Quinientas personas protestan en Roma contra la negativa papal a suscribir la petición europea de despenalización de la homosexualidad en el mundo. En los EEUU, activistas LGTB de extrema izquierda publican un manifiesto contra la violencia capitalista. Benedicto XVI regala una coartada a Ahmadineyad y los mariprogres se abrazan a Fidel Castro. ¿Y a mí quién me quiere? Se me hace muy difícil no interpretar el no Vaticano a la propuesta de la UE como un espaldarazo a la persecución, tortura y asesinato de los homosexuales en el mundo. Es el último ejemplo de la peculiar alianza de civilizaciones con la que algunos meapilas pretenden competir con la de ZP. Ambos inventos comparten las mismas premisas: diálogo pese a la violencia y el terror y acciones concertadas contra el enemigo común, la libertad.
La política es una geometría variable en varias dimensiones. Seguir hablando exclusivamente en términos de izquierda y derecha es una sandez o una mentira. Las cosas son mucho más complicadas de lo que los propagandistas y sus tontos útiles nos quieren hacer creer.
Por ejemplo, el mes pasado se presentó una iniciativa islamo-católica de banca ética, que es lo mismo que defender la vuelta a la Edad de Piedra. Supongo que esta peculiar hoja de ruta de la postmodernidad a Stonehenge habrá entusiasmado a los altereconomistas. A mí me produce erisipela; aunque, a juzgar por el silencio ensordecedor de muchos libertarios de carnet, me pregunto si la defensa de las ganancias para quien asume riesgos en las transacciones financieras se habrá vuelto una causa progre.
El foro ecuménico también condenó el terrorismo, aunque la presencia en el mismo del islamofascista Tariq Ramadán ha rebajado tal compromiso contra la violencia a mero paripé. Por desgracia, el renovado llamamiento al diálogo hecho por los obispos indios tras los atentados de Bombay, una excrecencia digna de las mejores homilías del ínclito Setién, confirma mis peores sospechas.
Sinceramente, no sé de qué va este Papa. ¿A cuánto cotiza el kilo de protección en el mercado del chantaje terrorista? ¿O acaso aspira a ser el Kerensky de la revolución teocrática? En cualquier caso, me parece que está jugando con fuego. No será él quien sufra las quemaduras. Del fracasado socialista ruso nos han quedado una bibliografía que los estudiosos califican de interesante y un montón de imitadores fracasados. Nada indica que ahora las cosas vayan a ser diferentes. Si acaso, peores.
Quizá sea jactancia, pero presumo que no soy el único que piensa que con los terroristas y sus amigos no se dialoga, aunque lo diga el Papa. Siempre sale algún panoli dispuesto a justificar los asesinatos en ilegítima ofensa apelando a alguna causa trascendente. Hace unos meses, mis friquis favoritos sacaron en su página web un mapa de Irlanda idéntico al del IRA con una inscripción en gaélico. Deberían darse un paseo por los barrios católicos de Belfast y Londonderry para admirar los magníficos murales en los que los signos marianos alternan con banderas palestinas, ikurriñas y mensajes tan edificantes como "Euskal Presoak Euskal Herrira". Tal vez la protección dispensada por sus amigos irlandeses a De Juana les haga caerse del guindo.
La penúltima ha sido la negativa del Vaticano a sumarse a la iniciativa de Sarkozy para que las Naciones Unidas aprueben un documento pidiendo la despenalización de la homosexualidad. La excusa es que algo así presionaría a los estados para que aprueben el matrimonio gay. Ahora resulta que Berlusconi es el último fichaje del lobby gay, una institución a la que, según los discípulos de Goebbles, la gente pertenece por el mero hecho de existir (¿qué hacer para combatirlo?). Italia apoya la petición, lo mismo que otros gobiernos firmemente opuestos a las bodas gays.
Pero claro, decirle a Ahmadineyad que las grúas sirven para algo más que para colgar a la gente podría fastidiarle a Benedicto su próxima reunión, en la que a este paso terminarán clamando contra el comercio, ese "judío circuncidado al revés", que decía Marx en El capital. Nadie le pide al Papa que convierta su morada en una pista de baile, como le ha ocurrido al monasterio chino de Shaolin, aunque, puestos a elegir, prefiero las cabriolas al ingreso en el Partido Comunista. El abad Shi Yong Xin es un tipo listo que ha convertido a sus monjes en estrellas del pop y, de paso, transformado su institución en parte del establishment pequinés gracias a su ingreso en el Partido. En Roma, algún cerebro gris parece pensar que para evitar la quema de iglesias uno tiene que hacerse miembro de la nueva internacional bolche-reaccionaria. Allá ellos.
Mientras tanto, un grupo de académicos rojeras y activistas LGTB norteamericanos salen de sus torres de marfil para caer de bruces sobre un humeante nido de boñigas recientes. Han sacado un manifiesto, titulado "Más allá del matrimonio", que no tiene desperdicio. Piden el acceso a "un conjunto flexible de beneficios económicos [públicos] y opciones independientemente de la raza, orientación sexual, género, identidad de género, clase y nacionalidad". Lo que comienza como una carta a los Reyes Magos termina peor que Ultimátum a la Tierra. Reiteradas denuncias contra la "violencia estructural de la pobreza", causada, en su opinión, por la libertad económica, y anuncios apocalípticos al estilo de esa derecha cristiana a la que tanto critican y cuyo estilo no obstante parecen emular.
Tal vez la expresión violencia estructural suene nueva a los más jóvenes. Es lo mismo que decían los que en las últimas décadas del siglo XX justificaban el terrorismo y el totalitarismo como tácticas de resistencia frente al capitalismo. O sea, que ahora la liberación sexual pasa por la Bader-Meinhof previo paso por caja. Puestos a pedir planes de rescate, ¿por qué no éste también? He aquí la herencia del socialismo de Bush. Ya les dije que no hay derechas ni izquierdas, sino intervención y libertad. Olvidada ésta, aquélla se torna ilimitada.
Entre las perlas del manifiesto, el descubrimiento del papel fundamental desempeñado por bisexuales y transexuales en el desafío a "la construcción legal de las relaciones". No sabía que los devaneos con los amiguetes y la silicona tuvieran tanto poder revolucionario. Sin embargo, en estos momentos la libertad sexual se encuentra amenazada por "la codicia empresarial, las reducciones de impuestos draconianas y la transferencia de fondos públicos de las necesidades humanas al militarismo, la policía y la construcción de prisiones". Que la lucha contra el terrorismo ha sido un factor de corrupción en los EEUU es algo que sólo los propagandistas a sueldo de la Casa Blanca niegan, pero de ahí a negar que la seguridad sea una necesidad humana hay un largo trecho.
No sigo porque no quiero hacerles perder tiempo con más chorradas y lugares comunes progres. Si no fuera porque algunos de ellos se parecen tanto a los producidos por los teócratas.... Y luego dicen que los liberales no somos de centro.
La política es una geometría variable en varias dimensiones. Seguir hablando exclusivamente en términos de izquierda y derecha es una sandez o una mentira. Las cosas son mucho más complicadas de lo que los propagandistas y sus tontos útiles nos quieren hacer creer.
Por ejemplo, el mes pasado se presentó una iniciativa islamo-católica de banca ética, que es lo mismo que defender la vuelta a la Edad de Piedra. Supongo que esta peculiar hoja de ruta de la postmodernidad a Stonehenge habrá entusiasmado a los altereconomistas. A mí me produce erisipela; aunque, a juzgar por el silencio ensordecedor de muchos libertarios de carnet, me pregunto si la defensa de las ganancias para quien asume riesgos en las transacciones financieras se habrá vuelto una causa progre.
El foro ecuménico también condenó el terrorismo, aunque la presencia en el mismo del islamofascista Tariq Ramadán ha rebajado tal compromiso contra la violencia a mero paripé. Por desgracia, el renovado llamamiento al diálogo hecho por los obispos indios tras los atentados de Bombay, una excrecencia digna de las mejores homilías del ínclito Setién, confirma mis peores sospechas.
Sinceramente, no sé de qué va este Papa. ¿A cuánto cotiza el kilo de protección en el mercado del chantaje terrorista? ¿O acaso aspira a ser el Kerensky de la revolución teocrática? En cualquier caso, me parece que está jugando con fuego. No será él quien sufra las quemaduras. Del fracasado socialista ruso nos han quedado una bibliografía que los estudiosos califican de interesante y un montón de imitadores fracasados. Nada indica que ahora las cosas vayan a ser diferentes. Si acaso, peores.
Quizá sea jactancia, pero presumo que no soy el único que piensa que con los terroristas y sus amigos no se dialoga, aunque lo diga el Papa. Siempre sale algún panoli dispuesto a justificar los asesinatos en ilegítima ofensa apelando a alguna causa trascendente. Hace unos meses, mis friquis favoritos sacaron en su página web un mapa de Irlanda idéntico al del IRA con una inscripción en gaélico. Deberían darse un paseo por los barrios católicos de Belfast y Londonderry para admirar los magníficos murales en los que los signos marianos alternan con banderas palestinas, ikurriñas y mensajes tan edificantes como "Euskal Presoak Euskal Herrira". Tal vez la protección dispensada por sus amigos irlandeses a De Juana les haga caerse del guindo.
La penúltima ha sido la negativa del Vaticano a sumarse a la iniciativa de Sarkozy para que las Naciones Unidas aprueben un documento pidiendo la despenalización de la homosexualidad. La excusa es que algo así presionaría a los estados para que aprueben el matrimonio gay. Ahora resulta que Berlusconi es el último fichaje del lobby gay, una institución a la que, según los discípulos de Goebbles, la gente pertenece por el mero hecho de existir (¿qué hacer para combatirlo?). Italia apoya la petición, lo mismo que otros gobiernos firmemente opuestos a las bodas gays.
Pero claro, decirle a Ahmadineyad que las grúas sirven para algo más que para colgar a la gente podría fastidiarle a Benedicto su próxima reunión, en la que a este paso terminarán clamando contra el comercio, ese "judío circuncidado al revés", que decía Marx en El capital. Nadie le pide al Papa que convierta su morada en una pista de baile, como le ha ocurrido al monasterio chino de Shaolin, aunque, puestos a elegir, prefiero las cabriolas al ingreso en el Partido Comunista. El abad Shi Yong Xin es un tipo listo que ha convertido a sus monjes en estrellas del pop y, de paso, transformado su institución en parte del establishment pequinés gracias a su ingreso en el Partido. En Roma, algún cerebro gris parece pensar que para evitar la quema de iglesias uno tiene que hacerse miembro de la nueva internacional bolche-reaccionaria. Allá ellos.
Mientras tanto, un grupo de académicos rojeras y activistas LGTB norteamericanos salen de sus torres de marfil para caer de bruces sobre un humeante nido de boñigas recientes. Han sacado un manifiesto, titulado "Más allá del matrimonio", que no tiene desperdicio. Piden el acceso a "un conjunto flexible de beneficios económicos [públicos] y opciones independientemente de la raza, orientación sexual, género, identidad de género, clase y nacionalidad". Lo que comienza como una carta a los Reyes Magos termina peor que Ultimátum a la Tierra. Reiteradas denuncias contra la "violencia estructural de la pobreza", causada, en su opinión, por la libertad económica, y anuncios apocalípticos al estilo de esa derecha cristiana a la que tanto critican y cuyo estilo no obstante parecen emular.
Tal vez la expresión violencia estructural suene nueva a los más jóvenes. Es lo mismo que decían los que en las últimas décadas del siglo XX justificaban el terrorismo y el totalitarismo como tácticas de resistencia frente al capitalismo. O sea, que ahora la liberación sexual pasa por la Bader-Meinhof previo paso por caja. Puestos a pedir planes de rescate, ¿por qué no éste también? He aquí la herencia del socialismo de Bush. Ya les dije que no hay derechas ni izquierdas, sino intervención y libertad. Olvidada ésta, aquélla se torna ilimitada.
Entre las perlas del manifiesto, el descubrimiento del papel fundamental desempeñado por bisexuales y transexuales en el desafío a "la construcción legal de las relaciones". No sabía que los devaneos con los amiguetes y la silicona tuvieran tanto poder revolucionario. Sin embargo, en estos momentos la libertad sexual se encuentra amenazada por "la codicia empresarial, las reducciones de impuestos draconianas y la transferencia de fondos públicos de las necesidades humanas al militarismo, la policía y la construcción de prisiones". Que la lucha contra el terrorismo ha sido un factor de corrupción en los EEUU es algo que sólo los propagandistas a sueldo de la Casa Blanca niegan, pero de ahí a negar que la seguridad sea una necesidad humana hay un largo trecho.
No sigo porque no quiero hacerles perder tiempo con más chorradas y lugares comunes progres. Si no fuera porque algunos de ellos se parecen tanto a los producidos por los teócratas.... Y luego dicen que los liberales no somos de centro.
Luis Margol
http://findesemana.libertaddigital.com
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