La muerte de Raúl Reyes no habrá sido en vano. Difícilmente puede ser estéril finiquitar a un guerrillero de sus características. Mas en este caso las circunstancias deben deslumbrar a cualquiera que aún permaneciera ciego en la materia. Los hechos son reveladores: tras la muerte en combate con el Ejército colombiano de 17 guerrilleros de las FARC situados en territorio ecuatoriano, la reacción del presidente Correa fue de extremada prudencia: él había sido cazado dando cobijo en terruño ecuatoriano a muy altos mandos de la más longeva guerrilla hispanoamericana. No tenía justificación para lo sucedido y no sabía cómo salir del agujero en el que le habían pillado. La ruta de la escapatoria fue pronto diseñada por su mentor ideológico, Hugo Chávez: era necesario cargar de frente contra todo obstáculo que se interpusiera en su vía de huida. Chávez ya ha creado un escenario de guerra con Colombia en la esperanza de acongojar al vecino. Pero sobre ese objetivo se yerguen otros dos.
El primero de todos es viejo como la composición del agua: cuando un tiranuelo tiene problemas domésticos hace que la población concentre su atención en un enemigo común. Y ése siempre tiene que ser externo. El segundo es -sólo- un poco menos evidente. Chávez necesita romper la baraja antes de que lo pillen haciendo trampas. Y eso podía estar muy cerca. Porque la carga de profundidad de Uribe reside en dinamitar la práctica convencional según la cual con cruzar una línea fronteriza se está a salvo. Raúl Reyes estaba plácidamente a sólo 1.800 metros de territorio colombiano. Y lo que sin duda se preguntó Chávez es qué pasaría si el Ejército colombiano empieza a lanzar ataques selectivos contra guerrilleros colombianos en territorio venezolano. No digamos nada si en esos ataques empiezan a morir rehenes colombianos y así confirmamos que los secuestrados no son localizados por el Ejército colombiano porque en realidad están en Venezuela... Hugo Chávez se quedó sin defensa y ha hecho lo único que se puede hacer cuando careces de argumentos: romper relaciones diplomáticas y movilizar a las tropas. Un demócrata, el bolivariano.
Ramón Pérez-Maura
www.abc.es
El primero de todos es viejo como la composición del agua: cuando un tiranuelo tiene problemas domésticos hace que la población concentre su atención en un enemigo común. Y ése siempre tiene que ser externo. El segundo es -sólo- un poco menos evidente. Chávez necesita romper la baraja antes de que lo pillen haciendo trampas. Y eso podía estar muy cerca. Porque la carga de profundidad de Uribe reside en dinamitar la práctica convencional según la cual con cruzar una línea fronteriza se está a salvo. Raúl Reyes estaba plácidamente a sólo 1.800 metros de territorio colombiano. Y lo que sin duda se preguntó Chávez es qué pasaría si el Ejército colombiano empieza a lanzar ataques selectivos contra guerrilleros colombianos en territorio venezolano. No digamos nada si en esos ataques empiezan a morir rehenes colombianos y así confirmamos que los secuestrados no son localizados por el Ejército colombiano porque en realidad están en Venezuela... Hugo Chávez se quedó sin defensa y ha hecho lo único que se puede hacer cuando careces de argumentos: romper relaciones diplomáticas y movilizar a las tropas. Un demócrata, el bolivariano.
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