Desde tiempo inmemorial hemos tenido en España lo que se conoce como hijos de papá, niños bien que viven como príncipes sin trabajar ni estudiar, dando vueltas por la vida en los coches de sus padres a la espera de heredar automóvil, tierras y negocios, sin haber realizado esfuerzo alguno para merecerlo ni haberse topado con algún progenitor que les llamara la atención por ello.
En las últimas décadas han proliferado en este país los hijos de mamá. En su versión masculina son los que tras marcharse a vivir con la novia visitan su antiguo hogar al menos una vez a la semana con el fin de descargar frente a la lavadora materna el saco de la ropa sucia, sentarse en la mesa del comedor para disfrutar de un buen guiso y marcharse, al fin, a su nueva vida con las perchas de las que cuelgan las camisas planchadas en una mano y la bolsa cargada de tuperwares con los restos de su festín en la otra. Poco abuso, sin embargo, comparado con la versión hijas de mamá, porque si bien éstas suelen lavar y planchar por sí solas, lo que depositan cada mañana al cuidado de sus madres es algo más engorroso que una bolsa de ropa: sus propios hijos, abandonados al cuidado de la abuela antes de marcharse a trabajar.
Desde hace pocos años acá, los españoles padecemos una nueva plaga juvenil: la de los hijos de Zapatero. Chicos y chicas preparados para comerse el mundo, con una o dos carreras, uno o dos idiomas y muchos sueños que se les hacen añicos mientras languidecen en el sofá a la espera de que alguien responda a alguno de esos currículum que todas las mañanas envían por Internet o, en el mejor de los casos, se dejan la piel en trabajos eventuales encadenados sin esperanzas de llegar a cobrar mil euros al mes en su horizonte laboral más despejado.
Con un índice de paro del 50 por ciento, sin perspectivas de que ese porcentaje se reduzca en varios años, los jóvenes españoles son las principales víctimas de la errónea política económica del aún presidente del Gobierno. Ni ellos ni sus mayores comprenden cómo es posible que se les haya dejado tirados de esta manera. Pero la realidad es la que es: bien trágica. Los hijos de Zapatero constituyen la primera generación de españoles en la historia que va a vivir peor de como vivieron sus padres.
Curri Valenzuela
www.abc.es
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