terça-feira, 19 de outubro de 2010

El coche maldito que causó la Primera Guerra Mundial














Quien visite el «Heeresgeschichtliches Musseum» de Viena podrá contemplar el elegante coche de época que acompaña estas líneas, fabricado por la marca austriaca "Gräf & Stift" y que, al igual que muchos otros de los vehículos y artilugios que alberga este museo militar, ha sido protagonista de intensos episodios de nuestra historia.

Tal y como podemos leer en la bitácora "Tejiendo el mundo" este bonito descapotable de seis plazas fabricado en 1910 y de apariencia inofensiva, parece estar atado a una maldición desde que el 28 de junio de 1914 transportara al archiduque Francisco Fernando y su esposa Sophie, asesinados a tiros por Gavrilo Princip, anarquista del grupo radical «La joven Bosnia». Suceso, que históricamente es considerado como el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Parece que desde entonces, todos los poseedores de este Gräf & Stift han corrido la misma mala suerte. Eso sí, este "terminator" de la carretera consiguió sobrevivir a cada uno de los accidentes y si no, lean:

El primero en adquirir el coche fue un oficial bosnio; a los pocos días, se estrelló contra un muro y falleció. El coche, apenas sufrió daños. A continuación pasó a manos de un médico yugoslavo que, a los seis meses, murió al volcar con él, pero la irresistible limusina se mantuvo, de nuevo, intacta.

Pasó entonces a Simon Mantharides, un coleccionista de antigüedades que no perdió la vida al volante, pero se suicidó seis meses después por causas desconocidas. El siguiente dueño fue un médico que, imagínense, comenzó a perder pacientes y a tener problemas económicos. No tardó en ponerlo en venta a un corredor de apuestas, nada supersticioso, que quería probar que no existía tal mala suerte. Aguantó poco, y murió en la carretera.

La leyenda del Gräf & Stift maldito no termina aquí. Nuevos sucesos increíbles acompañaron la vida de este modelo y sus dueños, como aquel en el que un rico terrateniente de Sarajevo, paseaba feliz con su nueva adquisición y se quedó parado sin motivo aparente. Cuando estaban atándolo a un carro de bueyes para transportarlo al taller, el "demonio de la carretera" se puso en marcha atropellando al dueño y cayendo por un barranco. Un empresario de vehículos de alquiler lo reparó y restauró pintándolo de azul. No duró ni una boda, perdiendo el control y matando de nuevo a muchos de sus ocupantes.

Con este curriculum, el vehículo terminó en el Museo de Historia Militar de Viena que durante la Segunda Gran Guerra parecía un imán para las bombas, resultando profundamente dañado. Obviamente, nuestro amigo permaneció impoluto. Ya se sabe, bicho malo, nunca muere.

www.abc.es

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