Se supone que esta España progre y faldicorta que nos dibujan los socialistas es antiamericana. Luego, resulta que llega Obama y ya no lo somos tanto. Y henos aquí dándonos con los talones en el trasero para correr a ayudarle a cerrar Guantánamo.
El origen del problema estriba en un cambio de calificación jurídica. Los terroristas detenidos eran considerados por la administración Bush como prisioneros de guerra. Serían liberados al final de las hostilidades, sin perjuicio de que los que fueran responsables de actos de guerra criminales (léase, atentados terroristas), serían juzgados por consejos de guerra. Obama ha cambiado este planteamiento. Los presos de Guantánamo son ahora presos comunes que deben ser juzgados por tribunales ordinarios. Aquellos de quienes no se tengan pruebas suficientes para ser condenados, serán liberados. Como en Estados Unidos no existe el delito de "pertenencia a organización terrorista", los que fueron hechos prisioneros mientras se entrenaban en los campamentos de Afganistán y Pakistán, pero que no habían cometido todavía ningún atentado, deben, según la nueva doctrina Obama, ser puestos en libertad.
Pero a muchos de ellos no quiere enviarlos a sus países de origen porque allí serían detenidos y encarcelados y acabarían echando de menos Guantánamo. Y tampoco quiere liberarlos dentro del territorio de los Estados Unidos porque, si se entrenaron para ser terroristas, lo probable es que lo sigan siendo.
Entonces va y viene Zapatero y le dice a Obama que no se preocupe, que en España todavía hay sitio para algún terrorista islámico más y que puede mandarnos cinco sin remordimiento. La primera alhaja ha llegado a Madrid. El sujeto se llama Walid Ibrahim Abu Hijazi. Recibió entrenamiento en el campamento de Farouq. Fue capturado poco después del atentado del 11 de septiembre tras haberse herido con una granada de mano que manipulaba un compañero.
Nuestro Código Penal en su artículo 576, tras decir que será castigados con penas de prisión de cinco a diez años quien lleve a cabo cualquier acto de colaboración con una organización terrorista, tipifica el delito diciendo que "son actos de colaboración (...) la organización de prácticas de entrenamiento o la asistencia a ellas". De modo que, en España, Walid es reo de un delito de colaboración con organización terrorista. Antes, podría haberse alegado que el crimen había sido cometido fuera de nuestras fronteras, pero resulta que ahora los tribunales españoles, en materia de terrorismo, tienen jurisdicción universal y pueden perseguir delitos de terrorismo cometidos por extranjeros en el exterior si el terrorista en cuestión se encuentra en España, como es precisamente el caso. Lo que tendría que hacer Rubalcaba, en vez de llenársele la boca explicando los muchos derechos de los que va a disfrutar Walid en nuestro país, es ordenar su detención y ponerlo a disposición judicial. Con nuestras leyes en la mano, lo lógico es que fuera condenado. A lo sumo, un buen abogado podría conseguir que el tribunal considerara que el tiempo transcurrido en Guantánamo se descuente del cumplimiento de la pena, cosa no tan fácil porque Walid estuvo allí en calidad de prisionero de guerra y no en prisión preventiva por el delito del que debería ser acusado en España.
Naturalmente, Rubalcaba no va a hacer nada de eso, pero a lo mejor una asociación de víctimas del terrorismo se atreve a presentar una denuncia en la Audiencia Nacional. Me muero por ver las caras de Zapatero, Rubalcaba y Moratinos y oír cómo se lo explican a Obama si finalmente un juez valiente ordena la detención de Walid.
Emilio Campmany
www.libertaddigital.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário