quarta-feira, 31 de dezembro de 2008

Bella



En esta apasionante historia dirigida por Alejandro Monteverde, dos personas cuyas vidas están a punto de cambiar para siempre descubren que a veces es necesario perderlo todo para darnos cuenta de lo que realmente importa en la vida.

Protagonizada por Eduardo Verástegui y la ganadora de un Premio Emmy Tammy Blanchard, Bella es una tierna historia sobre la vida, las relaciones interpersonales, la amistad y la capacidad humana para amar en las circunstacias más inesperadas.

http://www.bellalapelicula.com/

http://www.bellamoviesite.com/site/

http://www.eduardoverastegui.com.ar

Can I live?

Hasta las 14 semanas, 0 derechos (nuevo dogma del PSOE)



El PSOE da un paso más en el aborto.

Hasta ahora, nadaba y guardaba la ropa: el aborto era para casos límite. Pero su propuesta de poder interrumpir el embarazo sin alegar motivos en las primeras 14 semanas de vida del ser humano hace realidad la tesis de “La filosofía en el tocador”, de Sade:

«Somos dueñas de lo que llevamos en el seno, y no hacemos más mal destruyendo esa especie de materia que purgándonos de otra con medicamentos cuando tenemos necesidad. (...) Hemos comprendido que una criatura más o menos sobre la tierra no comporta gran diferencia y que nosotras nos convertimos, en una palabra, en dueñas de ese pedazo de carne no de forma distinta a como lo somos de las uñas que cortamos de nuestros dedos, de las excrecencias de carne que extirpamos de nuestro cuerpo o de los productos de la digestión que evacuamos de nuestras vísceras. (...) Hace falta ser imbéciles para encontrar el mal en una acción tan indiferente».

Las imágenes de este vídeo son de seres humanos que con la nueva propuesta tendrían los mismos derechos que una uña o un excremento. Dí no a este nuevo atropello. Este partido lo vamos a ganar, pero mejor pronto que tarde: son muchas vidas en juego y muchos dramas para las madres que han abortado.

Santiago Chiva
http://opinionciudadano.blogspot.com/

La hipocresía de la equidistancia

Los europeos en general, y los españoles en particular, somos muy dados a la mojigatería de la equidistancia cuando lo políticamente correcto lo exige. De este modo, cuando se produce un conflicto internacional en el que participan los americanos o los israelíes, sea cual sea el origen del mismo, y sea cual fuere la posición defendida, la mayoría de europeos optan, de antemano, por considerar siempre que se podría haber evitado, aunque desconozcan los esfuerzos diplomáticos realizados con esa finalidad.

La mayoría de españoles, casi todos los votantes de la izquierda y buena parte de los de la derecha, se han convertido en unos sectarios del sentimiento humanitario. Así, la existencia de la base de Guantánamo es un grave problema de conciencia internacional, en cambio las prisiones castristas para los disidentes no. Es intolerable que una coalición liderada por los Estados Unidos invada Irak (aunque sea para democratizar el país), en cambio la violación sistemática de los derechos de la mujer en el mundo islámico no es sino una cuestión menor para ser abordada en el marco de la alianza de civilizaciones.

Me hace gracia –por no decir que me da nauseas– cuando oigo estos días comentarios en torno a la brutalidad de los ataques israelíes contra los terroristas de Hamas. La mayoría de medios de comunicación han jugado a incrementar el enfoque emotivo del problema, en lugar de plantear un análisis racional de la situación. Nos han enseñado cuerpos mutilados, algún niño muerto y mucho, mucho dolor. En la mayoría de casos se ha obviado que ha sido Hamas quien no ha respetado el alto el fuego, se ha omitido que la inmensa mayoría de los muertos habidos hasta ahora son terroristas, y lo más grave, se está ocultando la condición de terroristas de los miembros de Hamas.

Sin embargo, la cómoda equidistancia conlleva la emisión de juicios del siguiente tenor: "lo que deberían hacer judíos y palestinos es sentarse y negociar", "es que parece mentira que los judíos no quieran reconocer un Estado palestino", "qué horror lo que han hecho, a eso sí que no hay derecho"... De este modo se acaba queriendo conferir la condición de interlocutor válido a un grupo terrorista frente a un Estado democrático, respetuoso con los derechos individuales, como es Israel.

No se puede poner en duda, bajo ningún concepto, la legitimidad de la reacción del Estado israelí. Todos lamentamos las víctimas civiles. Bueno, todos menos Hamas, porque esas víctimas civiles, adecuadamente exhibidas, ayudan a aumentar el sempiterno antisemitismo latente en Europa. Hamas cuenta, para lograr este fin, con la inestimable colaboración de la prensa políticamente correcta de Occidente que será la encargada de presentar un niño palestino muerto en la mesa de cualquier espectador a la hora de la comida o de la cena. Nunca dirán si su padre, terrorista palestino, lo usó como escudo humano.

Israel ha hecho lo que debía hacer: proporcionar amparo a los habitantes de la zona sur (tan castigados por los ataques de los terroristas de Hamas), defender a sus ciudadanos, proteger la única democracia de Oriente Medio, rodeada y acosada por todo tipo de tiranías. La actitud de Israel sólo debería engendrar en Europa un profundo y sincero sentimiento de gratitud. Israel está dando una lección de responsabilidad ante la amenaza que representa el terrorismo de Hamas o Hezbolá. Frente a este ejercicio del deber, se sitúa la complacida equidistancia occidental y que tan bien encarna Moratinos cuando pide "Comprensión hacia Hamas". No señor ministro, comprensión hacia los ciudadanos israelíes cansados de que un montón de fanáticos asesinos intenten acabar con el sueño de su libertad.

Juan Morote
www.libertaddigital.es

Proporcionalidad para Gaza

Hay que perdonar a los que piden proporcionalidad para Gaza, porque no saben lo que dicen. Para ser proporcional, Israel debería rechazar el derecho a existir de toda la franja de Gaza y borrar a los palestinos de la faz de la tierra. Eso es exactamente lo que quiere hacer con Israel no sólo Hamas, sino su aliado Irán, que se está construyendo un armamento nuclear al efecto.

Afortunadamente, no hay señal de la proporcionalidad que muchos piden y exigen a gritos.Esta petición, fundada en la imposibilidad de condenar abiertamente a Israel por su voluntad de seguir existiendo, es un eufemismo destinado precisamente a favorecer a los que están comprometidos con la desaparición del Estado judío, que son muchos, y no sólo entre los musulmanes.

La correspondencia debida entre las partes, la proporcionalidad, requiere que se recuerden un par de datos acerca de la difícil situación de Israel. Es una frase hecha que existe un conflicto entre israelíes y palestinos. No hay conflicto, es decir, controversia entre dos partes más o menos igualmente implicadas. Lo que hay es la continuación de la firme voluntad del mundo árabe en 1948 de impedir la existencia de Israel por cualquier medio. Era el objetivo entonces de cinco países árabes en la guerra que marcó el nacimiento del país. Ha sido el mismo que ha guiado a los enemigos del estado judío en las guerras subsiguientes, incluyendo la de los Seis Días en 1967 y la del Yom Kippur en 1973 –que fueron guerras con armas convencionales–, y las dos intifadas, desarrolladas a través del terrorismo. Desde hace sesenta años, los palestinos –débiles refugiados– son usados como elemento de la ecuación por el poderoso mundo árabe que rodea a Israel. Llamar conflicto a esto equivale a establecer una igualdad entre los agresores que quieren destruir un Estado legítimo y democrático y quienes luchan por defenderlo. El razonamiento perverso es el siguiente: si Israel no tiene derecho a existir, tampoco tiene derecho a defenderse.

Que los medios occidentales y la mayoría de las cancillerías operen bajo esa presunción es simple y sencillamente la monstruosa constatación de que el derecho internacional les resulta absolutamente irrelevante. Como resulta evidente, y como sabrían hasta los niños de teta si los medios de comunicación hicieran su deber, la paz no puede venir de lo que Israel haga o deje de hacer, sino de que el mundo árabe musulmán en general, y el palestino en particular, se convenza a sí mismo del derecho de Israel a existir y abandone la empresa de su destrucción por cualquier medio. Existe un belicismo islámico hacia Israel que, de tanto en cuanto, desemboca en baños de sangre.

Israel dejó por completo el control de Gaza a los palestinos en 2005 con la esperanza de mejorar las relaciones. Pero tras la evacuación, se encontró con el aumento de los ataques. Posteriormente, el grupo terrorista Hamas, que dice expresamente no reconocer el derecho a existir de Israel en su carta fundacional, se hace cargo –a través de la conjunción de unas elecciones parlamentarias y de un golpe violento contra el otro partido palestino (Fatah)– de la franja de Gaza. Desde 2007 se dedica sistemáticamente, de manera deliberada y planificada, a lanzar misiles Kassam contra la localidad de Sderot y otras poblaciones civiles en el Neguev.

Que Israel haya respondido hasta ahora –tras 3.000 misiles a lo largo de este año, y a pesar de una tregua de seis meses– esporádicamente, es el ejemplo más claro de esa contención y prudencia que todos predican, y que sólo Israel practica. La mal llamada comunidad internacional debiera, cuanto antes, condenar las actividades de Hamas, exigir cuanto antes el fin de su criminal andadura y mostrar su apoyo a Israel, un país democrático atacado por un grupo totalitario.

En lugar de eso, estos días los medios occidentales recogen las manifestaciones de varios Estados a la operación israelí bajo titulares del estilo "Occidente condena a Israel". Es dudoso que alguien se pueda poner a hablar como portavoz de Occidente en contra de una de sus partes frente a otra que quiere destruirla, pero en todo caso el asunto central es el siguiente: o defendemos la verdad de toda esta historia o cedemos a un nihilismo, el del terrorismo, que niega las libertades más fundamentales y ejercita la violencia contra sus vecinos. Y la verdad es que Israel está respondiendo con justicia y moderación a una agresión totalitaria que muchos en nuestros países disculpan, defienden o justifican. Por suerte, los israelíes no responden a sus enemigos con la misma proporción de violencia.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

Sólo Israel

En tres minutos y treinta y seis segundos, la aviación israelí aniquiló la práctica totalidad de los cuarteles de Hamas en Gaza. Dio muerte a un número no menor de trescientos milicianos de uniforme. Eliminó a varios jefes militares enemigos. Sin apenas producir bajas civiles. En un espacio mínimo, como lo es la franja de Gaza, demográficamente atestado y en el cual la continuidad entre edificios civiles y militares es absoluta y el uso de la población como escudo humano práctica estable, la operación era de dificultad extrema.

No hay en el mundo un ejército, que no sea el israelí, dispuesto a asumir los costes de una acción selectiva tan complicada. Cuando las fuerzas de la Unión Europea y de los Estados Unidos apostaron por intervenir militarmente en la antigua Yugoslavia, tomaron la solución más rápida, más económica y de mayor eficacia: aniquilar indiferenciadamente a la más alta cifra posible de población serbia. Sin distinciones. No hubo objetivos específicamente militares. De lo que se trataba era de forzar una reacción de pánico en la ciudadanía que llevara al derrocamiento del régimen de Belgrado. Cuanto más alta fuera la conciencia de indefensión de los habitantes de las ciudades y más infalible la certeza de ser blanco seguro de las bombas, más rápido sería el vuelco político.

A los gobiernos europeos -sin excepción- les pareció estupendo. Tanto más, cuanto que el coste en combustible y proyectiles corría a cargo exclusivo de los americanos. Y ni un solo soldado de la Unión Europea iba a correr un átomo de riesgo. Beneficio puro. No hay humanitarismo que sobreviva a un tal sentido de lo rentable.

Lo que hace diferente al ejército israelí de cualquier otro ejército del mundo es precisamente la primacía, en el cálculo de costes, de ciertos principios fundacionales del Estado de Israel: la neta distinción entre combatientes y no combatientes en el campo enemigo. Es su más alta fuerza moral. Y su debilidad más alta. Algo que sus enemigos han sabido -y es lógico que así sea- utilizar siempre.

Los arsenales palestinos se almacenan en los sótanos de escuelas y hospitales. Los cuarteles de mando terroristas están instalados en bloques de viviendas saturados de habitantes. Los caudillos militares islamistas se desplazan rodeados de sus proles infantiles como de una inviolable garantía. Los bien armados milicianos que disparan contra el ejército israelí se pertrechan sistemáticamente tras los críos que lanzan épicas piedras contra los tanques.

Es la lógica terrible de un conflicto desigual: el que enfrenta al ejército de uno de los países más democráticos del planeta con la guerrilla teocrática más refractaria, no ya a la democracia, a cualquier forma de sociedad moderna.

En tres minutos y treinta y seis segundos, la aviación israelí aniquiló la práctica totalidad de los cuarteles de Hamas en Gaza, dio muerte a un número no menor de trescientos milicianos de uniforme, eliminó a varios jefes militares enemigos.

¿A alguien se le pasa por la cabeza cómo hubieran sido las cosas si Israel se hubiera planteado una estrategia similar a la europea en Yugoslavia?


Gabriel Albiac
www.larazon.es

Mitos y realidades sobre ISRAEL http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/spanish/spanishtoc.html

Cuba, 50 años de un balance ominoso

Las peores consecuencias de la entronización del comunismo en Cuba se dieron con la pérdida violenta de vidas humanas. El Dr. Armando Lago y la investigadora María Werlau, en el único recuento metódico de víctimas que se conoce, le atribuyen al Gobierno la muerte directa de 10.305 personas, la mayor parte fusiladas o asesinadas en los presidios, mientras calculan los balseros ahogados en 77.789. Si a estas cifras se le agrega el altísimo número de presos políticos —decenas de millares a lo largo de medio siglo, de los que todavía hoy existen unos 250— se podrá suponer el inmenso quebranto que ha padecido el país a lo largo de este periodo.

En el terreno económico, las consecuencias del establecimiento del comunismo desataron también una terrible catástrofe. Paulatinamente Cuba dejó de ser una de las naciones más prósperas de América Latina para convertirse en una de las más pobres e improductivas, pese a haber contado durante treinta años con el masivo subsidio de los soviéticos, calculado en algo más de cien mil millones de dólares. Ello ha provocado una disminución notable de la calidad de vida de los cubanos y un visible deterioro de sus condiciones de vida en los cinco renglones básicos de cualquier sociedad moderna: alimentación, vivienda, agua potable, comunicaciones y transporte.

Esto se explica por la destrucción y dispersión de la clase empresarial, el aniquilamiento del capital acumulado a lo largo de siglos de economía capitalista, la súbita interrupción de los lazos comerciales con Occidente y, sobre todo, por la incapacidad total de la planificación y del Estado empresario para satisfacer las necesidades más elementales de las personas. El comunismo pudo, incluso, diezmar la industria azucarera, provocando que a principios del siglo XXI el país produjera la misma cantidad de azúcar que a fines del siglo XIX, cuando no existían la electricidad o los tractores y el país tenía la décima parte de la población con que hoy cuenta. A lo que se añade el elemento destructivo de los huracanes que con cierta frecuencia barren la isla dejando una estela de destrucción que la débil economía colectivista es incapaz de contrarrestar.

En el ámbito social, la dictadura comunista, además de la homofobia que la llevó a encarcelar a miles de homosexuales para «reprogramarlos», provocó una dolorosa ruptura familiar, con el agravante de que los cubanos escapados de la isla, durante muchos años ni siquiera podían mantener relaciones por carta o por llamadas telefónicas con sus parientes, porque a éstos se les exigía romper sus vínculos con los «traidores» que habían abandonado a Cuba. Hoy hay cerca de tres millones de cubanos y sus descendientes radicados fuera del país, pese a las enormes dificultades que la población debe enfrentar, tanto para salir como para ingresar en la isla, operaciones para las que siempre se requiere un permiso especial del Estado.

En el tema religioso, bajo la prédica militante del ateísmo, la sociedad se fue alejando de la tradición judeocristiana de donde provenía por su origen cultural español, esencialmente católica, factor que acaso contribuye a explicar la relajación de las costumbres sexuales, el aumento vertiginoso de la prostitución, incluida la infantil, el número de abortos y suicidios (el mayor, con mucho de América Latina) y la constante apropiación indebida o robo de los bienes del Estado por parte de la sociedad.

La educación masiva universitaria ha generado un número importante de graduados, unos 800.000, entre los que hay 65.000 médicos y millares de ingenieros, convirtiendo a Cuba en el país latinoamericano con mayor capital humano con arreglo a la población. Sin embargo, ese alto nivel educativo aumenta la frustración de la población en la medida en que las personas comprueban que la educación y el esfuerzo individual no traen aparejado un mejor nivel de vida, dado que el salario promedio de los cubanos graduados en las universidades no excede los veinticinco dólares mensuales.

Pese a la penuria general en la que viven los cubanos, sometidos al racionamiento y a las mayores carencias, el país posee un extendido sistema de salud, atendido, en general, por médicos competentes, dato que se confirma en los buenos índices sanitarios en materia de criaturas nacidas vivas, longevidad y mortandad. Lamentablemente junto a esta estructura médica hay una casi total carencia de medicinas, equipos y material, al extremo de que los pacientes muchas veces tienen que llevar sus propias sábanas y en los salones de cirugía faltan el hilo de sutura y los jabones, mientras suele escasear hasta la anestesia.

Las manifestaciones culturales, siempre muy reguladas por el Estado y regidas por el principio dictado por Castro en 1961 de que «fuera de la revolución, nada», ha cultivado con cierta intensidad (aunque sin demasiado éxito) el cine, la danza, la música y la literatura, pero inevitablemente en medio de tensiones causadas por las protestas de los espíritus independientes, como recuerdan los sonados casos de algunos de los escritores perseguidos como Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, María Elena Cruz Varela o Raúl Rivero.

Tal vez en el deporte es donde la revolución ha cosechado sus mejores frutos. Sin embargo, junto a esa innegable verdad, está la de un Estado que se proclama dueño de la voluntad y la vida de sus atletas y no los deja salir al exterior a convertirse en profesionales y perseguir sus propios fines, lo que provoca el espectáculo grotesco de jugadores de béisbol que tienen que escapar en balsa para poder desarrollar su potencial deportivo.

El postcomunismo

Lo probable es que con la desaparición de los hermanos Castro (Fidel tiene 82 años y está muy enfermo, Raúl cumplió 77 y también circulan rumores sobre su castigado hígado) el comunismo cubano llegará a su fin. Por cuatro razones básicas:

—Porque en Cuba no hay otro heredero y las instituciones del sistema —el Partido y el Parlamento fundamentalmente— son cascarones vacíos, carentes de cualquier elemento de legitimidad que les permita transmitir la autoridad de una forma aceptable para el conjunto de la sociedad y para la propia estructura de poder.

—Porque esa estructura de poder ya no cree en el sistema, como confirman una y otra vez los desertores de alto rango o los familiares de los dirigentes que logran salir del país. Medio siglo de fracasos es un período demasiado largo para que cualquier persona medianamente inteligente pueda mantener la fe en ese desastre.

—Porque un país no puede excluirse permanentemente de la influencia de su entorno. Tras la desaparición de la URSS y la conversión de China a un capitalismo salvaje de partido único, el comunismo dejó de ser una opción viable en el mundo contemporáneo. Cuba no puede ser permanentemente la excepción marxista-leninista en una época en la que ese modelo se extinguió por su propia crueldad e incapacidad.

—Porque los cubanos saben que hay salida a la crisis. No ignoran que en el momento en que comience la transición el país va a recibir una ayuda caudalosa de Estados Unidos y del resto del primer mundo, lo que permitirá que la sociedad vea a muy corto plazo las consecuencias positivas del cambio.

Obviamente la recuperación de Cuba no será sencilla, como no lo ha sido en ninguno de los países que abandonaron el comunismo en Europa, pero la infusión de capital económico, junto al notable capital humano con que cuenta la isla aunados tras un cambio de sistema, auguran un futuro muy prometedor para los cubanos si consiguen un grado razonable de sosiego político. Cuando se llegue a ese punto, va a parecer casi inexplicable que durante cincuenta años tres generaciones de cubanos vieron cómo sus vidas se consumían al calor del error, la dictadura y la sinrazón de la revolución.

Carlos Alberto Montaner
www.abc.es

terça-feira, 30 de dezembro de 2008

La realidad de los ataques terroristas contra Israel

En medio de la desinformación generalizada e interesada en torno a lo que sucede en Gaza, la página web The Israel Project arroja luz sobre el verdadero origen de la intervención militar israelí.

Los terroristas de Hamas y otros grupos similares patrocinados por Irán dispararon 170 misiles de forma indiscriminada contra la población desde que anunciaron la ruptura del alto el fuego el 19 de diciembre. Estos ataques costaron la vida a una mujer y heridas a numerosos civiles. Este mismo lunes dos civiles israelíes murieron y varios resultaron heridos por cohetes lanzados por terroristas palestinos desde la franja de Gaza.

Esta es la razón por la que el Gobierno israelí ha lanzado la operación militar contra los organismos que controlan los terroristas de Hamas en la franja de Gaza. Sólo entre el martes por la noche y el miércoles –Nochebuena– Hamas lanzó más de 60 misiles y morteros contra poblaciones israelíes. Pero el problema viene de mucho más atrás. En los últimos años se han lanzado sobre Israel más de 15.000 cohetes.

Además, el peligro para Israel y toda su población ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos al mejorar de forma considerable la capacidad de alcance de los misiles tanto de Hamas como de otros grupos terroristas, por lo que ya no son sólo las localidades fronterizas con Gaza las que sufren esta amenaza.

Entre la artillería de los últimos ataques terroristas se encontraron misiles de tipo Grad que golpearon las ciudades de Ashkelon y Netivot, donde un misil explotó al lado de un centro comunitario mientras niños celebraban Hanukah (fiesta judía similar a la Navidad cristiana). Durante el año pasado, grupos terroristas de Gaza respaldados por Irán dispararon más de 3.000 proyectiles y bombas de morteros contra civiles israelíes en la región del Néguev, causando la muerte de cuatro personas y heridas a más de 270. En esa misma región cayó un misil Katyusha por primera vez, demostrando que los terroristas de Hamás son capaces de disparar misiles por encima de los 20 km.

Desde 2005 –año en el que Israel desmanteló todos los asentamientos judíos en Gaza abandonando casas, granjas, zonas comerciales y lugares de culto– los terroristas han lanzado más de 6.300 proyectiles y bombas de mortero desde esos lugares, matando a diez civiles, e hiriendo a más de 780, además de los traumas psicológicos que sufren miles de personas, en su mayoría niños.

Además de lanzar misiles contra civiles israelíes, los grupos terroristas palestinos iniciaron una campaña de atentados contra los cruces fronterizos desde Gaza hacia Israel. Tan sólo en 2008, hubo más de 17 ataques, entre los peores cabe mencionar un intento con un camión-bomba en el cruce para peatones de Erez, por donde pasan los pacientes palestinos que necesitan tratamiento médico en Israel. En 2008, más de 13.000 pacientes palestinos y sus acompañantes entraron a Israel para tratamientos médicos.

Irán –cuyo presidente ha reiterado la náusea que su objetivo es "borrar a Israel del mapa"– destina anualmente entre 20 y 30 millones de dólares a financiar a los grupos terroristas que actúan en Gaza y que controlan la franja. Conviene recordar, asimismo, que los terroristas de Hamas mataron a cerca de doscientos palestinos cuando dieron un golpe de Estado para hacerse con el poder en Gaza y expulsar a la legítima Autoridad Nacional Palestina.

Las imágenes de The Israel Project muestran los efectos que provocan los misiles terroristas en las poblaciones israelíes.

http://www.libertaddigital.com

Israel siempre

Nuevo enfrentamiento de Israel con el terrorismo, nuevo capítulo de una memorable historia de resistencia... y de incomprensión. Resucitan puntuales los viejos espectros, el antisemitismo hoy llamado antisionismo, hoy llamado pacifismo, hoy llamado movimiento pro palestino, hoy reforzado por la pirámide de Madoff (como es sabido, cristianos y musulmanes desconocemos la estafa, esa cosa judía).

¿De qué hablamos cuando hablamos de Hamas? De un respetable interlocutor democrático, si hay que atender a la mayor parte de la prensa occidental. ¿O se tratará más bien de una parte del amplio terrorismo islamista, global, posmoderno, reticular, tecnológico y bárbaro, resentido, suicida, rico, mendaz, posesionado del destino de infinidad de refugiados palestinos a quienes sus "amigos" árabes han deparado el eterno destino de coartada? ¿Sabe nuestra prensa lo que quiere hacer Hamas con Israel?

Al terrorismo mejor organizado, financiado y promocionado que hayan conocido los tiempos lo sufre en primera instancia y lo combate en primera línea Israel. Calla el periodismo como puta cuando caen los cohetes incesantes. Hemos visto titulares donde la muerte de niños israelíes por ataques de Hamas se presentaba como un "error" de los terroristas: ellos no querían matar a nadie. Por eso lanzan cohetes sobre la población civil. Los lanzan sistemáticamente, a diario desde hace años, los lanzan sin cesar, incluso cuando dicen estar en tregua, los lanzan para no reducir ni un momento la presión sobre los nuestros. Porque Israel, señores, por si no se habían enterado, son los nuestros.

Lo son por defender nuestro sistema de valores, por mantener viva la única democracia de la zona, por atenerse a las consecuencias de lo anterior juzgando y condenando a sus responsables políticos y militares cuando incurren en abusos que serían (que son) premiados en sus Estados vecinos. Lo son porque el judío es y seguirá siendo la figura que apela a Europa y, con ella, a Occidente entero; es el igual a quien hicimos diferente, el compatriota alemán, polaco, austriaco, francés que dejó de serlo de repente concitando un odio milenario, el chivo expiatorio que tuvo la grandeza, la dignidad y la valentía de levantar su identidad del exterminio, identificarla con los mejores valores de la civilización y preservarla desde el primer día de independencia de todos los ataques lanzados por las dictaduras árabes circundantes. Hoy, ni la Autoridad Nacional Palestina realiza análisis tan tendenciosos como nuestra prensa. Por la cuenta que le trae, aquélla quiere volver a la tregua. Lo mismo que Israel, y a diferencia de quienes la han roto.

Juan Carlos Girauta
www.libertaddigital.com

Amado terrorismo

Me considero un demócrata, y por ello admiro y quiero a Israel. La nación israelí resiste rodeada de enemigos. Muchos de esos enemigos alientan y financian el terrorismo. Hamas es una organización terrorista brutal y poderosa. Pero la Izquierda en España le ofrece su continuo amor y persistente protección.

Israel ha actuado militarmente en Gaza porque previamente sufrió los ataques de Hamas, que es más ejército que banda. Pero en España sólo se protesta por los muertos palestinos. En toda guerra hay víctimas inocentes. También las hubo en el corazón de Europa, en Belgrado, cuando fue aplastada la antigua Yugoslavia por la OTAN. Pero aquellos niños muertos en las calles de Belgrado no hirieron la sensibilidad de los progres de Visa Platino, Visa Oro y Visa normal.

Israel ha actuado en ocasiones con indescriptible dureza, siempre respondiendo a la indescriptible dureza que había padecido con anterioridad. El pueblo hebreo ha superado los mayores sufrimientos colectivos a lo largo de la Historia. Desde el éxodo al exterminio. Y los ha superado porque trabaja. Le dieron un trozo de desierto y ahora es un vergel. Ofrecieron a los palestinos un trozo similar de desierto, y no lo quisieron. Quieren el vergel trabajado por otros, sostenido por otros, y defendido por otros. Israel es una nación rica porque trabaja. Y las ayudas que pueda recibir del mundo occidental al que pertenece no son nada comparadas con los ríos de oro que perciben los grupos terroristas procedentes de las hipócritas potencias petrolíferas árabes.

Israel, de no ser continua y severamente atacada, compartiría su paz con las naciones que rodean su territorio. Demasiadas guerras, sufrimiento, horror y sangre llevan los israelitas en su alma para no desear una paz final y duradera. Pero la Izquierda internacional odia a Israel, probablemente por ser la única nación democrática en un Medio Oriente anclado en el siglo XII.

La imagen del niño palestino muerto nos hace llorar a todos. La del niño judío, sólo a unos cuantos. La del niño iraquí a todos. La del niño español y también vasco destrozado por la bomba etarra, se olvida pronto. Israel no sólo lucha y se defiende abiertamente, sino que sufre el terrorismo en sus ciudades. Vuelan los autobuses con hebreos y palestinos en su interior y apenas es una noticia. Muere una mujer palestina, y el horror de su muerto da la vuelta al mundo, y se organizan manifestaciones, y se llama «asesino» al pueblo más asesinado de la Historia de la Humanidad.

Un pueblo que trabaja, vota, elige a sus representantes, respeta las libertades y sobrevive como un Estado de Derecho permanentemente agredido. Y responde, claro. La animadversión, el odio sistemático que la Izquierda siente por Israel, enlaza a los nuevos progres del mundo con el terror nazi, por no ir más lejos. Pero ese extraño y extravagante enlace no se denuncia ni se recuerda. La auténtica Izquierda, la pensante, la culta -tan escasa-, está del lado de la Democracia.

En este periódico tenemos la suerte de contar con la inteligencia clara y afligida de un auténtico intelectual de la Izquierda. Gabriel Albiac. Él conoce como pocos las maniobras de los fétidos propagandistas de la Izquierda usurpadora. La de las moditas. La modita de hoy es recelar de Israel y amar apasionadamente a los palestinos. A todos, incluidos los terroristas. Amado terrorismo el de Hamas.

Alfonso Ussía
www.larazon.es

segunda-feira, 29 de dezembro de 2008

El chantaje yihadista


Pasan las horas, y el cielo asoma entre la humareda que produce la guerra de Hamás. Quizá el estruendo ocasional de los motores de un F16. No queda nadie, desde Tzipi Livni a Amos Oz pasando por Olmert y Netanyahu, que no haya hecho proclama de la guerra ayer, ni que no se haya resignado a la idea de una incursión militar encaminada a poner fin a los bombardeos del sur de Israel por parte de Hamás.

Lo que está en juego se interpreta de manera muy diversa: hay quien simplemente desea que Hamás posibilite una «tahdia», una tregua inmediata que tranquilice la zona de Sderot y los núcleos urbanos colindantes. Hay quien piensa que la virulenta directiva política que predica la destrucción no sólo de Israel, sino también de Abú Mazén y de los cristianos, y que dispara misiles contra Ashkelón, ciudad que proporciona la electricidad y los camiones que transportan los alimentos, debe dejar de infectar al pueblo palestino. Los hay que ansían una tregua (temporal o definitiva) con Hamás como organización terrorista que sigue los dictados de Damasco y Teherán. Los hay que desean que Israel libere Gaza de Hamás para poder entregarla a la Autoridad Palestina y dar nuevo aliento a Fatah y una posible negociación de paz. Los hay que desean destruir el considerable poder militar de Hamás.

Hamás es a estas alturas un peligro estratégico. Dispone de un ejército de 17.000 hombres bien armados que se entrenan de forma regular con munición real. Sus mandos son en buena parte entrenados en los campamentos gestionados por un amplio abanico de organizaciones terroristas fieles a las órdenes de la Guardia Revolucionaria iraní. Tras los seis meses transcurridos de «tahdia», los misiles de Hamás superan ya en muchos casos el radio de los 40 kilómetros; los proyectiles Katiusha y Grad tienen un radio mayor, son importados a Gaza por mar o por túneles, y contrariamente al pasado son almacenados hasta el momento oportuno. Asimismo, el combustible de los proyectiles se fabrica dentro de Gaza. Hamás ha copiado el modelo de Hizbolá, disponiendo de una enorme red de búnkeres, túneles y campos minados. Su capacidad le permite lanzar 80 misiles al día.

Si alguien se pregunta por qué Hamás se ha lanzado a su ofensiva post-tregua obligando a Israel a un enfrentamiento, la respuesta es que se trata de la estrategia más básica de Oriente Medio: Hamás quiere la «tahdia», pero está convencido de poderla lograr de todas formas mediante la fuerza y no la intención, y sin tener que renunciar al atractivo del que disfruta también entre los palestinos de Cisjordania gracias a su «invencibilidad».

Fiamma Nirenstein, Diputada italiana y ex corresponsal en Roma

El Derecho de Israel


Ya se ha producido la tan temida como previsible catástrofe. Después de la ruptura unilateral de la tregua por parte de Hamás y sus continuos ataques con cohetes y morteros contra el territorio meridional israelí, tras una larga serie de advertencias a las autoridades de la Franja de Gaza para que pusieran fin a los ataques terroristas, el presidente israelí, Simon Peres pidió hace días encarecidamente a la población de Gaza que impidiera a los terroristas provocar la situación que lo hiciera inevitable. Al final, Israel ha tenido que responder. Y lo ha hecho con contundencia. Ha destruido prácticamente todos los edificios de la policía y las milicias de Hamás, depósitos y túneles por los que se introducen en Gaza las armas. Por supuesto que ha habido víctimas civiles. Porque muchos de los arsenales están en sótanos de casas de miembros y líderes de Hamás. Porque todo el terrorismo islamista se arropa en civiles, cuyas muertes para ellos son una bandera. Pero quien vea el mapa de las operaciones realizadas sabe que el esfuerzo de las fuerzas israelíes por evitar víctimas civiles palestinas es tan denodado como el habitual de los terroristas de Hamás por matar al mayor número de civiles israelíes. Sólo la ignorancia, la mala fe y la militancia antiisraelí de los medios de comunicación -en nuestro país ya grotescos- pueden inducir a hablar, como se ha hecho, de «ataques masivos». Quien conozca un poco Gaza, una de las regiones más superpobladas del mundo, sabe que un ataque «masivo» habría provocado muchos miles de víctimas. Y no 280, en su mayoría hombres adultos y en gran parte uniformados.

Pero esto da igual no sólo a los medios de comunicación, también a las organizaciones políticas o humanitarias y a tantos políticos de derechas e izquierdas, a los que tan fácil les resulta condenar un bombardeo ante la opinión pública. Eso siempre confiere «caché» humanitario. Han callado durante todo el tiempo en el que Hamás ha generado una situación que hiciera inevitable la tragedia. Hace tres años Israel se retiró de Gaza como acto de buena voluntad para intentar dar un impulso a unas negociaciones sobre los dos estados, el Israel y el palestino, cuya existencia hoy es aceptada por una abrumadora mayoría de los ciudadanos israelíes. En la otra parte no sucede lo mismo. Cada vez son más los palestinos que siguen las consignas de Hamás y Teherán, rechazan la solución de dos Estados y llaman a la destrucción de la «entidad sionista». Hay muchos responsables de que así sea. Y no todos están en la región. Están ante todo los terroristas de Hamás que con la ayuda de Irán y Siria y la inapreciable colaboración de la corrupción del aparato de Al Fatah de la Autoridad Palestina, consiguieron ganar unas elecciones, liquidar a sus oponentes y establecer un Estado terrorista en la frontera sur de Israel.

Mientras desde Israel, pese a la confusión y las convulsiones políticas internas, se hacían esfuerzos por proseguir las negociaciones con la Autoridad Palestina en el poder en Cisjordania, Hamás y su patrón iraní Ahmadineyad han ido ganando terreno, comprensión internacional, amigos y armas. No sólo en Rusia, China o Pakistán, también en Europa por supuesto. ¡Qué confusión de valores por nuestros lares! Pocos hechos tan significativos como que en el Reino Unido, donde más activamente se ha hecho campaña para aislar al Estado de Israel, un canal de televisión decidiera estas navidades emitir un saludo de Nochebuena del presidente iraní, el adalid de la destrucción del Estado judío, el látigo de infieles, el carcelero de mujeres intelectuales, el verdugo de homosexuales, miembro de la Alianza de Civilizaciones con el turco Erdogán y el español Zapatero, nuestro hombre de la Kafiya. «Comprensión hacia Hamás», «no aislar a los islamistas», «no radicalizarlos». Este sempiterno pregón de nuestro ministro Moratinos parece ya omnipresente en el discurso vacuo e insensato de gran parte de la clase política europea. Y lo es porque previamente ha sido asumido por los medios de comunicación y gran parte de la opinión pública. Pese a toda la cultura de apaciguamiento, negociación de principios y relativismo general que se nos inocula a diario, nadie en España se atrevería a decir que las pistolas de ETA son inocuas porque tienen menos capacidad de fuego que las armas de la Guardia Civil. Es la artera forma de analizar la realidad comparando elementos no comparables. Es la que lleva a tanto intelectual y vocero en nuestros medios a decir que los misiles artesanales de Hamás son poco más que una broma pesada y que no justifican nunca una acción contundente del agredido para acabar con ellos. Es la que lleva a tanto idiota a pensar que las armas son malas independientemente de quienes las tenga.

El hecho cierto es que el terrorismo ha tenido un éxito parcial aquí en España, como saben quienes lo denunciamos, quienes lo niegan y quienes directamente se han beneficiado de ello. Aquí el éxito del terrorismo ha supuesto privilegios para sus simpatizantes y amigos secretos o la debilidad de la idea nacional en beneficio de otros nacionalistas. En Israel la amenaza es directamente existencial y pone en peligro su propia existencia como Estado. La creación de un Estado terrorista en Gaza en los últimos tres años y su creciente capacidad de paralizar el sur israelí pone en cuestión la propia viabilidad del Estado de Israel. A ojos de los israelíes pero ante todo a ojos de los cientos de millones de islamistas, árabes o no, que han convertido la destrucción de Israel en el centro de su existencia. Israel no puede vivir con gran parte de su población enterrada en refugios día sí, día también, porque Hamás o Ahmadineyad quiera. Acabaría toda Israel igual y ese gran estado no se erigió en su día para ser un gran Lager bajo tierra con los SS islamistas desfilando encapuchados sobre sus campos.

Mucho se hablará ahora durante y después de esta campaña militar -que todos deseamos corta, pero puede ser muy larga y dolorosa para todos- sobre el papel en su desencadenamiento del punto de inflexión en la historia de Estados Unidos que supone la llegada de Barack Obama a la presidencia. Creo que nadie debiera sobrevalorarlo. También creo desencaminados los intentos de explicar la operación militar israelí como parte de la dinámica electoral interna de Israel. Nada había más lejos de los deseos de la ciudadanía israelí que entrar ahora en este conflicto. Porque conocen la guerra. Y todos saben que estos muertos del fin de semana no son los primeros ni los últimos. Y que muchos no serán terroristas sino también niños y niñas tanto palestinos como israelíes y muchos soldados israelíes como la campaña prosiga por tierra. Lo que sí debería estar claro es que los defensores de esta operación militar de Israel somos los que sufrimos por todas las muertes, también por las ahora habidas en todos los bandos. Y enfrente hay un enemigo que se alegra de las muertes, también de las propias. Y las busca en Israel, en las Torres Gemelas, en Londres o Atocha, en la India o en Afganistán. Forman parte de una cultura de la muerte que es enemiga de nuestra sociedad tanto como del Estado de Israel. Y que si Israel fallara en su autodefensa, por supuesto que desaparecería como Estado democrático pero todas las demás sociedades abiertas perderíamos nuestro bastión más firme en la defensa de la ciudadela de la libertad. Una ciudadela que tiene muchas murallas minadas o tambaleantes en Occidente por el miedo a luchar, la falta de voluntad de ganar, por su confusión de valores y su incapacidad para el sacrificio. O porque, ilusos, creen que tratamos con un enemigo como nosotros. Esperemos que esta tragedia tenga un receso al menos. Pero la guerra será larga y la lista de víctimas también. La única nota de optimismo que tengo para concluir esta reflexión está en mi profunda convicción de que Israel, con la sabiduría de miles de años de supervivencia y la memoria de quienes aun son testimonio vivo de la última vez que -ante la pasividad de todos- se quiso exterminar a su pueblo, nos dará una nueva lección a la civilización. A la única civilización existente. Israel sabrá defender, cueste lo que cueste, pese a quien pese, llore quien llore, su sagrado derecho a la existencia en libertad y dignidad.

Hermann Tertsch
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Muerte en Gaza

Palestina está en carne viva y desde allí llegan a nuestras casas imágenes terribles que tiñen de sangre las Navidades. Los muertos se cuentan por centenares. Ante una visión tan espantosa es muy difícil encontrar argumentos que no sean otra desmesura. Como por ejemplo, el que ha utilizado el ministro de Defensa israelí, de ecos bíblicos: «Hay un tiempo para la calma y un tiempo para el combate. Ahora es el tiempo del combate». Tampoco han sido más atinados quienes han acusado de terrorista al Gobierno de Israel. No, los terroristas no son los ministros de un Gobierno democrático, sino los dirigentes de Hamas. Resulta llamativo, por no decir indignante, que en España abunden los políticos y los intelectuales que se tapan los ojos para no ver la naturaleza de esta organización. En estas 48 horas se han oído todo tipo de condenas contra Israel y ni una sola mención a que Hamas está catalogada como grupo terrorista por la UE, EE UU, Canadá, Japón y Australia, es decir, por todo el mundo democrático.

Que un español justifique a Hamas es como si un israelí apoyara a ETA, algo intolerable e hiriente. Los palestinos cometieron el mismo error que los españoles: permitir que las bandas terroristas ocupen las instituciones democráticas mediante sus brazos políticos sin haber renunciado a la violencia. Hoy, el pueblo palestino paga las consecuencias y se desangra en una guerra civil alimentada por los dinamiteros. Aquí deberíamos entender mejor que nadie esta trágica situación, pero es de temer que la fobia antiamericana, de la que Israel es una víctima colateral, lo impida. También deberíamos apercibirnos de que la batalla en Oriente Medio no es entre judíos y palestinos, sino entre el sistema democrático y el radicalismo islámico, entre la libertad y la dictadura, entre el Estado de Derecho y el Estado teocrático. Pero en España los mismos que exigen la aplicación del laicismo radical son los primeros en aplaudir a los enemigos teocráticos de Israel, el único país democrático y laico de la zona. Tal vez ignoren que Hamas significa «fervor».

J. G. Gundín
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Alianza de Civilizaciones

Alianza de Civilizaciones. Así bautizó Rodríguez Zapatero en 2004, ante la 59ª Asamblea General de la ONU, a su propuesta de alianza entre Occidente y el Islam para combatir pacíficamente el terrorismo internacional. Cuatro años después, del 4 al 6 de noviembre de 2008, se ha celebrado en Roma el primer Foro Católico-Musulmán. Su origen no está ni mucho menos en esa propuesta sino en la carta que más de un centenar de intelectuales musulmanes firmantes del manifiesto «Una palabra común», dirigieron a Benedicto XVI en 2007. Aparte del Foro en sí, lo relevante es que ese manifiesto reúne a las diferentes ramas del Islam: suníes, chiíes y otras.

¿Se trata de llegar al mismo destino por diferentes caminos? Esto sería deseable pero hay que hacer muchas matizaciones. Ironías aparte, la Alianza de Civilizaciones encierra un núcleo no despreciable que debería servir para romper el tópico de que Islam equivale a terroristas suicidas o a jeques de yate con grifería de oro. Ciertamente hay mucha intolerancia y en no pocos países musulmanes el cristiano es perseguido, pero es un signo esperanzador que ese manifiesto reconozca que «si los musulmanes y los cristianos no están en paz, el mundo no puede estar en paz». Y la esperanza aumenta si se lee la Declaración Final del Foro: ahí sí que hay elementos para asentar una convivencia pacífica basada en lo que une, alejando lo que divide, enfrenta o separa. La Declaración tiene quince puntos y puede leerse en www.zenit.org.

Lo relevante es que los propios interesados asientan esa deseable convivencia en bases muy diferentes de las que inspiran la Alianza de Rodríguez Zapatero. La política socialista ve en la religión algo negativo: separa, divide y es causa de guerras. Declara superado el modelo constitucional de Estado aconfesional y va no a una laicidad positiva –que reconoce lo que aporta la religión a la convivencia–, sino a un laicismo contrario a toda visión trascendente de la persona. Eso es la Educación para la Ciudadanía: el empeño de eliminar toda concepción religiosa, porque entiende que lo religioso ni puede tener presencia pública, ni puede participar en el debate público ni ser medidor de la acción política.

Por el contrario la Declaración del Foro Católico-Musulmán dice que «ninguna religión ni sus seguidores deberían ser excluidos de la sociedad. Cada uno debería ser capaz de dar su contribución indispensable al bien de sociedad, sobre todo en el servicio al más necesitado». Declara «el derecho de individuos y comunidades para practicar su religión en privado y en público» y que «estamos convencidos de que católicos y musulmanes tienen el deber de proporcionar una sana educación en valores humanos, cívicos, religiosos y morales a sus miembros respectivos y promover información exacta sobre las distintas religiones». Todo muy distinto a lo sostenido por los ideólogos del PSOE que identifican religión con tiranía. Dice así Santayana que «no hay tiranía peor que la de una conciencia retrógrada o fanática que oprime a un mundo que no entiende, en nombre de otro mundo que es inexistente».

La discrepancia queda, además, en evidencia en todo lo relativo a las políticas sobre la vida o en algo tan de Perogrullo como que hay «hombres y mujeres», no «opciones sexuales» ni «identidad de género». Dice así la Declaración Final del Foro Católico-Musulmán que «la vida humana es el regalo más precioso de Dios a cada persona. Por lo tanto debería ser conservado y honrado en todas sus etapas»; o que «la creación de la humanidad por parte de Dios tiene dos grandes aspectos: la persona humana, la masculina y la femenina, y nos comprometemos conjuntamente a asegurar que la dignidad humana y el respeto se extienda hacia una igualdad básica entre hombres y mujeres».

Como se ve, esa otra Alianza alentada por sus propios protagonistas camina en sentido opuesto a la de Rodríguez Zapatero. Y cito dos ejemplos de la semana pasada. El martes 16 el ministro de Sanidad anunciaba que en las parejas de lesbianas ya es posible que una done su óvulo para implantarlo en la otra tras ser fecundado por un padre anónimo: es «ampliación de los derechos» de este colectivo, se congratulaba Bernat. Y el viernes 19 se cerraba esa Subcomisión parlamentaria que ha servido de coartada para ir a más en el aborto. Dos pasos más del progresismo, del feminismo salvaje para los que la vida del más indefenso y sus derechos (tener un padre y una madre y no dos madres y un padre anónimo) valgan cada vez menos.

La conclusión es sencilla: quien desprecia lo religioso y parece tener por lema el «cuantas más aberraciones, mejor», ¿puede alentar la Alianza de dos civilizaciones enraizadas en una visión trascendente de la persona, que valoran la vida humana o dicen que hay hombres y mujeres? Lo menos que puede ocurrir es que esa Alianza que propugna quede en anécdota y, al menos, deje hacer a los que con sinceridad trabajan por la verdadera. Lo peor es que acabe dando más argumentos al Islam radical para justificar su guerra santa contra el diabólico Occidente.

José Luis Requero, magistrado y vocal del Consejo General del Poder Judicial

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Defender la familia, defender la libertad

Cientos de miles de familias se han reunido hoy en la madrileña Plaza de Colón para celebrar una multitudinaria Eucaristía con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia. Ha sido un acto principalmente religioso, sí, pero también una reivindicación de una moral y de una institución claves para la supervivencia de una sociedad libre.

La familia es la primera institución de ayuda y de socorro en tiempos de necesidad, imprescindible siempre pero más en época de crisis, como bien saben los inmigrantes que han venido solos a España y ahora se ven desamparados. Y lo que es más importante, realiza esa labor de forma voluntaria y altruista, al contrario que la tan publicitada "solidaridad" del Estado, que sólo actúa habiendo obligado previamente a los ciudadanos a aflojar la mosca. Además, supone un mecanismo de transmisión de valores y de educación integral de la persona que funciona al margen de lo que los sabios pedagogos del momento hayan decidido que es lo justo y lo correcto.

Así, no es extraño que una ideología tan extremista, como es el progresismo, no pueda soportar que se apoye públicamente una institución que supone la principal línea de defensa frente a cualquier plan de ingeniería social. Ni que exista una organización con una capacidad de movilización que supere con mucho la suya y que se oponga firmemente a sus planes de rehacer la sociedad a su antojo. Así, la familia tradicional y la Iglesia han sido el blanco preferido durante estos años de los ideólogos de izquierdas y de su Gobierno.

Los progresistas han caído en el error de pensar que ciertas semillas pueden germinar en cualquier tipo de terreno. Contemplar cómo la civilización occidental y sus valores de libertad, democracia y tolerancia han nacido y se han desarrollado puede llevar a pensar o bien que es bien sencillo que semejante milagro se reproduzca en entornos bien distintos a los de la Europa de cultura judeocristiana donde tuvo lugar originalmente, o bien que pueda sobrevivir sin esa base. Que consideremos estos valores universales no debe llevarnos a la ceguera de pensar que pueden respetarse del mismo modo en todos los países y regiones del mundo sea cual sea la cultura y el modo de vida imperantes en el lugar.

De ahí los riesgos de las políticas anticristianas del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Con serlo, no es tan importante el rechazo que pueda provocar el radicalismo del Gobierno socialista entre los católicos o entre quienes no siéndolo defienden unas posturas similares a las de aquellos. No, lo grave es que esa deriva se asemeja a la postura de un deportista de élite que, tras alcanzar la cima, abandona todo el esfuerzo y el entrenamiento que le permitieron llegar tan alto, por pensar que ya lo tiene todo hecho. La cultura de la muerte supone un claro alejamiento de las bases sobre las que se ha fundamentado la civilización occidental, y pensar que puede imponerse sin serias consecuencias para nuestras libertades es ser extremadamente ingenuo o directamente ciego.

Defender a la familia es defender aquello que nos hace libres y que nos permite ofrecer resistencia al poder. Sólo por eso, los liberales –católicos o no– debemos estar agradecidos a los cientos de miles de personas que se han congregado este domingo.

Editorial
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La calle y el cielo


La Iglesia Católica está llevando a la calle la defensa de su concepción de la vida y de la moral. Afortunadamente. La manifestación de ayer en Madrid es la confirmación de que las grandes cuestiones no deben quedar reducidas al Parlamento y a las Instituciones del Estado. Una cosa es legislar y gobernar, y otra es informar y debatir.

Algunos predicadores de la izquierda se han revuelto airadamente contra este hecho y acusan a la Iglesia de «hacer poítica» al defender a la familia en la calle. ¿Quieren decir con ello que la Iglesia debería renunciar al ejercicio de este derecho si no quiere ser acusada de «hacer política»?

Estos sofistas acusan a la Iglesia de perseguir a los homosexuales al negar la condición de matrimonio y de familia a las uniones de homosexuales y a las adopciones de niños a partir de éstas. ¿Debería entonces la Iglesia renunciar a su concepción de matrimonio?

En su osadía, estos voceros del Gobierno critican el alarmismo de la Iglesia ante las prácticas abortistas y el anuncio de una nueva y terrible legislación. Según ellos ¿debería aceptar el holocausto de los ciento diez mil abortos que ha habido en España en 2007?

Lo que está poniendo más nerviosos a los comunicadores de la izquierda zapaterista es que la Iglesia esté demostrando su condición popular. ¿Es que únicamente puede ser pueblo la Iglesia cuando asume la teología de la liberación y se pone al servicio de la «revolución»?

Estos demócratas de conveniencias que defienden la laicidad en las relaciones Iglesia/ Estado ¿pretenden que la Iglesia Católica renuncie a los derechos que le da ser el hecho de ser la mayoritaria en proporciones abrumadoras?

Ayer, la Iglesia demostró en Madrid que la calle no tiene por qué quedar en manos de los políticos y los templos reducidos a catacumbas en el siglo XXI. ¿Acaso pretenden estos profesionales de la incomunicación que incluso en la noche de fin de año nos neguemos a mirar hacia las estrellas para no correr el riesgo de sentirnos entusiasmados (endiosados) ante el maravilloso espectáculo de la Creación?

César Alonso de los Ríos
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¿Se meten en política los obispos?


Hay quienes afirman misteriosamente que los obispos «se meten en política» por organizar una misa en la plaza de Colón, coincidiendo con la festividad de la Sagrada Familia. Pero celebrar misa y propagar el Evangelio es la misión primordial de la Iglesia de Cristo; el día en que los obispos estuviesen dispuestos a renunciar a esa misión sería cuando, por fin, podría decirse con propiedad que «se meten en política». La misión que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, pero comprende los principios de orden moral que surgen de la misma naturaleza humana. ¿Y qué hay más naturalmente humano que la institución familiar? La Iglesia nos recuerda en esta festividad que Cristo buscó cobijo en una familia. Como Dios que era, no habría requerido el concurso de una mujer que lo gestase en su vientre, no habría requerido tampoco la figura de un padre que velase su andadura terrenal; pero su asunción plena de la naturaleza humana lo impulsó a hacerlo. Desvinculado de un padre y una madre, Cristo no habría sido hombre pleno, sino hombre mutilado; esto es, hombre desnaturalizado.

Ahora los propagandistas de la mentira pretenden hacernos creer que la desnaturalización del hombre no es una mutilación; y que, por lo tanto, la transmisión de vida, valores y afectos que sólo se produce en el ámbito familiar es algo de lo que el hombre puede prescindir, o algo que se puede sustituir con sucedáneos. También el hombre mutilado puede sustituir el miembro que le ha sido amputado por una prótesis; mas no por ello deja de estar mutilado. Y hasta es posible que la prótesis le avive la conciencia de su mutilación.

La Iglesia no hace sino recordar al hombre que la familia es una institución natural a la que Dios comunica una gracia sobrenatural. Los propagandistas de la mentira disfrazan su odio a la naturaleza humana combatiendo esa gracia sobrenatural; pero ya se sabe que, cuando quitamos lo sobrenatural, no nos encontramos con lo natural, sino con lo antinatural. Los propagandistas de la mentira odian la naturaleza humana; y una de las formas más agresivas de demostrar ese odio consiste en perseguir lo que ellos llaman «familia tradicional», como si pudiera haber familia sin «tradición», esto es, sin transmisión de vida, afectos y valores. La «tradición» entabla vínculos entre generaciones; es una larga cadena viviente en la que cada generación absorbe el acervo moral y cultural que la precede y lo entrega a la generación siguiente; y en ese proceso de transmisión, que no es inerte ni fosilizado, cada generación enriquece el legado recibido mediante aportaciones propias. Así ha ocurrido desde que el mundo es mundo; y la gran familia humana ha crecido sobre el humus fecundo de los tesoros que las generaciones anteriores se han encargado de preservar y ceder en herencia a quienes venían después.

Los propagandistas de la mentira saben que, mientras esa cadena no se quiebre, mientras el hombre no esté desvinculado, no podrán imponer sus designios de ingeniería social. De ahí que odien tanto la institución familiar; de ahí que exalten y promocionen falsificaciones de esta institución: saben que, en lo más hondo de su corazón, los seres humanos sienten que no lo son en plenitud si no los cobija una familia, si ellos mismos no se vinculan con otros seres humanos formando otra familia; y, puesto que borrar ese anhelo hondamente natural es tarea ímproba, tratan de satisfacerlo mediante sucedáneos.

En los últimos tiempos hemos asistido en Occidente a una concienzuda destrucción de la familia, tejido celular de la sociedad humana que ningún sucedáneo puede reemplazar. Hoy contemplamos los efectos de esta devastadora acción: matrimonios deshechos a velocidad exprés; hogares desbaratados con el menor pretexto, o convertidos en un campo de Agramante donde triunfan las más execrables formas de violencia (porque cuando las personas se desnaturalizan dejan de mirar a quienes están a su lado como algo sagrado); hijos desparramados y convertidos en carne de psiquiatra; abortos en cantidades industriales; nuevas fórmulas combinatorias humanas negadas a la transmisión de la vida, etcétera. Pero aún quedan familias que se resisten a esta ingeniería social desnaturalizadora; aún queda gente con sueños comunes, con ideales compartidos, con afectos heredados de sus mayores que se renuevan en sus hijos; aún hay fidelidad y perseverancia de los buenos en medio de una generación que ya parecía pervertida. Y hay una Iglesia de Cristo dispuesta a seguir proclamando que existen unos principios de orden moral que surgen de la misma naturaleza humana, entre los que ocupa un lugar sustantivo, medular, la institución familiar. Frente a la intemperie desnaturalizada que nos proponen los propagandistas de la mentira, la Iglesia propone la familia natural como creadora de vínculos, como cobijo frente a violencias, desarraigos y desarreglos psíquicos, como transmisora de los bienes que garantizan la supervivencia social, empezando por el bien supremo de la vida.

¿A quién puede amenazar u ofender que la Iglesia predique el Evangelio de la familia? Sólo a quienes desean vernos mutilados; sólo a quienes anhelan una sociedad desvinculada, convertida en carne de ingeniería social. Decía Chesterton que necesitamos sacerdotes que nos recuerden que vamos a morir, pero también y sobre todo sacerdotes que nos recuerden que estamos vivos. Los obispos, al convocar esta misa en Colón, han demostrado ser curas de esta segunda especie. Lo cual, sin duda, tiene que resultar insoportable a los propagandistas de la mentira, que nos quieren desnaturalizados y fiambres; por eso dicen que los obispos «se meten en política».

Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com

Amar al monstruo

Amamos el engaño: pocas cosas dan mejor la extraña paradoja de ser hombre. La política no es otra cosa que la eficaz artesanía de esa constancia básica: nada desean más los hombres que el doble placer de ser siervos y de ser engañados. Por un amo. E ignorarlo. O hacer -hacerse a sí mismos- verosímil que lo ignoran.

Va a cumplir medio siglo la broma macabra del castrismo en Cuba. No hay enigma en la lógica de su mantenimiento. Sólo, una mayor eficacia en lo que siempre fueron los caudillismos latinoamericanos: brutalidad policial y retórica altamente sentimentalizada. Lo más repugnante, en suma, para una mente racional y escéptica. Lo óptimamente eficaz también, a poco que se considere el natural amor de servidumbre que liga al desvalido animal humano con los eficaces tiranos que determinan cada instante de su vida. Pública, como privada. A quienes no se acojan a ese barato consuelo de delegar su biografía en la clarividencia del Comandante, les quedan dos explícitas opciones: muerte -o, en clave magnánima, cárcel-, o bien exilio.

Eso dijo, desde el primer momento, la consigna tomada, tal cual, por Fidel Castro de la jerga de los jóvenes hitlerianos españoles en los años treinta: «¡Patria o muerte!». Lo que es lo mismo: «¡Muerte o muerte!». Muerte moral o muerte material. Y eso sigue diciendo. Ni Castro ni el castrismo conocieron jamás el frío rigor analítico de Marx: eso requería estudio. Ni Castro ni el castrismo tuvieron jamás nada que ver, salvo en la irrisoria farsa de lo retórico, con comunismo alguno. Al menos, de matriz marxiana. Su modelo -sentimentalizante y ayuno de concepto- es el del fascismo clásico. El enigma existe y está en otra parte.

Ninguna de las variantes latinoamericanas del fascismo gozó de simpatía alguna en la Europa de la segunda mitad del siglo veinte. El histriónico Perón, acarreando el polvoriento despojo de su musa y momia, movía aquí tan sólo a una equitativa mezcla de risa y repugnancia. El nazismo de Fidel Castro contó, por el contrario, desde su inicio mismo, con una fuerza de fascinación casi invencible sobre las fantasías de una Europa que afrontaba su crepúsculo. Arrastró incluso -aun cuando fuera sólo por unos pocos años, cerrados en el 67- a buena parte de las mejores cabezas europeas, en aquellos tiempos distorsionadas por la guerra fría. Y sigue, asombrosamente, generando en este anacrónico país nuestro una enferma simpatía que, más allá de las formas alucinadas de un Fraga o un Carrillo, bloquea cualquier análisis serio de la última tiranía nacional-socialista del planeta.

Nada es más deseable a los humanos que el doble placer de ser siervos y engañados. Por un amo. Esa forma radical de engaño y servidumbre tiene, para el español medio, un nombre: Fidel Castro. Hay también intereses, claro está, en juego. Muy materiales: los de los turbios hoteleros españoles que regentan el gran negocio del turismo en la isla. Pero hay en nuestra complicidad difusa algo más amplio y más extraño. Un fervoroso amor de lo podrido. Un deseo del mal en forma pura. Tal vez sea el anhelo misterioso del más seco suicidio: el del espíritu.

Gabriel Albiac
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domingo, 28 de dezembro de 2008

Cuba, 50 años de perdición


BLOG de Norberto Fuentes

Generación «Y»: Adiós al «Patria o muerte»

Del «Patria o muerte, venceremos» nada quieren saber. Son rebeldes, que no revolucionarios. Ni color caqui, ni barbudos. Nacieron lejos, muy lejos en el tiempo (y ahora con mucho hartazgo) de las melancólicas hazañas de Sierra Maestra. Con una guitarra punki, una letra rapera, un reggaeton o un «blog» desafían al «Caballo» -uno de los apodos utilizados en la isla para hablar de Fidel Castro (los cubanos apenas mentan su nombre a viva voz, y menos a un turista)-, a su régimen y a sus herederos.

Para ellos, el próximo jueves no habrá nada que celebrar. Cada uno a su manera, y desde dentro de la isla, ya ha dado un corte de mangas a la mitificada Revolución. Y, sin complejos, hablan de la escasez de productos, la doble economía (peso/dólar), la prostitución, la falta de libertad, la censura en internet, los paupérrimos salarios... Son el futuro: la Generación «Y».

Una de las gurús de esta rebelión social es la filóloga Yoani Sánchez quien, desde una habitación destartalada, con un ordenador portátil y mucho arrojo, pone los puntos sobre las «íes» al régimen castrista en su «blog» Generación «Y», traducido a trece idiomas. En el frontispicio, unas pegatinas recuerdan que «aquí no hay límite». Como si el cubano tuviera que deshacerse cada día de la enorme losa del castrismo.

Yoani reflexiona sobre la efeméride: «Pocos se preguntan si lo celebrado es el cumpleaños de una criatura viva o sólo el aniversario de algo que ocurrió. Las revoluciones no duran medio siglo, les advierto a los que me preguntan. Terminan por devorarse a sí mismas y excretarse en autoritarismo, control e inmovilidad. Expiran siempre que intentan hacerse eternas. Fallecen por querer mantenerse sin cambiar».

A sus 33 años, se gana la vida como guía turística y traductora de alemán. ¿Por qué Generación «Y»? «Pertenecemos a esa generación de cubanos nacidos en los años 70 y 80, marcados por las «escuelas al campo», los muñequitos rusos, las salidas ilegales y la frustración». Unos tiempos en los que se pusieron de moda en la isla los nombres con «y griega»: Yanisleidi, Yoandri, Yusimí, Yuniesky...

Preguntas incómodas

En abril de 2007, Yoani inició el ciberdesafío que, irónicamente, califica de «ejercicio de cobardía, pues me permite decir en este espacio lo que me está vedado en mi accionar cívico». Pero no sólo es Yoani. En internet hay más blogs de cubanos que viven en Cuba contestatarios con el régimen comunista, como «Sin EVAsión» de Miriam Celaya, «Desde aquí», del periodista independiente Reinaldo Escobar o «El blog de Dimas» del periodista Dimas Castellanos.

Una Generación «Y» que, venciendo tabúes, se atreve a preguntar porqués. Como aquéllos que el joven estudiante Eliécer Ávila, de 21 años, espetó el pasado mes de enero al mismísimo presidente de la Asamblea cubana, Ricardo Alarcón, sobre la imposibilidad de viajar fuera de la isla, conectarse a internet o ir a los hoteles que frecuentan los «yumas» (guiris, extranjeros).

Unos turistas (no todos) que, guiados por la vitola mística de la Revolución Cubana, buscan la camiseta-souvenir del Che Guevara -por cierto, a precio de dólar en los resorts cinco estrellas de Varadero o María la Gorda, en la provincia de Pinar del Río-. Unos «yumas» que al final se topan con la Rebelión: jóvenes que a modo de protesta visten camisetas y gorras «Born in USA», jóvenes suspirando por los últimos modelos de telefonía móvil o zapatillas deportivas, jóvenes poniendo precio a sus cuerpos en las terrazas de los principales hoteles de La Habana, jóvenes que en silencio, con miradas huidizas, quieren decir «sácame de aquí, turista». Los cortes de manga al «Patria o muerte, venceremos» -discurso pronunciado por Fidel el 5 de marzo de 1960 ante la tumba de los fallecidos tras la explosión del vapor francés La Coubre- también bailan a ritmo de hip hop, rap y reggaeton.

En sus letras corrosivas se accede a la realidad sin propaganda. Como en «Mi Habana», del grupo Papa Humbertico, toda una recomendación (vía You Tube) para el viajero que se disponga a visitar la ciudad: «Hacia ningún lado voy y de nada tengo ganas, veo cómo se la ganan putas y proxenetas [...] Muchos corren evitando el roce con la Policía, esta es la parte de La Habana que no conoces, en cada rincón es un poco de corrupción [...] Taxistas alteran tarifas, en el cuerpo de guardia se hace el amor, estafadores disfrazados de dependientes tras el mostrador [...] Esta es La Habana que no conoces: el goce del extranjero, la lucha para el que sea de aquí».

El movimiento hip-hop tiene su epicentro en Calle 70, desde donde otros grupos como El Discípulo cantan a la marginación de la mujer, la falta de libertad de expresión, el escaso acceso a internet, la lucha por una rebelión poscastrista o el mismo bloqueo de EE.UU.

El reggaeton del grupo Calle 35, de Cienfuegos, también chirría en el oído musical de lo castristamente correcto. Sin éxito, el régimen trató de prohibirlo. ¿El motivo? «Yunai», una canción que versa sobre el ansia de libertad de una jinetera cuyo sustento son los «fulas» (dólares en jerga cubana) de los «yumas». La meretriz en cuestión de la canción es claro exponente de Generación «Y», con un nombre en «y griega» cuya pronunciación también hace referencia al modo con el que los cubanos se refieren a los «United», el vecino de arriba.

Triturando el «Granma»

Pero si hay alguien que de verdad le ha dado un corte de mangas a la Revolución y a la cultura de la nueva trova (los Silvio Rodríguez y compañía que cantaron las «gestas» revolucionarias), ése es Gorki Águila, líder del grupo punki Porno para Ricardo. El emblema de la banda es toda una declaración de intenciones: un pene a modo de martillo que rompe a la hoz comunista. En su página web, sus integrantes se exhiben triturando el «Granma», diario oficial de un régimen presidido ahora por Raúl Castro.

Creada en 1998, la banda la componen además Ciro Díaz, Renay Kayrus y Hebert González. Ya en sus cuarenta años, Gorki vierte, vía telefónica, su feroz crítica hacia Castro cuando es preguntado sobre el 50 aniversario de la Revolución: «Para mí, Revolución es algo que no tiene nada que ver con el castrismo. Lo que hay ahora es el monólogo de un egoísta y ególatra, como es Fidel. A mí me parece que en vez de 50 años, han pasado cien o doscientos. El tiempo en Cuba pasa muy lentamente».

Gorki -con una hija de 12 años, se gana la vida en un taller de serigrafría de La Habana- fue encarcelado el pasado mes de agosto por «peligrosidad social», siendo posteriormente liberado. ¿Cómo será la vida después de Fidel? «Hace tiempo que opté por vivir en riesgo y separarme de la doble moral de este país. A mí no me importa tanto. Siento que alcancé mi libertad interior». Hace tiempo que dijo adiós. Ahora lleva a gala otro lema: «Patria o muerte, singaremos».

Esteban Villarejo
www.abc.es

1 de enero de 1959: Así lo contó ABC


El general Batista llegó en avión a Ciudad Trujillo, procedente de La Habana, de donde había salido precipitadamente a las cinco de la madrugada. Le acompañan unos cuarenta miembros de su gobierno y jefes del Ejército, entre ellos, el presidente electo, Andrés Rivero Agüero; el hasta ahora primer ministro de Cuba, Gonzalo Güell; el presidente del Senado, Anselmo Allegro; el contraalmirante Rodríguez Calderón, que era jefe de la Marina, y el general Pedraza, quien fue nombrado miembro de la Junta Militar que preside el general Cantillo, pero luego renunció a formar parte de ella y acordó salir de Cuba.

Fuentes informadas dicen que Batista convocó a los altos oficiales del Estado Mayor, con los que se reunió en Campo Columbia antes de abandonar el país. El presidente -según estas fuentes- dijo a los oficiales del Estado Mayor que no deseaba un mayor derramamiento de sangre y que resignaba sus poderes sobre el general Cantillo.

«No confiéis en nadie»

El dirigente del Movimiento 26 de Julio, Fidel Castro, ha rechazado esta noche la oferta de paz hecha por la Junta de Gobierno que ha asumido el poder en Cuba. En una emisión por radio, Fidel Castro dijo que sus Fuerzas «continuarían las operaciones en todos los frentes. El régimen de Batista ha caído a causa de los últimos golpes rebeldes -agregó-. No confiéis en nadie, ni permitáis que nadie os engañe.»

Fidel Castro ha dirigido un ultimátum por radio a la guarnición de Santiago de Cuba, en el que dice que si no se rinde a las dieciocho (hora local), sus Fuerzas tomarían por asalto la ciudad. «La guerra no ha terminado -dice el ultimátum de Fidel Castro- porque los asesinos están todavía armados.»

En su alocución a la población de Santiago de Cuba, el dirigente revolucionario agrega: «Contamos con vuestro apoyo y os pedimos que esa ciudad «quede paralizada». Todos deben abandonar su trabajo, a excepción de las fábricas de energía eléctrica.»

Por otra parte, los jefes de las Fuerzas de Fidel Castro han recibido la orden de avanzar en la provincia de Camagüey y cortar las carreteras que conducen a la capital de la misma. También se ha dado orden de avanzar sobre La Habana, Guantánamo y Holguín, y de detener a todos los oficiales del Ejército, que serán sometidos a Consejos de guerra. Castro ha dispuesto también que «no cese el fuego por ninguna razón y que se concedan treguas a las Fuerzas armadas solamente cuando éstas se rindan». «Las operaciones militares -agrega- deben continuar contra las Fuerzas armadas de La Habana, que se han rebelado (refiriéndose a los miembros de la Junta Militar). Hasta que no se rindan incondicionalmente, no habrá paz.»

Liberación de presos políticos

Apenas comenzaron a extenderse por las calles las noticias de la partida de Batista se produjo el asalto al cuartelillo de Policía número 5 y la liberación de un númeno no determinado de presos políticos. En la prisión de La Habana organizaron una manifestación otros presos políticos, mientras centenares de familiares suyos se agolpaban en el exterior.

Algunos presos han resultado heridos en las manifestaciones. Varias mujeres se desmayaron y otras fueron pisoteadas en el pánico que siguió, en la multitud del exterior, al hacer fuego contra ella soldados y policías desde los muros de la cárcel. Los manifestantes se alejaron al arriarse en el interior la bandera de Batista.

En los suburbios los revolucionarios arrojan sus automóviles contra los contadores de estacionamiento y se apoderan de las monedas que contienen. También fueron asaltadas, además de los casinos del hotel Sevilla Baltimore y del hotel Plaza, las oficinas de varias compañías aéreas: K. I. M., Iberia, Air France, Aerolíneas Argentinas y Línea Aeropostal Venezolana, así como bancos y otras instituciones. Se escuchan disparos en toda la ciudad y algunos policías han comenzado a hacer aparición en los lugares de los disturbios, pues las turbas están entregándose al pillaje y la destrucción en el centro de la capital.

Fidel entrará en La Habana

Fidel Castro llegará a La Habana a las ocho de esta noche (hora española), según se afirma en círculos fidelistas, aunque no ha habido confirmación de la noticia. También se espera en la capital a Antonio Varona, que representa al ex presidente Carlos Prío Socarrás.

Al mismo tiempo se anuncia que el general Pedraza, miembro de la Junta Militar, ha abandonado el país. La situación en Campo Columbia es muy inquieta y se ha aplazado una conferencia de Prensa convocada para las tres de la tarde. Circulan rumores de que la Junta consideró inaceptable al general Pedraza. La futura constitución de la Junta es muy incierta.

ABC

2008. Cuba. Un Pueblo que quiere renacer


Se acerca el fin del año 2008 y muchos de nuestros hermanos están aun en prisión, en condiciones inhumanas ¿Por qué les condenaron? Por escribir, por divulgar los derechos humanos, por apoyar el Proyecto Varela. Cuando se piense en Cuba en estas navidades y en este fin de año piénsese y, si se quiere, órese por estos prisioneros y sus familiares que son testigos de la verdad.

Muchos en el mundo relativizan los derechos de los cubanos y nos miran a través del prisma ideológico de derecha o izquierda, y comparan con otros países, piensan y hablan sobre todo de los Estados Unidos o de las figuras que consideran legendarias de la revolución.

Nosotros decimos que miren hacia Cuba y vean a 11 millones de seres humanos. La oposición pacífica, ese grupo de hombres y mujeres que trabajamos pacíficamente en Cuba, no importa cómo nos denominen, no importa si nos ofenden, no nos definen negativamente, porque luchamos por los derechos, para que se pueda hablar sin tener que mirar hacia los lados, para que cada padre o madre de familia pueda ganar el pan de cada día sin arriesgase a ir a la cárcel, para que cada cubano pueda entrar, salir y moverse libremente incluso dentro de su país.

Muchos quedan en silencio cuando se habla de Cuba porque piensan que reniegan de antiguas simpatías o antiguos compromisos, a esos también les decimos, libérense, como aquellos que miran a Cuba a través de su rencores o intereses, libérense como nos estamos liberando nosotros.

La oposición democrática, el movimiento cívico dentro de Cuba mantiene su unidad en los propósitos de reconciliación, de cambios pacíficos y de derechos para todos, pero está unido en la diversidad. Y los que desde fuera miran con buena voluntad no deben tratar de presionar o de sugerir ni siquiera esquemas de unidad de política clásica, por decirlo de alguna manera.

Con toda humildad les decimos: déjennos a nosotros, que sabemos identificarnos, que estamos unidos en la solidaridad, que conocemos la enorme complejidad de la situación interna de Cuba, y por eso esa unidad verdadera va madurando cada vez más dentro de la oposición, comenzando por la identificación humana, por el respeto, por la solidaridad. ¿Por qué? Porque los propósitos de todos lo opositores, y no vamos a clasificarlos ni a calificarlos, son los mismos: reconciliación, libertad, democracia, derechos. Por eso nuestro estandarte no es la unidad sino la libertad y en el documento Unidad por la libertad expresamos con su propio nombre que la oposición está en función del pueblo y tiene como misión lograr esos cambios para el pueblo sabiendo que el pueblo debe ser el protagonista de su historia y lo será.

El Proyecto Varela no es el proyecto de un partido ni de un movimiento, y aunque no lo impulsen todos los grupos, sí pide los derechos para todos los cubanos. Así es que la mayoría de los que lo conocen lo apoyan, porque nadie puede negar sus propios derechos.

Por eso, en este tiempo que es siempre de esperanza, creemos que una nueva luz se levanta sobre Cuba, sobre este pueblo que quiere renacer, que libre quiere ser.

Todos cubanos, todos hermanos y, ahora, la libertad.

Oswaldo Payá
Disidente. Fundador de «El Proyecto Varela»

La isla en Miami: el exilio eterno


A la parte central de la calle 8 de Miami se la llama «La Pequeña Habana» pero no es verdad: ni las casas, ni los coches, ni las calles, ni el aspecto de las personas se podrían confundir con la capital cubana. Y, sobre todo, la principal diferencia es que los que viven bajo la dictadura casi nunca se atreven a hablar de política cubana, mientras que en Miami los exiliados no hablan de otra cosa. Hasta cuando sueñan. Sobre todo, cuando sueñan. Cincuenta años después de la llegada de los primeros cubanos huyendo de la revolución comunista, la avalancha de exiliados ha cambiado la historia del sur de La Florida, donde el español es la lengua mayoritaria, los cubanos dirigen las elecciones y creen que son decisivos en la carrera presidencial. La única verdad es que cada día, al terminar la jornada, estos cubanos a los que el régimen llama despectivamente «la gusanera» se van a dormir con la decepción de saber que todo el éxito y su relumbrón en EE.UU., que su dinero e influencia estratégica no sirven para nada a los únicos efectos que de verdad les interesan, porque el castrismo sigue incólume a pesar de sus sueños, a solo 82 millas de la punta de los cayos.

La diferencia entre los cubanos que llegaron en los primeros años de régimen comunista y los que han venido cruzando en balsas de fortuna sin haber conocido nada más que el castrismo es que unos añoran lo que otros quieren olvidar. Los primeros solo piensan en la Cuba que dejaron, tienen en casa una edición recién reimpresa de la guía de teléfonos de La Habana de 1959 para seguir creyendo que un día volverán aquellos tiempos, mientras que los segundos no quieren saber nada de las miserias y la mugre que dejaron atrás. Después de haberse engañado a sí mismos durante medio siglo creyendo que el triunfo de los barbudos era circunstancial, los que pueden se pagan el carísimo trámite del traslado póstumo al panteón familiar dejado en el Cementerio de Colón, o piden que les dejen en una sepultura provisional para hacerlo en su día. Los recién llegados solo tienen ojos para un futuro lejos de Cuba y si acaso se acuerdan de los familiares vivos, por supuesto porque aspiran a sacarlos de allí.

Dicen que el que quiera ser alguien en Miami debe dejarse ver al menos una vez por semana por el café Versailles, porque allí se discuten las principales conspiraciones políticas de la comunidad cubana. Pero lo más fácil es que entre ropa vieja, tostones y tres leches lo único que capte sean conversaciones que se parecen mucho a las discusiones abiertas en la mayoría de las emisoras de radio, donde cada cinco minutos se derroca, se expulsa, se juzga, se asesina o se fusila a Fidel Castro con la mayor alegría. En La Habana, el aludido hace chistes con las veces que los cubanos de Miami se han quedado dormidos escuchando la radio con las maletas preparadas, para subirse al primer yate que ponga rumbo al sur, donde está la isla de sus sueños y sus pesadillas.

Enrique Serbeto
www.abc.es

Españoles en la revolución


«Eran tipos formidables. Los gallegos que lucharon en la revolución tenían esa alegría que produce el poder y la juventud. Eran héroes internacionales que querían cambiar el mundo, y mujeriegos. Vivían en peligro constante, exudaban testosterona». El escritor Norberto Fuentes hace una descripción elocuente de cómo debían de ser aquellos revolucionarios españoles, muchos de ellos republicanos que se exiliaron tras la Guerra Civil y se unieron a la que entonces parecía una causa justa.

En esa relación de españoles que lucharon o apoyaron la revolución, los mismos cubanos incluyen a los hijos de emigrantes nacidos en la isla. Si a todo español o hijo de españoles en Cuba se le considera «gallego», haya nacido en Cataluña o en Asturias, los primeros «gallegos» de la lista son Fidel y Raúl Castro. Su padre, Ángel Castro, era un emigrante gallego que se instaló en la antigua provincia de Oriente. De ahí que Fuentes considere al anciano dictador el «gallego» más destacado de la revolución.

Eloy Gutiérrez Menoyo fue junto al argentino Ernesto Che Guevara y el estadounidense William Morgan el tercer comandante no nacido en Cuba. Nació en Madrid, en 1934. Su padre fue jefe médico del Ejército de la Segunda República y la familia se exilió en Cuba después de la contienda.

Asalto al Palacio

Su hermano mayor, José Antonio, murió a los 16 años en la batalla de Majadahonda. Otro de sus hermanos, Carlos, fue el cerebro y jefe militar del asalto al Palacio Presidencial, ocurrido el 13 de marzo de 1957 en La Habana. Mientras Carlos moría en la segunda planta, Eloy aguardaba como enlace cerca del edificio. «Fue el hecho más audaz que se recuerda de la historia de Cuba», explica el opositor. Y determinante para que él se implicara aún más en la lucha.

Tras la renuncia del dictador en la madrugada del 1 de enero de 1959, los guerrilleros del frente que dirigía Menoyo fueron los primeros en entrar en La Habana. Ni un año después ya se había desencantado: «La revolución proclamó por dónde iba a ir, después cambiaron el rumbo y buscaron la alianza con la Unión Soviética». La causa en la que «aún sigue creyendo» le costó «toda la juventud y 22 años de presidio». No olvida la mediación del ex presidente Felipe González para que Fidel Castro le liberase en 1986 ni «el tremendo recibimiento» que le hicieron en España. Hoy reside en Cuba sin autorización oficial y es visto como «contrarrevolucionario» por unos y como «dialoguero» por otros.

Gutiérrez Menoyo recuerda a dos revolucionarios españoles. A quien iba a convertirse en el segundo jefe del asalto al Palacio Presidencial, el «gallego» Daniel Martín Labrandero, ex combatiente de la Guerra Civil muerto a finales de 1956 cuando trataba de huir de una cárcel de la isla para unirse a esa misión contra Batista. Bajo las órdenes de Menoyo estuvo el español Regino Camacho, comandante y jefe de la armería del Segundo Frente Nacional del Escambray, una zona montañosa del centro del país.

Otro «gallego» conocido es el expedicionario del yate «Granma» José Morán, ajusticiado en Guantánamo por «traidor» antes del triunfo de la revolución de los «barbudos». Los 82 revolucionarios que desembarcaron en la costa oriental el 2 de diciembre de 1956 fueron entrenados en México por el general Alberto Bayo, de padre español, que huyó a España tras el desastre de 1898 y se exilió en el país azteca pasada la Guerra Civil. Entre los «gallegos» relevantes de la revolución, mencionan también a José Ramón Fernández, héroe de Playa Girón; Manuel Piñeiro Losada, ex jefe de Inteligencia apodado «Barbarroja», o al general de división Arsenio Franco Villanueva.

Los intelectuales

Hijo de maestros progresistas y nacido en Barcelona en 1930, el fallecido Néstor Almendros se exilió en Cuba con su familia a finales de los años 40. El cineasta cubano Orlando Jiménez Leal afirma que su gran amigo, que recibió el Oscar a la Mejor Fotografía en 1978, «se desencantó de la revolución por los mismos principios por los que la apoyó. No fue lo que se suponía que iba a ser. Había una dictablanda y lo que vino después fue un régimen dictatorial».

Jiménez Leal relata que Almendros fue expulsado de la revista «Bohemia» por hacer una crítica positiva de «P. M.» (Posmeridiano), su cortometraje sobre la noche habanera. Con la censura de este «ingenuo» corto, Castro marcó la política cultural del régimen, cuando dijo aquello de «dentro de la revolución todo, fuera ningún derecho». La «gallega» Alicia Alonso, fundadora del Ballet Nacional de Cuba, es por último otra hija de españoles que ha bailado al son de la revolución.

Carmen Muñoz

Cuando el socio es un dictador


Apasione o no a todo el mundo, lo cierto es que las empresas españolas ocupan un lugar preponderante en Cuba y apuestan por el futuro del país. «Si están es porque les interesa, esto no es un sacerdocio, su beneficio es suficiente y juegan a tenerlo mayor en el futuro», asegura el presidente del Comité Bilateral Hispano-Cubano, Juan Arenas.

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, el régimen comunista de Fidel Castro se vio obligado a abrir la isla a otros países en busca de comercio, capitales y tecnología. Descartado, como es obvio, Estados Unidos por el embargo impuesto en 1962 por la Administración Kennedy, la mirada se dirige hacia Europa y, en concreto, a España por motivos históricos, culturales y familiares.

Hoy nuestro país es el principal inversor en Cuba. Aunque en un principio la apuesta la realizaron compañías medianas y pequeñas, a finales de los 90 las grandes firmas comenzaron a tomar posiciones estratégicas a largo plazo. Primero llegaron los acuerdos hoteleros. «El Hotel Meliá Las Américas se convirtió en 1989 en la primera empresa mixta hispano-cubana, luego aterrizaron la tabacalera Altadis, Repsol para una exploración petrolera que aún perdura y otras empresas de calado», explican fuentes diplomáticas españolas.

Las grandes inversiones se dirigen hacia el turismo, las finanzas, el tabaco, el agua y la energía. Iberostar, Barceló, NH Hoteles, Riu Hoteles, Aguas de Barcelona, Iberdrola, Caja Madrid, BBVA, La Caixa o Banesto, son otros de los ejemplos más conocidos. Sin embargo, la mayoría de las grandes compañías prefieren «no publicitar su presencia y actividad en la isla por razones objetivamente justificables, como el embargo de Estados Unidos», señalan fuentes empresariales que prefieren guardar el anonimato por «la prudencia y el morbo» que despiertan siempre las relaciones con Cuba.

Aumento de las exportaciones

Al mismo tiempo, las pymes continúan con sus negocios. Las exportaciones de firmas españolas a Cuba, al mes de octubre pasado, superaban los 800 millones de dólares (más de 555 millones de euros), un crecimiento en lo que va de año de en torno al 30 por ciento, según datos facilitados por el presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba (AEEC), Víctor Moro. Esta organización hace las veces de cámara de comercio porque en la isla están prohibidas.

Los principales productos exportados en 2007 fueron maquinaria y equipamiento industrial, vehículos y repuestos, papel, muebles, pinturas y calzado... Mientras que entre los importados ese año aparecían el tabaco, el pescado y el ron, según datos de la Oficina Económica y Comercial de España en La Habana.

Aunque resulte «paradójico», las grandes inversiones se produjeron en el momento de «mayor exigencia en democracia y derechos humanos» por parte del Ejecutivo español, subrayan las fuentes diplomáticas. Es decir, durante el gobierno presidido por José María Aznar. Sin embargo, Víctor Moro es de la opinión de que los españoles han estado presentes en la isla «al margen de las relaciones bilaterales» y destaca que la «normalidad» actual «crea un buen clima para el trabajo de las empresas en Cuba».

Trabajadores explotados

No todo es de color rosa. Algunos portavoces de la oposición interna y del exilio en Miami consideran que, en la práctica, los empresarios españoles contribuyen a sostener al régimen castrista, aunque ése no sea su objetivo. Los inversores, a juicio de un destacado activista pro derechos humanos, participan en una «sobreexplotación» de los trabajadores cubanos, que cobran «salarios miserables y no tienen protección sindical». Las relaciones laborales en Cuba no son libres. Los empresarios contratan a los trabajadores cubanos a través del Estado, que les paga los salarios que recibe de los inversores extranjeros a un «precio local».

Otro destacado opositor apunta que «no fue lo mismo invertir en la España de Franco que hacerlo ahora en la Cuba de Castro; aquí con las empresas mixtas conviertes a la dictadura en tu socio», y advierte del «riesgo de demandas judiciales» cuando se produzca la transición hacia la democracia.

Lo positivo de toda esta situación es que «haya existido la posibilidad de generar recursos y empleos», matiza el diplomático español, que sostiene que tanto los cubanos como sus gobernantes se han beneficiado de las inversiones españolas. Mayores posibilidades habrá para todos sus ciudadanos cuando Cuba sea una verdadera democracia.

C. Muñoz
www.abc.es
 
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