sábado, 27 de fevereiro de 2010

Z el Redentor sale a la caza de malignos crucifijos

Quizás haya alguien en España que todavía no sepa lo que representa un crucifijo, símbolo del sacrificio de Cristo para la redención de la Humanidad de sus pecados, y puede que por ello le parezcan bien las nuevas medidas de este Gobierno que todos padecemos en contra de la libertad religiosa y de la propia tradición moral y cultural de la sociedad española. Yo, por mi parte, acabo de recordar cómo Gregorio Ordóñez instaba a los populares vascos a “salir de las catacumbas” donde el Nacionalismo pretendía encerrarnos de por vida en los años duros de la marginación política y el terrorismo etarra.

Ahora que de nuevo existe quien desde el Poder pretende arrojarnos a la cuasi clandestinidad a todos aquellos que no comulgamos con las ruedas de molino de un pretendido laicismo que no es tal, sino abierta afrenta a todo lo cristiano, los cristianos y también aquellos que todavía no se han dejado intoxicar por las falacias sucesivas del Gobierno debemos ser capaces de oponer nuestra razón y nuestras convicciones a ese irracionalismo sustentado por el odio.

Un odio que se traduce en retiradas de crucifijos mientras disculpa, cuando no alienta, a esos extremistas islámicos como Hamás que, por ejemplo, pretendían reinstaurar la pena de crucifixión en Palestina -para homosexuales y mujeres, claro: esos “colectivos” presuntamente defendidos por el Progresismo laicista aunque no se note demasiado en ninguno de los países islámicos con los que el presidente del Gobierno presume de mantener su “Alianza de las Civilizaciones”-.

Desde hoy, portaré una cruz bien visible como testimonio de fe y como rebelión frente a quienes pretenden doblegarnos en lo más íntimo. La visibilidad de nuestras convicciones sirve precisamente para hacer frente a quienes, desde la cómoda seguridad que les brinda el “ordeno y mando”, pretenden de nuevo arrastrarnos a un estamento de plebeyos para ejercer su despotismo iletrado en nombre de una sociedad que prometen feliz aunque no tenga guía moral alguna, ni sentido trascendente de la existencia, ni siquiera la ilusión de un mundo mejor en el que los seres humanos nos comportemos como hermanos y no como lobos.

Podrán suprimir los crucifijos de las escuelas pero se lo pondremos algo más difícil a la policía moral del Zapaterismo rampante, que a este paso pretenderá arrancarnos los crucifijos del cuello mientras promueve el hiyab entre las estudiantes españolas.

Regina Otaola

http://blogs.libertaddigital.com/regina-otaola/ (04-12-2009)

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