El 4 de junio de 1989 el mundo fue testigo de la Matanza de Tiananmen. China, el país que había deslumbrado a todos con su transformación económica, mostró que el progreso económico no había ido de la mano de uno equivalente en el ámbito de las libertades civiles. Liu Xiaobo ya sabía eso cuando decidió dejar Nueva York para volver a su China natal y unirse al movimiento de protesta. |
Décadas después, en 2008, sería uno de los firmantes de la Carta 08, por la cual sería sentenciado a 11 años de cárcel en diciembre de 2009. Su crimen, "incitar a la subversión". Lo que no se esperaba el Gobierno chino, ni tal vez el propio Liu, es que esa misma carta contribuyese a que este año le concedieran el Premio Nobel de la Paz.
¿Qué dice esa carta? Describe las bases para una sociedad libre. Al principio los autores reconocen que la recuperación de las libertades económicas, además de generar un aumento en la riqueza y la calidad de vida de muchos chinos, permitió que la sociedad civil creciera y ejerciera presión para que se empezasen a respetar otras libertades. Y luego añadían algo que comprendemos perfectamente los latinoamericanos:
China tiene muchas leyes, pero no un Estado de Derecho; tiene una Constitución, pero no un Gobierno constitucional.
La Carta 08 pide respeto para la libertad de expresión, de asociación, de movimiento. "Debemos acabar con la práctica de criminalizar las palabras". Además, destaca que los derechos del individuo no son concedidos por el Estado, sino que cada persona nace con el derecho inalienable "a la dignidad y a la libertad".
¿Qué más dice la carta? Pues que debe haber división de poderes, y que es el Estado quien ha de rendir cuentas a los contribuyentes, no al revés.
Otra idea básica que recoge el referido documento es la de que la democracia no consiste sólo en celebrar elecciones cada cierto tiempo; "mientras que se honra la voluntad de la mayoría, la dignidad, la libertad y los derechos humanos fundamentales de las minorías han de ser protegidos", advierten.
Los autores abogan además por "eliminar los monopolios estatales en el comercio y en la industria y garantizar la libre iniciativa".
En diciembre de 2009, en una carta de despedida, Liu escribió:
Soy muy optimista con respecto a la instauración de la libertad en China, porque ninguna fuerza puede hacer frente al anhelo humano de libertad (...) Espero con ansiedad el día en que mi país sea una tierra donde impere la libre expresión.
Hoy, en Ecuador, es importante que demandemos lo que se da por sentado en las sociedades libres; aquello que Liu aprecia tanto porque durante buena parte de su vida no ha podido disfrutarlo: igualdad ante la ley, Estado de Derecho, separación de poderes, protección de la propiedad privada, justicia independiente, libertad de expresión... En fin, aquello que los noruegos que le dieron el Nobel llevan disfrutando tanto tiempo.
© El Cato
GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS, editora de El Cato.
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