domingo, 10 de outubro de 2010

"Cuando vi la cara de mi mujer pensé: ¡una tragedia familiar!"



En Nueva York desde hace tres semanas, Vargas Llosa se levantó a las cinco de la mañana, como todos los días, para leer en su salita. Cuando aún no había acabado de amanecer en la ciudad, Llosa tenía previsto trabajar un par de horas preparando su clase del lunes en Princeton, que tenía previsto que girase en torno a ejemplos de El reino de este mundo de Alejo Carpentier.

A continuación, Llosa tenía pensado dedicar media hora de ejercicios para su espalda y otra hora de caminata por Central Park, con periódico, desayuno y ducha incluidos. A continuación, tenía previsto dirigirse a la Public Library, donde escribiría la Piedra de Toque para el mismo diario, sobre el suicidio del joven violinista Tylor Clementi.

Pero "de pronto, advertí la presencia de Patricia en la salita. Se acercaba con el teléfono en la mano y una cara que me asustó. "Una tragedia en la familia", pensé. Cogí el aparato y escuché, entre silbidos, ecos y eructos eléctricos, una voz que hablaba en inglés. En el instante en el que alcancé a distinguir las palabras Swedish Academy la comunicación se cortó", relata Vargas Llosa.

A continuación, se hizo el silencio en la sala, esperando a que llamasen de nuevo. Llosa explica a continuación lo que sucedió: "Ahora sí se oía bien. El caballero me dijo que era el secretario de la Academia Sueca, que me habían concedido el Premio Nobel de Literatura y que la noticia se haría pública dentro de catorce minutos".

Vargas Llosa prefirió, escribe en El País, esperar a que los medios se hiciesen eco, para asegurarse de que no se trataba de una broma. El escritor esperó mientras tanto pensando en su hogar en Cochabamba, donde pasó su infancia, y el libro de Neruda Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que su madre le prohibió leer sin éxito. Pensó en todos sus familiares que de alguna manera influyeron en su vocación.

Tras llamar a sus hijos, "todavía faltaban siete u ocho minutos para la hora señalada". Recordó, entre otras cosas, su primer año en Madrid, "y las dudas que tuve antes de decidirme a enviar los cuentos de Los Jefes", que acabó siendo su primer libro impreso. "Pensé que, si la noticia era cierta, tenía que agradecer públicamente a España lo mucho que le debía, pues, sin el extraordinario apoyo de personas como Carlos Barral, Carmen Balcells y tantas otras, editores, críticas, lectores, jamás hubieran alcanzado mis libros la difusión que han tenido"

En definitiva, Vargas Llosa está agradecido por la "extraña paradoja de haber recibido tantos reconocimientos, como éste, por dedicar mi vida a un quehacer que me ha hecho gozar infinitamente, en la que cada libro ha sido una aventura" que compensaba las dificultades del proceso. Tras confirmarse que la noticia era cierta, "la casa se volvió un loquería y desde entonces yo dejé de pensar y, casi casi, hasta de respirar".

http://www.libertaddigital.com

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