sexta-feira, 16 de julho de 2010

La amenaza del burka

La Asamblea Nacional francesa ha aprobado la prohibición del burka en lugares públicos. La decisión ha generado dos respuestas dignas de atención. Por un lado, la de la intelectualidad de izquierdas, empapada de multiculturalismo, que no ve por qué el Estado debe limitar las expresiones de otras culturas distintas a la nuestra, aún en nuestro propio suelo. En un alarde de sinsentido, el diario británico «The Guardian», comparaba el uso del burka al de las gafas de sol por la calle, en una clara manifestación de incultura política e insensibilidad social. El burka es un instrumento de separación y de dominación de género, no un elemento estético o una herramienta contra las inclemencias de la naturaleza.

La segunda reacción ha sido la de los propios islamistas. Es digno de atención seguir el debate en sus sitios de internet. Primero Suiza y la prohibición de nuevos minaretes y ahora los ataques al burka que se propagan por toda Europa. Puro estado de shock, ellos que creían que el Viejo Continente yacía rendido a sus pies y que el califato era cuestión de tiempo. En la prohibición del burka ven una reacción social que frena sus aspiraciones.

Y por eso es importante su prohibición. Hoy, es verdad, no es relevante en términos numéricos, pero nadie puede decir que, sin frenarlo, no llegue a serlo en unas comunidades que cada vez se aferran más al radicalismo. Es más, aún cuando su uso fuera libre (algo más que dudoso en una cultura tan machista y dominante como la islamista), el burka representaría no sólo un elemento de encerramiento sino de aislamiento social que rompe claramente con nuestros usos sociales, donde el contacto visual se ha constituido en el principal elemento de confianza personal. El «dímelo a los ojos» no es equivalente a un hipotético «dímelo al burka».

Rafael Bardají

www.abc.es

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