terça-feira, 2 de fevereiro de 2010

Desprestigio de España

Obama no visitará España. El motivo es evidente: España no tiene prestigio alguno para la primera democracia del mundo. Ni como nación ni como Estado tenemos legitimidad suficiente para ser visitados por Obama. Sólo un "nacionalista" ridículo sería incapaz de percatarse de lo obvio: Obama visita naciones y Estados sensatos. Con presente y futuro. No se trata de tener más o menos autoridad, influencia o ascendente sobre el resto de los Estados de la UE, sino de tener prestigio como Estado-nacional.

¿Cómo definiría Obama ese tipo de prestigio? Fácil. El presidente de un Gobierno mostrará su dignidad respetándose a sí mismo. Dará pruebas evidentes de una cierta coherencia a la hora de ejercer el poder. Y, finalmente, defenderá en cualquier circunstancia a su nación. Zapatero difícilmente pasaría esos sencillos criterios. Es un personaje que hoy dice una cosa y mañana la contraria, miente sin limitación alguna y desprecia sistemáticamente la nación. Obama, pues, no puede visitar un Estado-nación que no se respeta a sí mismo. Carece de prestigio.

El problema es que esa carencia se extiende por todas las instituciones y personas. La repercusión de ese déficit resulta dramática para el Gobierno, pero tampoco sale demasiado bien parada la oposición que es incapaz, desde cualquier punto de vista, de poner pie en pared a la desaparición del Estado-nación. No expliquemos, por lo tanto, la causa por los efectos, sino al contrario: Obama no visitará España porque nuestra "clase" política no respeta su nación. Maltratada y agonizante la nación española, los socialistas y populares han querido guarecerse en un Estado desarticulado. Imposible. El Estado es una vertebración de prestigios o no es.

Si un Estado, como diría Ortega, es una articulación de prestigios personales y corporativos que, apoyándose unos en otros y nutriéndose recíprocamente, ejercer el Poder, imponen cohesión a los grupos internos, entonces España está en almoneda. Nuestro "Estado-nacional" sólo existe como una segunda instancia al servicio de intereses personales, partidistas o "autonómicos". Dejemos por un momento al margen las instituciones legislativas, e incluso no mencionemos el descrédito de todas las Autonomías, fijémonos en el prestigio personal de nuestro políticos. Pongamos tres sencillos ejemplos y entenderemos porqué Obama no visitará España.

Zapatero ha perdido, definitivamente, cualquiera de los carismas y legitimidades que le adornaban. Sólo le queda la ley, sí, pero la utilizará con el sectarismo que le caracteriza. Por ahí tampoco recuperará prestigio alguno. ¡Qué decir de Rajoy! ¿Dónde está su prestigio como líder de un partido político? Por el suelo. No sólo es incapaz de imponer un discurso homogéneo y unitario para toda España, sino que, además, se permite encogerse de hombros ante cuestiones trascendentales para hacer oposición.

Pero, a pesar de las torpezas y tachas de Zapatero y Rajoy, hay alguien, en estos momentos de absoluto desprestigio personal y nacional, que se lleva la palma de la insolvencia. Me refiero a las declaraciones del ministro de Educación para solucionar el más grave problema de nuestra educación, a saber, que no existe la educación como valor. Ya sé, ya sé, que Gabilondo jamás conseguiría hacer este diagnóstico de una de las principales enfermedades del Estado-nacional, pero, por favor, imaginemos que fuera capaz de plantearlo con mis palabras. ¿Cuál sería su solución? Según este ministrito, bastaría que los profesores desarrollasen su sentido lúdico y utilizaran bien su español para empezar a resolver nuestros problemas. Vale, Aristóteles. Sin comentarios.

¡Con estos desprestigiados individuos dirigiendo las instituciones se entiende que Obama huya de España!

Agapito Maestre

http://www.libertaddigital.com

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