Hugo Chávez se ha enfadado con Colombia. Ha llamado a consultas a su embajador en protesta porque Bogotá ha hecho públicas imágenes y fotografías que demuestran una vez más, la presencia de terroristas de las FARC en Venezuela. En su día ya tuvimos pruebas concluyentes de que las FARC también cuentan con bases en Ecuador, otro aliado de Chavez en el llamado Socialismo del Siglo XXI. Tan rimbombante nombre solo soslaya precariamente un proyecto del izquierdismo totalitario que, como es evidente, se sirve del terrorismo allá donde puede. Habrá quien piense que eso no nos afecta. Para salir del error recomiendo la lectura del libro «Las conexiones de ETA en America Latina» de Florencio Domínguez, presentado hace unos días en Bilbao. El territorio de Venezuela, Nicaragua y Cuba ha servido y sirven de bases operativas y puntos de repliegue para diversos grupos terroristas. Con sufragio, apoyo y cobertura de los respectivos Gobiernos. Al Gobierno español no parece importarle. Al Gobierno de Colombia sí. Por fuertes razones. El próximo día 7 de agosto asume la presidencia José Manuel Santos que releva al que sin duda ha sido el mejor presidente de la historia de Colombia. Con su firmeza democrática ha librado una guerra inteligente contra el terrorismo de las FARC y el ELN al que infligido serias derrotas. Santos era el ministro de defensa de Uribe. Su solidez política queda reflejada en el más de 65% de los votos que logró en las pasadas elecciones. Cierto, Santos ha hablado de su voluntad de limar asperezas y evitar una escalada de la tensión con su vecina Venezuela. Para que esto sea posible ciertas «anomalías» han de corregirse de inmediato. La principal está en el apoyo estratégico y logístico de Venezolano al terrorismo colombiano. Y su cooperación en el narcotráfico tan útil para financiar armas y favores. Es probable por tanto que, antes de mejorar, las relaciones empeoren. Esperemos que no demasiado.
Hermann Tertsch
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