Llegó el primer teletipo con la noticia del premio cuando estábamos en la sede de UPyD y dimos todos un grito de emoción. ¡Parecía que nos hubieran dado el Nobel al partido! Y no, no nos lo han dado, pero es que a Mario Vargas Llosa lo sentimos todos un poco nuestro.
A Mario lo conocí hace bastantes años en los tiempos de la plataforma ¡Basta Ya!. En esa época, intentábamos llamar a la gente, implicarla en nuestra pelea. Y Mario, que llegó a través de Fernando Savater, fue de los pocos que no sólo firmó un texto, sino que vino a Euskadi, se sentó, nos escuchó, salió a pasear a la calle... En esa época, aquellos gestos eran bien complicados.
Después, todo ha sido un profundicar en la relación. Cuando empezamos a pensar en Unión Progreso y Democracia, los dos fernandos (Savater e Iwasaki, que estuvo con él en su campaña electoral en Perú), lo atrajeron a nuestro proyecto. Para nosotros, Vargas Llosa ha sido ímpetu, calor, pensamiento, y una referencia de la transversalidad a la que aspiramos.
Mario es un liberal. Muchos de los que estamos en UPyD somos socialdemócratas. Yo, personalemente, una socialdemócrata cada vez más heterodoxa. Pero cuando le escucho defender al individuo frente a la tribu, la libertad contra el dogma, no puedo dejar de sentir, otra vez, que su discurso es el mío.
En realidad, eso me pasa cada vez que hablo con Mario. Uno lo conoce por primera vez y tiene la impresión de tenerlo desde hace mucho tiempo en la vida. Después, dejas de verlo unos meses, reaparece y tienes la misma sensación de haber estado cenando con él la noche anterior. Así de generoso, de cálido y de dispuesto a darse es.
Rosa Díez
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