa mayoría de quienes han asumido el papel de ilustradores han asumido también el de denigradores de España; y un patriotismo sin efecto político, porque ningún partido quiere o acierta a canalizarlo. Es un pueblo que ignora su propia historia. Pero ahí está ese sentimiento de patria, esperanzador.

****Los homosexualistas suelen utilizar contra quienes les contradicen epítetos como “reaccionario” o “ultrarreaccionario”, tan típico de toda la izquierda que se sentía revolucionaria y progresista, y creía a los demás condenados al “basurero de la historia”. Reaccionario, ah, antiobrero, homófobo, machista… Y qué mal razonan: no por tener una desgracia, o varias, se es desgraciado, ni por tener alguna tara se es un tarado. Quienes no saben afrontar sus desgracias se vuelven desgraciados, y quienes no saben superar sus taras se vuelven tarados. El “orgullo de tara” revela y aumenta esta.

**** “Acedece” es el nombre de un grupo de rock australiano, y alude a la bisexualidad, según tengo entendido.

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Cuestiones en torno a Nueva historia de España:

P.- Otra cuestión: poder y violencia

R.- El poder se basa siempre en la violencia, de forma implícita o explícita. Para algo están los aparatos policiales, los ejércitos, la coacción de los jueces…Por otra parte, el ejercicio del poder ha sido siempre peligroso, solo hay que repasar el número de dirigentes políticos asesinados a lo largo de la historia y en nuestra época, o que han sido derrocados y condenados a muerte, o exiliados…

Pero un poder exclusivamente violento, terrorista, no puede mantenerse mucho tiempo. Los comunistas solían decir que el poder está en la punta del fusil, pero ni siquiera ellos, con todo su terrorismo masivo, podían prescindir de una propaganda tipo lavado de cerebro, que convenciera a la gente de que el poder marxista se ejercía en su beneficio.

P.- Luego, el poder no se basa en la violencia, como usted decía…

R.- Digamos que camina sobre dos piernas, la violencia y la legitimidad. Volviendo al caso de los visigodos, tan instructivo y tan olvidado, su poder era al principio puramente violento, lo mismo con respecto a la población hispanorromana que entre la propia oligarquía visigoda, ya que por lo común los reyes terminaban asesinados, muy rara vez morían naturalmente. Venía a ser lo propio de un pueblo itinerante que no se identificaba con ningún territorio o población sedentaria, sino que se imponía por la fuerza de las armas, afrontando a su vez un alto riesgo de ser destruido, claro. Los godos podían haberse ido tranquilamente de España, como se habían ido de muchos otros lugares. Pero eso cambia desde Leovigildo y Recaredo. Entonces el poder visigodo se comparte con el hispanorromano a través de los obispos y concilios, se identifica plenamente con el país en que está, pierde gran parte de sus rasgos bárbaros y sigue una política tenazmente unitaria, al revés de la de los francos en las Galias. Todo ello acompañado de esfuerzos teóricos y prácticos por legitimar el poder (“Eres rey si obras con justicia, y si no, no”), por evitar los regicidios y encontrar fórmulas de derecho más elaboradas, asegurar derechos personales mediante un habeas corpus, etc. El Liber iudiciorum sería la base del derecho español posterior durante muchos siglos, y solo ese hecho nos indica la trascendencia, el carácter políticamente fundacional de España que tuvo el estado hispano-godo.

P.- No obstante, la opinión común es que España ha tenido una tradición esencialmente tiránica o antidemocrática.

R.- Es una opinión falsa, desde luego. La tradición del pensamiento español, desde los godos, es anti tiránica, busca siempre la legitimidad por encima de la violencia, y esa legitimidad, que, como en todas partes, remitía a la voluntad divina, se suponía que debía ejercerse en beneficio y con consentimiento del pueblo. Al revés que en el posterior Al Ándalus, en el reino hispanogodo el poder espiritual y el político no estaban plenamente identificados y existían organismos intermedios, municipales, etc., limitadores del despotismo, un despotismo que en cambio fue determinante entre los musulmanes. Luego, en la Edad de Supervivencia y en la de Asentamiento, la libertad del pueblo bajo, del campesinado, era en España probablemente mayor que en el resto de Europa, exceptuando acaso Cataluña y Galicia, donde, no por casualidad, hubo grandes revueltas campesinas. En España nacieron los embriones de representación parlamentaria, en las Cortes de León, antes que en Inglaterra, y la idea implícita de que el poder viene de Dios, pero a través del pueblo, se hizo explícita por Suárez y otros, en contra de teorías absolutistas que nunca tuvieron curso en España, excepto, hasta cierto punto, en la Ilustración (el despotismo ilustrado) y por influjo francés.

P.- Aun así, el pensamiento que hoy pasa por típicamente español ha sido más bien reaccionario y antidemocrático.

R.- En parte es una realidad, pero es también el pensamiento de la decadencia hispana, no el del apogeo. Y proviene por una parte del absolutismo francés, que marcaba el estilo político en la mayor parte de Europa. ( De todas maneras no debe identificarse el absolutismo con el totalitarismo propio del siglo XX y que sigue existiendo, aunque hay una raíz común al absolutismo y al totalitarismo: la minoría que se considera ilustrada tendría que ejercer un poder omnímodo sobre el pueblo, por el propio bien de este). También trato algo de eso en el libro, aunque lógicamente no de modo sistemático, pues de otro modo se transformaría en un libro de pensamiento, más que de historia. Aun así, el pensamiento y la historiografía deben ir estrechamente unidos, de otro modo la historia se transforma en una sucesión de hechos irrelevantes. Pero a lo que iba: el pensamiento tópicamente llamado reaccionario español, es un producto de la decadencia, de una actitud defensiva, justificada, si se quiere, por las brutalidades revolucionarias en Francia y el resto de Europa, pero básicamente cerrada y roma, poco creativa. Durante la Restauración se consiguió una notable armonía entre catolicismo y liberalismo, que habría podido evolucionar y democratizarse de no intervenir los mesianismo totalitarios, que se presentaban, justamente, como democráticos y eran la mayor amenaza para las libertades… Pero esa es otra historia.


Pío Moa


http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado

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