****Se oyen peticiones en el PP para fichar al pulpo Paul (creo que se pronuncia “Paul” y no “Pol”) porque mira al futuro y, al revés que los jefecillos y jefecillas del partido, acierta. Incluso se habla de nombrarlo secretario general o al menos consejero distinguido. Puesto que Zapo parece empeñado en entregar el poder a Rajoy, el PP podría enterarse por Paul de si la eventual presidencia rajoyana sería una catástrofe o quedaría solamente en desastre.
****Ya es definitivo: los senadores hablarán en catalán, valenciano, gallego y euskera. Parlotearán, querrá decir. Además de ladrones son… ¿cómo se dice en lenguaje vulgar?... Ah, sí. Gilipollas. Esta es nuestra “clase política.
****Afirma Rajoy que Zapo ha engañado a todos. Exagera. A Rajoy no lo ha engañado. Rajoy ha colaborado, colabora, en el engaño.
****Los mafiosos sindicales del metro deberían ser llevados ante el juez. No puede haber democracia con semejantes delincuentes imponiendo su ley, amenazando a sus compañeros y perjudicando a toda la población. Hay que quitar a los sindicatos la bula que tienen para chantajear y robar dinero público; robarlo, puesto que no dan cuenta de él. Es esa impunidad la que les permite actuar como matones. Pero los poderes públicos tienen la absoluta obligación de imponer la ley, pues de otro modo se ilegitiman, y en tal caso los ciudadanos deberían imponerla por su cuenta, también a los políticos. A estas situaciones nos está llevando la chusma dirigente.
****Blog: Me parece excelente que en los comentarios del blog se hable lo mismo de electricidad que de
El término AC /DC, en jerga inglesa se utiliza o utilizaba (el slang cambia constantemente y varía de unos países a otros) en el sentido de bisexual. Parece que el grupo no se puso el nombre con esa intención --quizá en Australia se desconocía incluso ese doble significado-- sino, como veo, por pura casualidad. Pero al menos en ciertos medios fue asociado a la bisexualidad, parece que contra su verdadero carácter. Un inglés, hace muchos años, me explicó que el nombre del grupo aludía a eso. El rock, de todas formas, siempre fue asociado a cierta concepción perversa de la sexualidad ("transgresora", decían).
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En torno a Nueva historia de España (VI). El poder y la democracia
P.- Siguiendo con el poder, usted lleva en su libro la contraria nada menos que a Aristóteles y su división de los sistemas políticos en monarquía, aristocracia y democracia, con las correspondientes degradaciones
R.- Se han hecho otras divisiones, por ejemplo en Montesquieu, pero la de Aristóteles es la más clásica y sigue siéndolo, y se usa abundantemente para describir diversos sistemas políticos. El segundo caso, la aristocracia, es valorativo, al revés que los otros dos, que son meramente descriptivos, por lo cual es mejor la palabra oligarquía, poder de unos pocos, muy rara vez “los mejores”, que constituyen “la clase política”. Pero se trata de una división claramente falsa. No existe el poder de uno o monarquía, ya que este necesita siempre un aparato político, una oligarquía en la que asentarse. Y viceversa: todos los regímenes son monarquías en el sentido de que siempre hay un individuo a la cabeza del estado. Se han ensayado sistemas de diarquía o de triarquía, pero no han funcionado: cuando hay varias cabezas en el poder, terminan peleándose y dividiendo a la sociedad. Por lo tanto, todos los sistemas son al mismo tiempo monarquías y oligarquías, necesariamente, y nunca existen de modo separado. Es imposible imaginar un monarca sin oligarquía o una oligarquía sin monarca.
P. ¿Y la democracia?
R.- También puede decirse que todos los regímenes son democráticos en mayor o menor medida, puesto que no podrían sostenerse largo tiempo sin un grado suficiente de consentimiento por parte de la masa de los gobernados. Por otra parte, la democracia en el sentido etimológico de la palabra, es decir, “poder del pueblo”, es un oxímoron, en realidad un imposible. El poder se ejerce siempre sobre la masa de la población, y la democracia no puede ejercerse sobre nadie. Además, el pueblo no es un ente homogéneo con una voluntad única, sino que está recorrido por una diversidad de tendencias, intereses y sentimientos, como ya quedó indicado, y este hecho es crucial para entender la política y la historia en todos los casos. Ni siquiera las mayorías son estables, porque sus ideas, preferencias y composición cambian con el tiempo. Por ello la palabra democracia en su significación literal es absurda. Lo que llamamos democracias son también monarquías y oligarquías necesariamente.
P. Así vistas las cosas, no habría modo de distinguir con claridad los diversos regímenes.
R. Una posible división, más racional, creo, podría establecerse entre regímenes electivos y no electivos. Lo que caracteriza el régimen que llamamos democracia no es otra cosa que la posibilidad que tiene el pueblo de elegir entre los oligarcas y monarcas que se presentan para gobernar, y de limitar su gobierno en el tiempo. Esta es la plasmación más natural de las tesis de los brillantes escolásticos españoles del Siglo de Oro, en el sentido de que el poder viene de Dios, pero no directamente al monarca, sino a través del pueblo. La concepción electiva tiene sus problemas, pues viene a ser una especie de guerra civil larvada, pero mientras solo sea larvada puede ser también muy productiva. Volviendo al reino hispano-godo, la monarquía tradicional era electiva (dentro de la oligarquía, desde luego), pero el resultado eran continuas guerras civiles, por lo que se buscó una solución en la monarquía hereditaria e intocable, algo que solo se consiguió a medias. Pero debe tenerse en cuenta que en la política los objetivos siempre se consiguen solo a medias. La elegibilidad significa la explicitación de partidos (explicitación, porque los partidos existen también en los regímenes no electivos, en forma de camarillas que pugnan oscuramente por el poder) y de derechos políticos (que también existen de forma implícita o limitada en los regímenes no electivos, por cuanto toda ley, aunque la haga el monarca, supone derechos políticos para la población). Otra cosa de los regímenes electivos es el concepto de que la soberanía no reside en el monarca, sino en el pueblo o nación, por lo menos indirectamente: las leyes pasan de expresar la voluntad soberana del monarca a expresar la voluntad de una oligarquía elegida y en principio revocable.
P. De acuerdo con lo anterior, los elegidos tampoco representan nunca al pueblo, ya que este no tiene una sola voluntad.
R.- La idea de que hay una voluntad popular o nacional conduce directamente al totalitarismo, y produce un poder mucho más absolutista del que soñó jamás el monarca absoluto. Lo que acepta la llamada democracia es la regla de las mayorías, que las minorías aceptan sin rebelarse mientras se mantenga la ley y otras normas, como la separación de poderes. Realmente habría que cambiar las denominaciones corrientes, que seguimos empleando porque en alguna medida resultan útiles, pero al mismo tiempo son torpes y dan lugar a muchos equívocos. Solo en circunstancias excepcionales, como una guerra, llega a manifestarse una especie de “voluntad general”, que ni siquiera lo es entonces por completo, pero que puede tener una formulación política no totalitaria. Si volvemos sobre nuestra historia reciente, el Movimiento Nacional fue una exigencia de tiempos de guerra que aglutinaba con bastante firmeza a uno de los bandos de la guerra civil, algo que también intentó el Frente Popular sin conseguirlo. En ese sentido, la unificación política en el Movimiento fue una de las claves de la victoria de Franco y de la derrota de la revolución. El Movimiento siguió siendo muy efectivo ante los peligros de la guerra mundial y luego frente a la guerrilla, la hostilidad y aislamiento internacional que sufrió el país. Pero una vez vencidas por el régimen aquellas situaciones, en los años 60 el Movimiento se fue anquilosando, incapaz no ya de dar respuesta a la creciente diversidad de intereses sociales, sino de mantener unidas a las propias familias del franquismo, que marchaban cada una por su lado. Los reformistas del régimen entendieron bien la situación, mientras que los continuistas, queriendo mantener una fórmula inaplicable a las nuevas circunstancias, demostraban su ineficacia e imposibilidad en el hecho de estar ellos mismos, los continuistas, cada vez más divididos entre sí. En la historia, una fórmula de éxito suele ser anulada por las propias condiciones que ella crea. Por eso la transición fue a su vez un éxito, aunque lo echara a perder en gran medida la irresponsabilidad de algunos dirigentes.
Pío Moa
http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado
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