No es difícil imaginar el desplome interior de los etarras en las largas noches de la cárceles. De los que cometieron asesinatos y de los que ayudaron a cometerlos. Porque para todo preso el Estado —aun el gobernado por el PSOE y sus fiscales— es un terrible Leviatán. Así que para sustentar a sus presos ETA se ve obligada a emplearse muy a fondo imponiendo su disciplina y, de esta manera, el etarra encarcelado es doblemente preso: por el Estado y por ETA. Uno le niega la libertad y el otro la conciencia. Una situación en la que el Estado tiene todas las de ganar a no ser que renuncie a su poder, esto es, a la aplicación de las condenas que en su día impusieron los jueces. Y esto es lo que, desgraciadamente, está sucediendo en estos momentos. Las cartas de arrepentimiento que están firmando decenas de etarras están llevando al Gobierno a unas concesiones no sólo vergonzosas sino ilegales. Con la disculpa de dividir a los presos de ETA, Prisiones está concediendo a los arrepentidos el traslado a Nanclares de Oca (Alava), la aproximación a los familiares, la cohabitación con la compañera, la salida semanal y ¿por qué no? la concesión del tercer grado y de la libertad provisional. Porque ya se han dado casos de excarcelación.
El acercamiento de etarras al País Vasco es la repetición de la jugada que intentó Jaime Mayor si bien nunca se llegó a hablar de posibles excarcelaciones. No como un modo de debilitar a ETA como dice Zapatero sino como un argumento de distensión. Al emprender esta política el Gobierno lleva a cabo una política no sólo lesiva para las víctimas sino para la propia sociedad; al perpetrar esta agresión contra la voluntad de los Jueces conculca el Estado de Derecho y viene a dar la razón a ETA, es decir, a la organización que mata para destruir el Estado y sustituirlo por el suyo. El relativismo llevado hasta estos extremos por el Gobierno es atentado contra la Nación y traición a los muertos.
César Alonso de los Ríos
www.abc.es
Nenhum comentário:
Postar um comentário