SUCCESSION MATISSE/VEGAP
En 1829 Washington Irving escribió sus célebres “Cuentos de la Alhambra” en unas habitaciones del monumento nazarí. Así lo recuerda una placa. Sería él quien inauguraría su Libro de Visitas. Ochenta y un años después estamparía su rúbrica en ese mismo libro otro ilustre visitante, el pintor francés Henri Matisse. Una exposición recrea aquel histórico viaje hace cien años y rastrea la fascinación que le produjo su visita a la Alhambra, que acabó transformando para siempre su concepción pictórica. Antes de visitar la muestra, queremos emular a Matisse y recorrer algunas de las estancias míticas del tesoro más visitado de España: más de tres millones el año pasado. Nos cuentan que desde la llegada de Michelle Obama este verano se ha notado un considerable aumento de visitantes. Algunas estancias están abiertas al público, como el Salón del Trono, donde Pedro I el Cruel se arrodilló emocionado. Otras son de visita restringida, como el maravilloso Peinador de la Reina, que Carlos V mandó construir para su mujer, Isabel de Portugal, con pinturas de artistas italianos y unas vistas maravillosas de la ciudad; la sala de los músicos (ciegos) sobrevuela la impresionante Sala de las Camas, antesala de los baños privados del emperador, que se hallan en restauración. Tanto entusiasmaban a Isabel la Católica que dejó fijada en su testamento una partida económica para su conservación. Estas estancias son mágicas, se respira en ellas una profunda emoción, la misma que sintió Matisse aquel 11 de diciembre de 1910, como contó a su esposa en una carta enviada desde la pensión Villa Carmona. Probablemente, vio ese día los doce leones originales en la fuente para la que fueron creados. Nosotros los vimos en una exposición, donde se muestran tras ser restaurados por primera vez. El mármol ha recuperado su esplendor perdido por la pátina del tiempo. En enero volverán a su lugar habitual.
Aún con el aliento entrecortado que te deja siempre una visita a la Alhambra, con todos los sentidos a flor de piel, recorremos, acompañados por los dos comisarios, María del Mar Villafranca y Francisco Jarauta, la exposición, organizada por el Patronato de la Alhambra y el Generalife y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, en colaboración con la Fundación “la Caixa” y que ha inaugurado la Infanta Doña Elena. Permanecerá abierta en el Palacio de Carlos V hasta el 28 de febrero.
Les proponemos diez momentos clave en el recorrido de “Matisse y la Alhambra”.
1.-Un Jarrón Fortuny-Simonetti, del siglo XIV, de la colección de la Alhambra, que seguramente vería Matisse en su visita. Difícil saber si fue el que inspiró al artista en muchas de sus obras posteriores. Sea así o no, la pieza es soberbia. Frente a ella, un precioso carboncillo de Matisse: “La danza”, del Museo de Grenoble.
2.- Las tres únicas obras que pintó Matisse en España, concretamente en Sevilla, se reúnen por vez primera. Y cuelgan junto a otras tantas que pintó Iturrino al lado de Matisse en el mismo taller. Dos parejas de parecidísimos bodegones nos hacen preguntarnos: ¿quién imitó a quién? ¿Miraría el español con el rabillo del ojo las obras del francés? También muy similares, la “Joaquina” de Matisse y la “Gitana” de Iturrino, que cuelgan juntas. Es testigo de este duelo pictórico de altura Auguste Bréal, con una pintura del patio interior de su casa sevillana que tantos días visitó Matisse.
3.- Encerrada en vitrinas, se reúne una amplia documentación que da constancia del paso de Matisse por España: de las 37 cartas y postales que se conservan hay copias de aproximadamente la mitad (los originales no se prestan). En ellas leemos, por ejemplo, sus compras, el tiempo que hace, la impresión de sus visitas... Este apoyo documental es de gran interés y complementa a la perfección a las obras de Matisse.
4.- La joya de la exposición es el lienzo “Rincón del artista”, de gran tamaño, préstamo del Museo Pushkin de Moscú y que acaba de ser limpiado. Llegó a Granada “in extremis” el miércoles por la noche. En él es ya evidente la experimentación plástica del artista, que renueva el lenguaje pictórico en este impresionante lienzo, que cuelga junto a un bodegón con berenjenas del MoMA.
5.- Una exquisitez: “La marroquí”, un cuadro que Matisse conservó toda su vida y hoy es propiedad de uno de sus nietos. El pintor dejó inacabado el retrato de Fatma. Pintado en trazos negros, grises y blancos, parece un dibujo y resulta turbador, inquietante.
6.- Dibujos. En la exposición hay pocos, pero son realmente interesantes. Cabe destacar “Española con abanico”, del Pompidou (boceto de un cuadro del Metropolitan que no ha venido). Sí se exhibe junto a un maravilloso mantón de manila que tenía Matisse en su estudio y que empleó como fondo de estas composiciones. El mantón es de la colección de la familia Matisse. Otro precioso dibujo es “Naturaleza muerta con azulejo de Iznik”, que se exhibe junto a uno de los azulejos que le pudo inspirar.
7.- La baronesa Thyssen ha prestado para la muestra “Conversación bajo los olivos”, una de las escasas obras de Matisse en las colecciones españolas. Cuelga junto a la fotografía que sirvió como modelo para el cuadro: en ella posan la modelo Henriette y Marguerite, hija de Matisse.
8.- Odaliscas. Se ha hecho una exquisita selección. Las hay sentadas, recostadas, desnudas, con pantalón rojo, con pantalón verde, a lo turco... Son préstamos del Metropolitan, del Pompidou... Junto a ellas, cuelgan tesoros de la Alhambra, como un magnífico panel de yesería del Palacio del Generalife, una celosía del Patio de los Leones, azulejos de la Puerta de la Justicia... Como testigos de tan emocionante diálogo, fotografías de la Alhambra tomadas por Laurent.
9.- Matisse adoraba los textiles, que coleccionaba y tenía por todo su estudio. Los colocaba como fondos de sus composiciones. Una estupenda colección de tejidos de distintas épocas y procedencias se intercalan en las distintas salas. A destacar, un impresionante Moucharabieh que compró Matisse y empleó en algunos de sus cuadros, hoy propiedad del Museo Matisse de Niza.
10.- Completan la muestra una selección de litografías de la colección del Victoria & Albert Museum de Londres. Matisse era un virtuoso y, como muestra, estas joyas. La poética del último Matisse está presente en una obra maestra de su última etapa, “Naturaleza muerta con granadas”, del 47, que cierra esta exquisita exposición, una auténtica delicatessen para degustar pausadamente.
Nos presentan a Jorge Helft, sobrino del histórico galerista Paul Rosenberg, quien ya expuso a Matisse en 1921. Nos cuenta que su padre era muy amigo suyo. “Solo falta en la muestra la amistad que unía a Matisse con Picasso. Éste lo admiraba, es el único pintor al que reconocía su genio. Salía amargado de su estudio”. Nosotros salimos entusiasmados de la Alhambra, pero continuamos tras los pasos de Matisse por Granada. Ya de noche, nos dirigimos al Sacromonte. En sus cuevas estuvo el pintor francés escuchando flamenco, admirando a los bailaores... Entramos en La Chumbera, donde una jovencísima Patricia Guerrero rinde homenaje a Matisse. Lo hace taconeando con garra, dominando con poderío su bata de cola y aleteando sus manos, que acarician un mantón de manila, como los que pintó Matisse. A lo lejos, la Alhambra luce espléndida.
Natividad Pulido - Granada
www.abc.es
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