¿Qué tienen que ver Su Alteza Real el Príncipe Felipe y el consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados? Al menos, esta semana, mucho. Porque ambos se han puesto de acuerdo en conminarnos a hablar de salud. O, mejor dicho, de mala salud. Y ambos le han hecho un flaco, flaquísimo, favor a la ciencia. |
Vayamos por partes. Don Felipe nos ha sorprendido a todos con su aparición en público mostrando sin recato un parche de titanio pegado al cuello. Las informaciones periodísticas han venido a mostrarnos que se trata de una terapia de la marca Phiten basada en supuestas propiedades curativas de este metal. Al parecer, Su Alteza Real utiliza estos parches para aliviar los síntomas de alguna jaqueca o alguna contractura muscular.
Los parches Phiten (y nos permitimos mencionar la marca ya que el heredero de nuestra Corona no ha tenido reparo en promocionarla) son una pegatina impregnada en titanio microesferizado que supuestamente aporta "equilibrio bioenergético" al organismo. Con ello su inventor (el japonés experto en medicinas alternativas Yosihiro Hirata) asegura poder reducir la sensación de dolor. Como siempre en estos casos, la compañía fabricante dice ampararse en numerosos estudios científicos que demuestran la eficacia del producto. Estudios que, como ha declarado Vicente Baos, médico de familia y miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, "desde luego no es posible encontrar en los circuitos científicos habituales".
El titanio es un metal muy útil para la práctica médica. Gracias a sus dotes de resistencia, flexibilidad y biocompatibilidad, es materia prima ideal para la fabricación de prótesis. Pero no cura ni alivia nada. Primero, porque es bastante poco probable que exista la tan invocada relación de equilibrio bioenergético del organismo. Segundo porque, de existir, ésta tampoco podría verse afectada por las propiedades magnéticas de un parche o cualquier otro adorno cuyo efecto en el cuerpo es menor que el que podemos sufrir al pasar al lado de una nevera. Y, en tercer lugar, porque el titanio no es soluble en los fluidos corporales. Es decir, que ni siquiera podría utilizarse para inocular sustancias a través de la piel como sí ocurre con las hormonas de los parches anticonceptivos o los analgésicos de los parches químicos contra el dolor.
Podría parecer obvio, pero el parche de Su Alteza Real no sirve para nada. Al menos eso le diría la comunidad médica en pleno si hubiera tenido a bien consultarla.
Claro que podemos pensar que el Príncipe tiene todo el derecho del mundo a ponerse en el cuerpo lo que le venga en gana. Pero resulta que su real cuello ha sido objeto de una atención mediática inusitada y, con ello, ha regalado una involuntaria campaña de publicidad a la compañía de Hirata que ya se ha hecho de oro, por cierto, vendiendo pulseras de titanio milagrosas a deportistas como Lleyton Hewitt y Sergio García. Y si los asesores médicos de la Casa Real no han tenido a bien advertir a Don Felipe del dislate, ya podrían haberlo hecho los asesores de imagen. Vivimos en un país que cuenta con algunos de los médicos más prestigiosos del planeta, cuyo sistema de sanidad es imitado en Occidente y que exporta ideas y tecnologías por tener la red de trasplantes más eficaz del mundo. Pero la Casa Real prefiere regalarnos con su exhibición del uso de la medicina alternativa mientras se esfuerza en ocultar lo que la medicina científica está haciendo para mejorar la salud de Su Majestad el Rey. Sin duda, un pequeño ejercicio de transparencia en el caso del monarca haría tanto bien a la divulgación de las excelencias de nuestra medicina científica como el que el heredero le ha hecho al conocimiento de las supercherías pseudomédicas.
La cosa tiene su aquel. Como se preguntaba recientemente en una red social uno de los divulgadores científicos más leídos en internet (La aldea irreductible) "El Príncipe, ¿se quitará la pulsera y los parches para entregar los Premios Príncipe de Asturias a la Investigación Científica?". Todos deseamos que, para entonces, ya no le hagan falta.
El caso de Francisco Granados es de otra índole. Como quiera que la campaña electoral en la Comunidad de Madrid parece haber empezado antes incluso de que sepamos cuál va a ser el candidato del PSOE, el consejero madrileño de Presidencia, Justicia e Interior ha querido anticiparse arreándole a Trinidad Jiménez (posible cabeza de lista socialista) donde más le duela. Y ha elegido la salud: "Ha gestionado muy bien una enfermedad que nunca ha existido", dijo en referencia a la gestión de la gripe A.
En este diario hemos sido suficientemente críticos con el modo en que se trabajó desde Sanidad para afrontar la pandemia, pero frivolizar con el agente infeccioso no es buena idea. Si la gripe A no pasó de ser un susto, a pesar de algunos errores de bulto en su contención, fue por una azarosa conjunción de debilidad del virus, eficacia de la vacuna y pertinencia estacional. Pero la ciencia sabe que los virus son seres tremendamente pertinaces, que la capacidad de reacción del sistema sanitario mundial es aún pequeña y que tarde o temprano podemos encontrarnos ante una mutación vírica contra la que no podamos actuar a tiempo. Desdeñar al enemigo nos hace más débiles.
¿Ha querido advertir el señor Granados de que, en el caso de que Jiménez sea la candidata socialista, la gripe A va a ser un tema recurrente en la campaña electoral? Si es así, más le vale que se piense las respuestas a algunas preguntas que yo le haría en cuanto tuviera a bien recibirme:
- ¿Cree el PP que el Gobierno actuó con negligencia y/o exageró conscientemente la alarma ante la gripe?
- ¿De ser así, cuando su partido gobierne la nación, haría menos casos a las recomendaciones de la OMS de lo que le hizo el ministerio socialista? ¿En caso de una nueva pandemia, estaría dispuesto a seguir una estrategia independiente de la Organización Mundial de la Salud?
- ¿Puede explicar el señor Granados por qué la Comunidad de Madrid, a través de su consejero de Salud, entonces Juan José Güemes, habilitó un servicio de atención telefónica especial, atendido por 175 operadoras y movilizó a 1.000 médicos y enfermeras para contener una enfermedad que "nunca existió"?
- ¿Está de acuerdo el señor Granados con la política de la Comunidad de Madrid durante la crisis de la gripe, consistente en reclamar una acción conjunta para toda España con el Ministerio que en la práctica supuso que las comunidades autónomas se pusieran en "primer tiempo de saludo" ante la ministra?
- ¿Qué opina de que las autoridades sanitarias dejaran de informar del número de afectados en mitad de la crisis, de que no conozcamos realmente el número de personas que murieron a causa de la gripe A y menos aún de las que han padecido enfermedades posteriores relacionadas con el mal? ¿Sabe el señor Granados que algunos males autoinmunes como la diabetes podrían estar relacionados con la exposición a virus como el de la gripe? ¿Sabe hasta qué punto los endocrinos españoles están preocupados por el aumento de casos de diabetes infantil en Occidente?
La epidemia de gripe A fue un prodigio de errores, podemos estar de acuerdo. Pero uno de los pocos que no se cometió en su momento fue el de caer en la tentación de utilizar la crisis sanitaria con intención partidista. ¿Lo va a cometer ahora el señor Granados?
JORGE ALCALDE también tuitea: twitter.com/joralcalde
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