domingo, 28 de dezembro de 2008

La economía: de la esperanza a la frustración


Próximos a cumplirse 50 años de revolución, resulta necesaria una evaluación del período quizás más convulso de la historia de Cuba. Ese proceso iniciado con enormes esperanzas populares de cambio para enrumbar el país hacia una era de progreso y bienestar, que ha terminado en una inmensa frustración. En una involución en todos los campos: económico, social, político, cultural, demográfico y medioambiental, con daños severos en los valores espirituales de los cubanos, incluida la autoestima y la identidad nacional.

En el terreno económico, la agricultura mantiene baldías el 55% de las tierras cultivables, mientras se importa el 84% de los alimentos. La producción de la industria manufacturera en 2007 representó un 42,2% de la alcanzada en 1989. Al tiempo que tiene lugar una descapitalización de los medios de producción y un pronunciado declive del nivel de vida de la ciudadanía, con un salario medio mensual inferior a 15 euros a finales de 2007, y unas pensiones que no llegan a los 8 euros de media al mes. Se mantiene la venta mediante cupones de racionamiento de alimentos esenciales, que no alcanzan a satisfacer el 50% de las necesidades mínimas de la población. Y sigue incólume un doble sistema monetario por el que se pagan los salarios y pensiones en corrientes pesos cubanos, pero la mayor parte de bienes y servicios deben ser cotizados en aristocráticos pesos convertibles.

Ciertamente, hasta 1959 existía un gobierno tiránico, eran muchos los males sociales y parte de la población vivía en precarias condiciones, sobre todo en áreas rurales. Pero, pese a esos problemas, Cuba mostraba unos avanzados índices de desarrollo económico y social para los niveles de Iberoamérica y el Caribe. Y muy por desgracia, en estos 50 años no se han alcanzado las iniciales perspectivas de progreso suscitadas. Por el contrario, la nación ha sufrido un importante retraso en su desarrollo económico, tecnológico y social con respecto a los países del área.

Según el informe sobre desarrollo humano 2007-2008 del PNUD, entre las 33 naciones de la región, Cuba se ubica en el lugar 23 por su PIB per cápita. En el índice de consumo de electricidad por habitante ocupa el lugar 18 con 1.380 KW per capita, con un aumento de un insignificante 0,6% en el período 1990-2004, el más bajo en América Latina y el Caribe si se excluye Haití y Antigua y Barbuda. A ello se suma el atraso en el desarrollo de fuentes alternativas de generación de energía.

En nuevas tecnologías de comunicación, en 2005 Cuba ocupaba el último lugar. Los abonados a teléfonos móviles eran doce por mil habitantes y tenían acceso a internet 17 por mil habitantes. Es posible que el índice de abonados a móviles mejore, pues en el primer trimestre de 2008 el gobierno levantó la prohibición de disfrutar de tal servicio, aunque aún se mantiene el veto a internet salvo casos autorizados y muy controlados. Por desgracia, Cuba sólo se encuentra a la vanguardia en número de presos: con 487 por 100.000 habitantes, primer lugar indiscutido en la región.

Hubo avances en salud pública y educación gracias al legado de generaciones anteriores a 1959 y a las colosales subvenciones del bloque soviético, pero cuando se acabaron éstas la situación se deterioró notablemente.

Sombrías perspectivas

La situación actual, después de 20 años del llamado Período Especial y tras el azote consecutivo de tres huracanes, podría agravarse por la crisis económica internacional, que puede ser fatal en un país inerme, sin reservas y atenazado por un sistema que bloquea la capacidad creadora. El primer recurso exportable, el níquel, ha perdido ya una parte sustancial de su cotización en el mercado mundial. Además, pueden verse afectados los ingresos por envíos de dinero desde el exterior y por turismo. Y previsiblemente aumentarán las dificultades para obtener créditos internacionales. Incluso las ayudas de Venezuela podrían peligrar por la alta dependencia de esa nación de las exportaciones petroleras. Puede afirmarse que el proyecto de transformación social iniciado hace 50 años ha sido un fiasco. Lejos de aportar prosperidad y bienestar al pueblo, lo único que han traído estos años ha sido miseria, fragmentación de la familia cubana, atraso y aislamiento internacional.

Óscar Espinosa Chepe
Economista y periodista independiente

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