segunda-feira, 22 de fevereiro de 2010

Los Castro intentan rescatar a Chávez

Venezuela nada en petróleo y tiene abundantes recursos naturales, pero ahora no alcanza la electricidad. Años de demagogia y de dilapidar recursos en comprar influencia externa, en perjuicio de las necesidades del país, empiezan a suponer una pesada carga.

No es un problema de capacidad instalada (23.300 megavatios-hora con una demanda de 17.250 megavatios). En teoría, no debería faltar electricidad. Pero el país solo generó 15.650 Mwh en enero, un tercio menos de lo que puede producir. Entre las causas encontramos la severa sequía que afecta a la zona donde se encuentra la principal represa del país (Guri). Pero, según el diario catalán La Vanguardia, Chávez es el principal causante del desastre, pues tanto esa planta hidroeléctrica como las térmicas padecen de falta de mantenimiento; las térmicas incluso "queman gasoil como combustible por la escasez de gas". Las inversiones sin ejecutar se estiman en 20.000 millones de dólares.

Chávez decretó apagones de cuatro horas diarias. Esto daña la ya frágil economía y deteriora el apoyo al Gobierno. El rechazo popular lo forzó a cancelar los cortes de luz en Caracas, pero los demás venezolanos no se salvaron.

Chávez encontró una brillante solución al problema: importar al matarife electricista, el cubano Ramiro Valdés. No tiene lógica: Cuba no ha logrado en 50 años que su producción eléctrica cubra la demanda. Los analistas se preguntan cuál será el verdadero propósito del arribo de Valdés.

Para estar claros: Ramiro Valdés es una eminencia, sólo que en un campo que da escalofríos. El número tres del régimen castrista –es vicepresidente– fue dos veces ministro del Interior y el creador del G2, uno de los más eficientes y tenebrosos servicios secretos del mundo. Además, desde el 2006 censura el acceso de los cubanos a internet, como ministro de Informática y Comunicaciones.

Ramiro Valdés.
Como su relación con la electricidad está limitada a sus usos en la práctica de la tortura, es claro que Valdés está en Caracas con otros propósitos. De hecho, el respetado periodista Nelson Bocaranda reportó en el diario El Universal que los asesores técnicos cubanos no han hecho sino agravar el problema eléctrico: dañaron seis generadores de energía, en cuatro plantas, al encenderlos sin ponerles el aceite debido.

Para Cuba, Chávez es la gallina de los huevos de oro. Le provee más de 36 millones de barriles anuales de petróleo subsidiado (la mitad del consumo cubano) y es su principal fuente de divisas (pagos por más de 60.000 expertos cubanos radicados en Venezuela) e incluso de alimentos. Sin Chávez, la economía de la isla, ya en cuidados intensivos, sencillamente se derrumbaría, y con ella el régimen castrista.

Por eso está prendido como sanguijuela a la vena venezolana. Pero el problema es que la popularidad de Chávez está cayendo aceleradamente, según las encuestas serias. Y cada vez está más solo. Su vicepresidente y ministro de Defensa renunció recientemente, molesto por la injerencia cubana en el ejército. Su ex canciller y antiguo presidente del Senado, Luis Alfonso Dávila, acaba de firmar, con varios de sus ex camaradas militares y golpistas, una carta pública en que se le pide que renuncie. En ese contexto, el racionamiento eléctrico y el espectro de un apagón generalizado, que expertos estiman se producirá en unos 3 meses si continúa la sequía, crean tanto o más pavor en La Habana que en Caracas, por su potencial desestabilizador.

Sostener a Chávez en el poder es la prioridad fundamental para los Castro. Como la popularidad del venezolano no es recuperable a corto plazo, calculan que sólo la censura y la represión, la radicalización aún mayor del chavismo, pueden darles seguridad. En eso, Ramiro Valdés sí es un experto.

Su ventaja es que la mayoría de los hilos del poder en Venezuela están ahora en manos cubanas. The Economist informa de que "asesores" cubanos llevan las riendas en los puertos, las telecomunicaciones, el entrenamiento policial, la emisión de documentos de identidad y el registro de empresas del país sudamericano, al que denomina Venecuba.

Según La Vanguardia, hay cerca de 30.000 cubanos en posiciones de poder en "decenas de ministerios, empresas y entes estatales" venezolanos. Esto da a un experimentado represor como Valdés la base de control para atacar a la oposición democrática y profundizar la cubanización de Venezuela. Entre tanto, frente a la más grave amenaza que confronta la democracia y la estabilidad en América Latina, las democracias del continente continúan mirando para otra parte.


© AIPE

JAIME DAREMBLUM, director del Centro para los Estudios Latinoamericanos del Hudson Institute.

http://exteriores.libertaddigital.com

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