Ya se han ido las tropas de combate norteamericanas de Irak. Su partida genera indudable alivio en Estados Unidos donde esperan que acabe pronto el hasta ahora incesante goteo de repatriaciones de víctimas. En Irak sin embargo son muchos los que temen que nos hallemos en vísperas de una intensificación del terrorismo de Al Qaida o una escalada de la violencia sectaria que se ha mantenido en niveles «aceptables» desde el terrible periodo de enfrentamientos de 2006 y 2007. Quedan 50.000 soldados norteamericanos en Irak que prestarán apoyo y formación a las autoridades iraquíes hasta el 31 de diciembre del 2011. Esto es lo que hay. Lo que tiene gracia es que el presidente Barack Obama reciba ahora aplausos por cumplir un calendario de retirada elaborado en su día por George W. Bush.
Como lo tiene también el hecho de que gran parte de las tropas serán sustituidas por un «ejército» de civiles que dependerán del Departamento de Estado y se nutrirán —paradojas de la vida— de esas empresas privadas de seguridad tan denostadas por los adversarios de Bush como símbolos de la perversión de la administración norteamericana. Halliburton —con otro nombre— y otras muchas trabajarán ahora a sueldo de Hillary Clinton para evitar que se convierta en desastre esta retirada de tropas con la que Obama quiere ante todo mejorar las encuestas ante las elecciones parciales de noviembre.
Con un índice de popularidad bajo mínimos, las elecciones podrían convertir a Obama en un «lame duck» (pato cojo) ya en su primer mandato y hacer aun más probable que pase a la historia como «one term president» (presidente que no consigue ser reelecto para un segundo mandato). El último que consiguió tan discutible distinción fue otro demócrata tan cargado de buenas intenciones como éste.
Hermann Tertsch
www.abc.es
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