Veo la foto de Lula, presidente de Brasil, con Fidel y Raulito Castro: lucían camisa informal, chándal y guayabera de colores claros. De esos colores que sientan bien en cierta latitudes aunque uno sea la viva (por decir algo) imagen de la escabechina humana, como es el caso del Coma Andante Fidel. Qué foto más bonita. Los camaradas amos del mundo, blanquitos y sonrientes, sin que nada les encoja las tripas, no desde luego la muerte del obrero negro Orlando Zapata, y además ni siquiera sabemos si Fidel tiene todavía entrañas o se las extirparon en su momento y ahora lleva un intestino de acero ruso, rizado como una serpentina y que funciona con una pila atómica. Cogiditos los tres amigos, Fidel, Lula y Raulito, tocándose los respectivos lomos con ternura. Parecían la portada de uno de esos discos recopilatorios que siempre nos alegran el verano: Red Caribe Mix. Un símbolo mundial de la izquierda. A construir los mitos de la izquierda extrema han contribuido siempre las buenas fotos, las que tienen encanto y seducen a las ingenuas masas. Por ejemplo aquella famosa del Ché tomada por Alberto Díaz, Korda. Conocí a Korda hace años en Cuba, y tuve la sensación de que no hacía mucho en la vida, excepto espantar moscas, pero que el régimen «caribecomunix» le está muy agradecido. No es para menos. Esta fotografía de Lula y los Castro también tiene su punto. La hicieron el mismo día que murió Orlando Zapata, que era negro, pobre, fue torturado y ya no molesta. Los tres luchadores por la libertad del proletariado no podían reprocharle a Zapata –un albañil que tenía más agallas en una sola uña de sus negros pies de obrero de las que podrían reunir esos tres de la foto a lo largo de varias vidas–, no pueden recriminarle al pobre Zapata, digo, haber sido un ricachón de la «gusanera» de Miami: Zapata era justo aquello por lo que, antaño, algunos creían que esos tres de la foto deberían estar luchando.
Ángela Vallvey
www.larazon.es
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