Es una regla de oro del Matrix progre: si la realidad desmiente la alfalfa propagandística, se niega la realidad y sanseacabó. Durante más de un mes, el Gobierno de Zapatero ha ocultado el descubrimiento de una fosa con restos humanos en Alcalá de Henares; y lo habría seguido ocultando si ABC no hubiera propagado la noticia. De todos es conocida la doctrina del Matrix progre sobre la Guerra Civil: España era una nueva Arcadia gobernada por los abuelos de Zapatero; entonces llegó una panda de militarotes fascistas, enemigos del pueblo y abuelos de Rajoy, que se pusieron a matar a mansalva, mientras los abuelos de Zapatero se regían según la más estricta «legalidad democrática». Como los huesecitos descubiertos en Alcalá no concuerdan con la doctrina del Matrix progre, se vuelven a enterrar y santas pascuas.
Durante los últimos años hemos asistido al desenterramiento de cadáveres en cunetas y desmontes; hemos visto tropecientos documentales y reportajes televisivos que glosan las vicisitudes de tales desenterramientos, encumbrados a la categoría de subgénero arqueológico; hemos presenciado el repentino florecimiento de sospechosas asociaciones dedicadas al coleccionismo de tibias y peronés que afirmaban actuar sin otro propósito que resarcir moralmente a los descendientes de las víctimas de la guerra (que, como cualquier párvulo del Matrix progre sabe, pertenecían a un único bando). Naturalmente, tal resarcimiento sólo era el medio elegido para obtener un fin menos confesable, un fin de naturaleza estrictamente ideológica o, dicho con mayor exactitud, adoctrinadora: pues de lo que se trataba era de imbuir en la pobre gente ilusa (y sobre todo en las nuevas generaciones, cuya única noticia sobre el pasado es la que les suministra la alfalfa propagandística) la creencia de que aquella guerra fue un episodio de crueldad unidireccional, en el que los fascistas se dedicaron a apiolar demócratas en las cunetas; episodio que todavía se puede rectificar, si los demócratas logran acordonar sanitariamente a los fascistas. Y, para darle rango legal al embeleco, se urdió la llamada Ley de Memoria Histórica, que tan pingües resultados ha deparado: ahora los párvulos del Matrix progre ya saben que si votan a Rajoy es como si estuviesen formando en las filas de los militarotes fascistas.
Los huesecitos de Alcalá vienen a poner un contrapunto enojoso en esta versión de tebeo de la Guerra Civil. Son unos huesecitos que, de repente, nos recuerdan que en el bando de los buenos hubo sacas y brigadas del amanecer, hubo agentes soviéticos que actuaban discrecionalmente ante la pasividad (o connivencia) de las autoridades republicanas, hubo excursiones a Paracuellos y checas trabajando a destajo, hubo purgas estalinistas y calabozos del SIM. Hubo, en fin, una concienzuda maquinaria de la muerte que, por momentos, alcanzó un ritmo de producción digno de la industria cárnica. Pero todo esto, para el Matrix progre, simplemente no existe; o, si existe, se justifica como una reacción inevitable ante el acoso de los militarotes. Tampoco existen, por cierto, víctimas desaparecidas en zona republicana; y, no existiendo víctimas desaparecidas, ¿qué destino se puede dar a esos huesecitos hallados en Alcalá, sino los sótanos de la desidia? La posibilidad de que, entre tales huesecitos, se cuenten los de Andreu Nin, líder del POUM salvajemente torturado por los agentes soviéticos, podría resquebrajar la conspiración de silencio tramada en torno al hallazgo. Pero, como Nin, hubo otros muchos españoles despedazados en las mazmorras republicanas, fallecidos por «hemorragia» (como solía especificarse en los papeletas forenses de la época) sin juicio previo, arrojados en cualquier desmonte con las tripas baleadas para que se los comieran los perros. Españoles cuyo único delito fue ir a misa o leer ABC o votar a las derechas; pero esos españoles no existen en el catastro del Matrix progre, no existen en el cómputo de los desenterradores. Son habitantes del limbo de la Memoria Histórica; y con sus huesecitos se hace fosfatina.
Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com
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