segunda-feira, 19 de julho de 2010

Scherezade y el Islam

Las Mil y Una Noches es una de esas obras sin las que nuestra literatura sería inconcebible. Cervantes, la picaresca, la Ilustración, Potocki, Stevenson, Kipling, Borges y los cuentos que poblaron nuestra infancia. La literatura occidental no existiría tal y como hoy la conocemos sin ese laberinto narrativo que vindica el arte puro de contar, la obra abierta y el punto de vista múltiple. Por sí sola las Mil y Una Noches refuta a quienes consideran que la cultura nacida en el islam no ha dejado la menor huella sobre la nuestra.

Por desgracia, esa obra no ha tenido la misma influencia en las sociedades árabe y persa en las que nació. Síntoma de que algo falla en el actual mundo musulmán es que unos abogados integristas hayan pedido la prohibición de esta obra en Egipto y no se hayan encontrado con una mayor reacción de protesta en el propio mundo árabe. Más bien al revés. Muchos de los cuentos de las Mil y Una Noches nacieron en Egipto y en el actual Irán. Pero si hoy un lector quisiera comprar una edición completa de la obra en El Cairo o en Teherán, tendría que emprender una investigación policial por el marginal mundo de la cultura en ambos países para dar con un ejemplar. Para empezar ya sería difícil encontrar una librería con literatura y no rancios sermones de clérigos tremendistas. Más Scherezade y menos predicadores cabreados es lo que necesita el mundo musulmán. Esa grandeza del pasado por la que árabes e iraníes suspiran no está en viejos guerreros, ni en caudillos providenciales, sino en la lección de antidogmatismo y sentido de la realidad de las Mil y Una Noches. Ni las bombas de la OTAN, ni los discursos pretenciosos de nuestros predicadores cabreados llevarán la democracia al islam. Mucho mejor haríamos promoviendo la edición masiva de las fábulas de Scherezade desde Rabat a Teherán.

Alberto Sotillo

www.abc.es

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