El conflicto y gesticulación militar entre Venezuela, Ecuador y Colombia es un modelo canónico para comprender las relaciones entre diplomacia, terrorismo e ideología.
En definitiva, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), consideradas por la UE y los EE.UU. como una organización militar marxista-leninista, culpable de acciones terroristas de muy diversa índole, como el secuestro de civiles, desapariciones forzadas, actos de violencia sexual contra mujeres y niñas, con violaciones y torturas, trato inhumano de rehenes, no podrían continuar practicando el terror ¿revolucionario? contra civiles inocentes, sin el santuario y cobertura, logística, ideológica, territorial, que les ofrecen Hugo Chávez y Rafael Correa.
En términos militares, Venezuela y Ecuador ofrecen santuario y refugio estratégico a unos 12.000 hombres armados, que viven a caballo entre Colombia, Ecuador y Venezuela. Sus armas y municiones llegan a través de las rutas venezolanas y ecuatorianas. Cuando Colombia intenta perseguir a las bandas marxistas-leninistas que secuestran y torturan sin escrúpulos (Ingrid Betancourt), Correa y Chávez amenazan con responder militarmente contra un Estado que intenta liberar a su pueblo del chantaje del terror.
En términos políticos, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Cuba ofrecen a las FARC la justificación del populismo revolucionario. En términos ideológicos, el comportamiento diplomático español ha agravado todos los frentes de tensión, con acciones que han acentuado nuestro distanciamiento hacia Washington y confirmado el aislamiento periférico de España en Europa, con este tipo de acciones: «contrato militar del siglo» firmado entre Chávez y Zapatero, «espaldarazos» a los populismos indigenistas, coqueteo permanente con los populismos revolucionarios que ofrece cobertura y santuario a un ejército irregular y terrorista.
Juan Pedro Quiñonero - www.abc.es
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