El tantra usado por la izquierda infantil para hipnotizar al país entero fue «Aznar mintió y la gente murió», pero es tan indemostrable como falso. Es verdad que no se encontraron las armas de destrucción masiva que todo el mundo, cinco años atrás, creía que tenía Sadam. Y todo el mundo va desde Bush y Blair a Putin, Chirac, los propios generales iraquíes y hasta el mismísimo Rodríguez Zapatero, quien el Congreso no lo discutía sino que pedía más tiempo para que los inspectores le desarmaran. La doctrina oficial de la Internacional Socialista, dicho sea de paso.
En cuanto al segundo aspecto, que el 11-M fuera el lógico resultado del apoyo al derrocamiento de Sadam Hussein, que no a una guerra donde España no participó, está también muy lejos de resultar cierto, a tenor de los continuados esfuerzos del jihadismo global para volver a atentar en nuestro suelo. España es su diana por muchas otras razones, más poderosas, que Irak. Desde estar en Afganistán a ser, a sus ojos, Al Andalus, tierra a recuperar.
Ahora se cumplen ya cinco años de la intervención, pero también es a la vez el primer aniversario de algo que los detractores de la guerra no quieren ver, el de la puesta en marcha de la nueva y exitosa estrategia americana en Irak. Por primera vez en mucho tiempo Al Qaida en Irak está bajo mínimos, el ejército Mahdi se mantiene calmo, las tribus suníes colaboran con el proceso político y es posible empezar a hablar de una mejora en la seguridad, en el entendimiento entre las partes y de mayores perspectivas para la recuperación económica.
No es una situación aún normal, pero es mucho mejor que hace quince meses y más prometedora. Quienes comparan la coyuntura actual con las condiciones de vida bajo Sadam se están haciendo trampa. Lo que habría que comparar es lo que tenemos con lo que podría haber sido un Irak bajo Sadam, uno de los peores sátrapas de la Historia, libre de sanciones y constreñimientos. La libertad para el pueblo iraquí es una causa noble. ¿Qué está haciendo usted por ella?
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