domingo, 28 de dezembro de 2008

Españoles en la revolución


«Eran tipos formidables. Los gallegos que lucharon en la revolución tenían esa alegría que produce el poder y la juventud. Eran héroes internacionales que querían cambiar el mundo, y mujeriegos. Vivían en peligro constante, exudaban testosterona». El escritor Norberto Fuentes hace una descripción elocuente de cómo debían de ser aquellos revolucionarios españoles, muchos de ellos republicanos que se exiliaron tras la Guerra Civil y se unieron a la que entonces parecía una causa justa.

En esa relación de españoles que lucharon o apoyaron la revolución, los mismos cubanos incluyen a los hijos de emigrantes nacidos en la isla. Si a todo español o hijo de españoles en Cuba se le considera «gallego», haya nacido en Cataluña o en Asturias, los primeros «gallegos» de la lista son Fidel y Raúl Castro. Su padre, Ángel Castro, era un emigrante gallego que se instaló en la antigua provincia de Oriente. De ahí que Fuentes considere al anciano dictador el «gallego» más destacado de la revolución.

Eloy Gutiérrez Menoyo fue junto al argentino Ernesto Che Guevara y el estadounidense William Morgan el tercer comandante no nacido en Cuba. Nació en Madrid, en 1934. Su padre fue jefe médico del Ejército de la Segunda República y la familia se exilió en Cuba después de la contienda.

Asalto al Palacio

Su hermano mayor, José Antonio, murió a los 16 años en la batalla de Majadahonda. Otro de sus hermanos, Carlos, fue el cerebro y jefe militar del asalto al Palacio Presidencial, ocurrido el 13 de marzo de 1957 en La Habana. Mientras Carlos moría en la segunda planta, Eloy aguardaba como enlace cerca del edificio. «Fue el hecho más audaz que se recuerda de la historia de Cuba», explica el opositor. Y determinante para que él se implicara aún más en la lucha.

Tras la renuncia del dictador en la madrugada del 1 de enero de 1959, los guerrilleros del frente que dirigía Menoyo fueron los primeros en entrar en La Habana. Ni un año después ya se había desencantado: «La revolución proclamó por dónde iba a ir, después cambiaron el rumbo y buscaron la alianza con la Unión Soviética». La causa en la que «aún sigue creyendo» le costó «toda la juventud y 22 años de presidio». No olvida la mediación del ex presidente Felipe González para que Fidel Castro le liberase en 1986 ni «el tremendo recibimiento» que le hicieron en España. Hoy reside en Cuba sin autorización oficial y es visto como «contrarrevolucionario» por unos y como «dialoguero» por otros.

Gutiérrez Menoyo recuerda a dos revolucionarios españoles. A quien iba a convertirse en el segundo jefe del asalto al Palacio Presidencial, el «gallego» Daniel Martín Labrandero, ex combatiente de la Guerra Civil muerto a finales de 1956 cuando trataba de huir de una cárcel de la isla para unirse a esa misión contra Batista. Bajo las órdenes de Menoyo estuvo el español Regino Camacho, comandante y jefe de la armería del Segundo Frente Nacional del Escambray, una zona montañosa del centro del país.

Otro «gallego» conocido es el expedicionario del yate «Granma» José Morán, ajusticiado en Guantánamo por «traidor» antes del triunfo de la revolución de los «barbudos». Los 82 revolucionarios que desembarcaron en la costa oriental el 2 de diciembre de 1956 fueron entrenados en México por el general Alberto Bayo, de padre español, que huyó a España tras el desastre de 1898 y se exilió en el país azteca pasada la Guerra Civil. Entre los «gallegos» relevantes de la revolución, mencionan también a José Ramón Fernández, héroe de Playa Girón; Manuel Piñeiro Losada, ex jefe de Inteligencia apodado «Barbarroja», o al general de división Arsenio Franco Villanueva.

Los intelectuales

Hijo de maestros progresistas y nacido en Barcelona en 1930, el fallecido Néstor Almendros se exilió en Cuba con su familia a finales de los años 40. El cineasta cubano Orlando Jiménez Leal afirma que su gran amigo, que recibió el Oscar a la Mejor Fotografía en 1978, «se desencantó de la revolución por los mismos principios por los que la apoyó. No fue lo que se suponía que iba a ser. Había una dictablanda y lo que vino después fue un régimen dictatorial».

Jiménez Leal relata que Almendros fue expulsado de la revista «Bohemia» por hacer una crítica positiva de «P. M.» (Posmeridiano), su cortometraje sobre la noche habanera. Con la censura de este «ingenuo» corto, Castro marcó la política cultural del régimen, cuando dijo aquello de «dentro de la revolución todo, fuera ningún derecho». La «gallega» Alicia Alonso, fundadora del Ballet Nacional de Cuba, es por último otra hija de españoles que ha bailado al son de la revolución.

Carmen Muñoz

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